miércoles, 29 de enero de 2014

“Ce qui sera” y los campos magnéticos

Ya el almanaque Brumes Blondes (What will be / Ce qui sera / Lo que será) está disponible a través de lulu (www.lulu.com), al precio de 27 euros, más gastos de envío. Como autores aparecen De Vries & Vancrevel, y ese es el camino para localizarlo.


Como ya señalé al dar noticia de su aparición, la riqueza de este almanaque del movimiento surrealista internacional, de apretada lectura y muchas imágenes a lo largo de 500 páginas, obliga a un comentario en varias partes, la primera de ellas centrándome hoy en el apartado que lleva por título “Los campos magnéticos”. En un índice que se divide en áreas temáticas cuyos elementos se van diseminando por el libro –una excelente idea–, la de los “campos magnéticos” viene tras el almanaque de juegos compilado por Kenneth Cox y antes de “El oro del tiempo”, “Apuntar del día”, la encuesta sobre las ediciones y las galerías surrealistas y el cuadro cronológico de 1964 a 2013 (provisto este de un muy útil índice).
El texto que abre la sección (y el libro, tras el prefacio de Her de Vries y Laurens Vancrevel) es de Alain Joubert, una “Carta a los surrealistas” en que les plantea una serie de cuestiones de muy diverso orden. Alain Joubert, después de 1969, siguió un camino particular, siempre fiel al espíritu del surrealismo, pero sin meterse en el grupo de Bounoure y sus (muchos) amigos ni participar en la actividad de grupos de otros lugares. De ahí que no parezcan convencerle mucho los agrupamientos surrealistas. En una de sus cuestiones dice: “La idea de grupo: ¿necesidad o nostalgia, porvenir o fin de ciclo?” Esto demuestra su distancia de los avatares surrealistas de los últimos tiempos, en los que la actividad colectiva ha sido central y goza de perfecta salud, incluso en el presente dándose una comunicación entre los grupos (y figuras aisladas) que nunca fue más internacionalista (el propio almanaque lo demuestra). Por tanto, nada de “nostalgia” ni de “fin de ciclo”, en una cuestión que, al igual que algunas otras enumeradas por Joubert, ni se plantea. Si he defendido siempre la importancia para el surrealismo de las figuras que, por razones temperamentales, no se comprometen mucho o nada en las actividades de los grupos (el propio Marcel Duchamp ponía como justificación de su cierta distancia del grupo su carácter reservado, celoso de lo más íntimo), desde que sea valioso para el surrealismo aquello que esas figuras hacen, frente a la tendencia en ocasiones manifestada a desconsiderarlas algo, del mismo modo creo que el surrealismo no puede ser nada sin el encuentro y la comunicación de un puñado de seres que se descubren en la pasión de la poesía y de la revuelta.
Según Joubert, una “postura surrealista” que habría que “romper” es la “facilidad de la certeza”. De acuerdo en lo de la “facilidad”, sin duda, pero algunos estamos hechos de certezas que jamás han sido prejuicios, sino el resultado de cavilaciones y vivencias profundas, que no podemos masoquistamente pasarnos la vida cuestionando. Y entre esas certezas mías, por ejemplo, está la de que nadie venga a darme la tabarra con Bataille –que no complementa en absoluto a André Breton, por suerte, solidarizándome en esta cuestión plenamente con Pierre Peuchmaurd–, el situacionismo –que insisto en considerar no aporta nada esencial al surrealismo– o la mecánica cuántica –ni absolutamente nada que pertenezca al “coloso de cabeza de cretino”, es decir la ciencia occidental.
Pero esto último son discrepancias mínimas en un conjunto muy incitativo de un texto que viene de un nombre clave en la definición del surrealismo posterior a la agresión de 1969, y que ha desplegado desde que entró en el surrealismo una actividad llena de frescura y de finura.
Marie-Dominique Massoni, ahora distanciada de la actividad colectiva, sin que por ello nadie pueda recriminarla, aporta un muy bello texto sobre el azar objetivo, en que enumera una serie de coincidencias chocantes en su vida, con intervención de Nerval, Artaud, Breton y Peter Wood, porque el tiempo, “un instante liberado de su esclavitud, nos permite estar en relación íntima con un muerto sin negar su muerte, sin creer en el más allá, sino porque vive en los repliegues donde hemos encontrado sus huellas”. Los azares objetivos “nos permiten encuentros con objetos, lugares, personas que se convierten en agentes simbólicos de nuestros cambios, agentes de la necesidad”.
El trabajo de Kenneth Cox sobre los juegos viene después del almanaque de los juegos, y es en relación con este como debe ser leído. Digamos ahora solamente que este texto, precisamente, muestra la importancia decisiva de los grupos surrealistas, en un género del surrealismo que incluso se ha revitalizado en las últimas décadas. Kenneth Cox rechaza, en el mismo sentido, los juegos on-line como ajenos a lo que es el surrealismo, y señala el carácter no científico de los juegos del surrealismo.
El futuro del surrealismo da pie a unas lúcidas reflexiones de Mattias Forshage, Enrique de Santiago, Krzysztof Fijalkowski, este último mostrando el notable nivel de resistencia del surrealismo a los más hostiles contextos.
Uno de los textos más ricos es el de Guy Girard. No deja de polemizar con quienes de vez en cuando reanudan aquello de sustituir la palabra surrealismo por otra, y es que “no augura nada bueno sobre la inventiva de un grupo surrealista que tal debate pueda plantearse hoy, del mismo modo que anteayer”; ello, creo, es válido para el cuestionamiento de algunas de las “certezas” de que hablaba yo más atrás. La polémica continúa al referirse a “quienes olvidan que la poesía, antes que convertirse en el mito libertario de la posible sociedad comunista, más que ser ritualmente invocada por un grupo de «militantes surrealistas», debe primero ser vivida y probada por todo individuo que se declara surrealista”, puesto que “nuestra utopía es compartir el mayor número de nosotros las búsquedas poéticas de cada uno y su transformación cualitativa en un nuevo mito colectivo”. Por último, recuerda la capacidad que tenía André Breton de resolver tantas contradicciones, logrando que se encontraran Sade y Saint-Pol Roux, Hegel y Guénon, Myers y Freud, capacidad que deberíamos redescubrir. Claro está, añadiría yo, que se trata de una capacidad complicada, al correrse el riesgo, cuando no hay un buen instinto –el que tenía André Breton–, de caer en el eclecticismo (“El basurero también dice: «Yo soy ecléctico»”, podía leerse en La Main à Plume; y mucho antes, Baudelaire: “Un ecléctico es un navío que quisiera avanzar con cuatro vientos”). En el mismo sentido, mis desconfianzas son absolutas hacia un surrealismo convertido en una “sociedad abierta”, como propone Alain Joubert. ¿Qué apertura puede haber hacia un mundo que fenece de cobardía y complacencia? ¿Y por qué no son los otros los que han de “abrirse”? Esta cuestión creo que ya quedó resuelta con los “límites no-fronteras”de que habló Breton, y si en algo nunca pude seguir a mi amigo Sarane Alexandrian era en aquello del “neo-surrealismo”, así como en algunas compañías algo equívocas de Supérieur Inconnu, publicación que a otros parecía... demasiado surrealista. Allá por el verano de 1997 se publicaban en París el n. 13 de Le Cerceau, el 7 de Supérieur Inconnu y el 2 de S.u.rr...; pues bien: si el interés para el surrealismo de las dos primeras era grande, de las tres la que verdaderamente nos incumbía era, incuestionablemente, la tercera. (Adición: por “aperturismo” pudo verse en los últimos tiempos, tanto en exposiciones como en revistas surrealistas, la intromisión de personajes oportunistas, cuando no por completo ajenos y hasta opuestos al surrealismo.)
Aunque parezca que debiera encajar mejor en la sección “El oro del tiempo”, dedicada a figuras del surrealismo, no desentona aquí el artículo dedicado por François-René Simon a Annie Le Brun, en un breve pero sustancioso paseo por “una obra de las más consistentes, de las más sólidas y de las más necesarias de estos últimos cincuenta años” (en Caleidoscopio surrealista, llego yo a decir, y lo reitero, que esa obra me parece “la más valiosa del ensayismo contemporáneo”). Es de justicia un trabajo como este, al margen de que en un par de ocasiones Annie Le Brun haya ironizado con los jóvenes que se aventuran en el surrealismo (como hizo ella) y con sus “antiguos combatientes” (uno de los cuales, le guste o no le guste, es ella misma). Por lo demás, no debe olvidarse que se la vio colaborar un tiempo con los amigos de Invisible heads.
Por último, Guy Ducornet, en colaboración con Laurens Vancrevel, vuelve a sus dos grandes publicaciones sobre los enemigos académicos del surrealismo, los “falsificadores e inquisidores del surrealismo”. Estas “actualizaciones” son necesarísimas, y nunca serán suficientes. Deliciosa es la anécdota referida por Ducornet, cuando pasa al lado de un aula y escucha a una profesora interpretar aberrantemente La violación de Magritte. Quien conoce al hombre que en España pidió ver la tumba de Torquemada para escupir sobre ella, ante el asombro del fraile que lo guiaba, se lo imaginará perfectamente dirigiéndose a la profesora para preguntarle si sabía de lo que estaba hablando. Pero en fin, este es un texto fantástico, que no olvida al “extrañamente llamado Jean Clair”, ni a horrorosos profesores como Robert Belton o a embalsamadores como Werner Spies.
Una sola puntualización haría yo, con respecto al “grupo de investigación” de Mélusine, ya que en esta revista, desde su comienzo, se ha publicado de todo, incluidos muchos trabajos perfectamente ubicables en la categoría de la “falsificación” y la “inquisición”, y sin que hayan faltado las firmas que Ducornet ha disecado tan bien en las páginas de sus libros. Otra cosa es que contenga regularmente excelentes trabajos y hasta contribuciones de envergadura. Lo mismo ocurría en Pleine Marge, aunque esta incluyera al mismo tiempo material creativo.
A otro embalsamador, pero salido de las filas del propio surrealismo, Claude Courtot, se le dedica una larga y acerba nota con motivo de unas declaraciones ufanas sobre los atentados de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, contenidas en su Chronique d’une aventure surréaliste, cuyo título adecuado debió ser Chronique d’une aventure anti-surréaliste, no por eso sino por otras muchas razones, una de ellas, por ejemplo, el menosprecio de que da muestra hacia Lautréamont, en contraste con su placer de tocar a Bach todos los días en el piano de su casa. Sobre lo primero exactamente, ya dijo André Breton de Albert Camus que “toda nuestra indignación sería poca ante el hecho de que escritores que gozan del favor del público [no es el caso de Courtot, pero en fin] se dediquen a rebajar lo que es mil veces más grande que ellos. Estos señores llevan una vida fácil: que soporten, pues, de vez en cuando alguna llamada a la decencia”.

Los collages mediúmnicos de Nelson de Paula


Incansable en su investigación radical del medio digital, y a la vez sin dejar de sostener relación con el surrealismo, Nelson de Paula acaba de publicar Collages mediunicas, compuesto de 70 collages digitales.
El que acompaña esta noticia es el titulado Oyendo estrellas, en la línea cósmico-erótica de otros muchos, siempre enigmáticos y muchas veces con un carácter mítico.
Algunos títulos de esta serie son: “Alteregos”, “Las pulgas de Saturno”, “Íncubos solares”, “Amebas fluctuantes”, “Nave centuriana”, “Flor del deseo”, “Bajo las alas de las hadas”, “Misterio de las flores”, “Interceptador con mecanismo de captura de duendes y cometas”, “Pescando rayos de luna”, “Árbol de las reencarnaciones”, “Médula del caos”, “Encuentro en las paredes de las estrellas”...
Los collages mediúmnicos de Nelson de Paula, bellos como la distorsión de una catarata atravesada por rayos de arcos iris.

Guy Girard y Jeanne d’Arcula


Seria heroína esta Jeanne d’Arcula de Guy Girard, “mujer-sextante” cuyos mordiscos no excluyen, sino al contrario, una inefable ternura.
Maillot d’hécatombes pour Jeanne d’Arcula précédé de Vestibule de l’éternité es una nueva edición –la onceava– de las ediciones surrealistas Sonámbula, animadas por Fernando Palenzuela y Enrique Lechuga (quienes, por cierto, participan en la encuesta sobre las ediciones promovida por Brumes Blondes). Es un placer que venga ilustrada nada menos que por Laura Corsiglia, cuya presencia en las publicaciones del surrealismo resulta siempre bienvenida y que aquí se expande en ocho dibujos llenos de encanto.
El primero de esos dibujos se inspira en los “niños locos / que de noche comen ballenas negras” de Vestibule de l’éternité, poema firmado en los años 2007-2012 donde ya aparece Jeanne d’Arcula, junto a Robín de los Bosques y Gargantúa, del mismo modo que en Maillot d’hécatombes se nos presentan el Gran Yeti y Tarzán. El imaginario de Guy Girard –tanto el de expresión verbal como el de expresión plástica– está repleto de personajes de lo más variopinto, de origen mítico, histórico, literario o popular.
Jeanne d’Arcula, en el surrealismo, desplaza ya, y absolutamente, a una triste fanática de nombre parecido, muy famosa en tiempos pasados. Ella visitó al poeta la noche de dos días otoñales de 2006 y 2008, y ahora somos nosotros los beneficiados de esas visitas.

Gracias a los anarquistas

En la inauguración ministerial de la catedral remozada de La Laguna (Tenerife), cuyo espacio podía haber ocupado muy bien, por ejemplo,  un jardín, hubo asistencia de tres mil personas nada simpatizantes del ministro. Entre ellas, una empuñaba la pancarta: "La iglesias solo son bellas cuando iluminadas por el fuego".
Agradecemos a los pocos anarquistas que hay por estos lares esta pequeña alegría.

Carmen Bruna

Murió hace unos días, a los 85 años, Carmen Bruna, figura muy querida del surrealismo en tierras argentinas. En 1955 descubrió el surrealismo gracias a Aldo Pellegrini y Letra y Línea. Amiga de Juan José Ceselli, Enrique Molina, Alejandra Pizarnik y Sergio Lima, formó parte del grupo Signo Ascendente. Dos de sus seis libros de poesía aparecieron bajo ese sello: Morgana o el espejismo, de 1983, y Lilith, de 1987, este último con un poema-prefacio de Silvia Grénier. De 1993 es Melusina o la búsqueda del amor extraviado. Raúl Henao le dedicó una importante entrevista, recogida en La doble estrella.
Leyendo hoy mismo, o sea un día después de que me llegara la noticia, la publicación de Penelope Rosemont Lost worlds, forgotten futures, undreamed ecstasies, encuentro esta cita de Carmen Bruna:
“El mundo de Lautréamont y Rimbaud es también mi mundo, bárbaro y alucinante. Mi poesía es la poesía de los poetas malditos. Mi poesía es en realidad una invitación a la insubordinación y la revuelta”.
Jorge Kleiman
Solo ahora hemos tenido noticia de que, en marzo del pasado año, murió Jorge Kleiman, artista central del surrealismo argentino, y que en España conectó como si tal cosa con los jóvenes de Salamandra. Triste noticia, que deja, con Carmen Bruna, trágicamente empobrecida la constelación surrealista de una de las tierras de elección del surrealismo.

Jan Krizek y “Le poignard subtil”


Aunque aún no he podido conseguir el catálogo checho de Jan Krizek, quiero hoy destacar un blog de primerísima calidad en que puede encontrarse una buena reseña de este libro:
Este blog funciona regularmente desde el verano de 2007, animado por Bruno Montpied, a quien se deben trabajos excelentes, y que ha colaborado con el grupo surrealista de París. “Le poignard subtil” se propone colocar, y por supuesto lo logra, “pasarelas entre el arte popular, el art brut, el arte naïf, el surrealismo espontáneo y el arte inmediato”, caracterizados por su “poética de lo inmediato”.
Jan Krizek (1919-1985) es un caso peculiar, ya que, huyendo del estalinismo, recaló en París, donde vivió el resto de su vida. Aparece pues como una personalidad aislada con respecto al grupo de Praga, y en París su negativa a que la figura humana desapareciera de sus obras no propició sin duda su éxito artístico. Allí se relacionó con Charles Estienne, con André Breton y con Jean Dubuffet. Fue sobre todo escultor, pero también hizo pinturas, collages y dibujos. Estienne le escribió el texto para su exposición en L’Étoile Scellée, la galería de los surrealistas parisinos.
El catálogo corresponde a una exposición en la Galería Nacional de Praga compuesta de unas 300 obras, y lo hizo Anna Pravdová, por lo que la calidad y el interés están asegurados. Con André Breton mantuvo correspondencia, en una ocasión provocando una respuesta airada que Bruno Montpied justifica plenamente en su reseña. Falta por señalar, a la hora de hablar de Krizek y el surrealismo (y es que Bruno Montpied, al igual que yo, no ha podido obtener el catálogo), que, en el n. 1 de Le Surréalisme, même, hay una página a él dedicada, con la que abrimos esta nota.
Desde 1962, o sea cuando tenía 44 años, Jan Krizek abandonó la escultura, para dedicarse con su mujer a la apicultura. O mejor dicho, dejará de esculpir aunque seguirá dibujando esculturas.
En una de las cartas a André Breton, le decía, a propósito de “la operación que tiende a restituir el lenguaje a su verdadera vida”:
“¿No cree que podríamos encontrar ahí un verdadero hombre premegalítico, un ancestro de Tailesin que sería superlúcido y superresponsable, un hombre totalmente irracional, constituido esencialmente por la «materia primera» donde «el hablar y el decir» (la pintura y la escultura) no estarían aún separados?”
Breton poseyó dos esculturas suyas, que aquí podemos ver:

miércoles, 22 de enero de 2014

Merl Fluin

Merl Fluin, componente del Surrealist London Action Group (y también muy activo en el grupo surrealista de Estocolmo), acaba de publicar Deadwax Inscriptions, tras que en 2010 apareciera The Reality Binge Trick, que se componía de poesías, prosas y textos automáticos. En esta ocasión, la forma de la publicación es ya una sorpresa, al adoptar el formato de los viejos discos de larga duración (“deadwax” es el espacio que hay en un long-play entre el último tema y el sello). Es más: se trata de un disco doble, con las siguientes “caras”: “Lord Peter in the City of Jackdaws” (“Letras para un álbum conceptual perdido”), “Five Songs”, “Hail, Jack!” y “Homophonia”. Sobre el fondo negro de la carátula de esta publicación regida por la poesía y el espíritu sardónico y subversivo, solo aparece el personaje que ilustra estas líneas, al que recomendamos no hacer ningún caso.
En tirada de 100 ejemplares, Deadwax Inscriptions puede descargarse también en pdf:
pdf:http://bit.ly/19WFqpB
Para completar el conocimiento de quien me parece uno de los nombres más sólidos del surrealismo en este momento (sin que esa cualidad excluya, por supuesto, sino al contrario, ya que en el surrealismo estamos, la capacidad volátil), es preciso acceder también a The Reality Binge Trick, a su ensayo “Anthropomancy” y a su “Catecismo revolucionario”, todo ello asequible en la red –los dos primeros a través de su propia blog:
http://gorgoninfurs.blogspot.co.uk/
y el “Catecismo” incluido en el zin del Surrealist London Action Group, cuya página hemos recomendado en varias ocasiones:
The Reality Binge Trick muestra una imaginación gótica, en textos breves y extensos donde no faltan las referencias cinéfilas, incluido el Tarzán también lanzado al imaginario surrealista por Guy Girard, ni en general la más convulsiva mitología popular. “Cómo disponer de un cadáver”, que también se ha publicado en Arcturus y (traducido al griego) Klidonas, es uno de los escritos más impactantes, y otros títulos antológicos son “El niño vainilla”, “El monstruo de Londres”, “Walpurgis”, “El síndrome de Estocolmo”, “Neoteny”, “Las balas mágicas”, “Gotas de Amaretto”, “Un minuto para la medianoche”... Este es un poemario de especial relevancia entre los publicados por el surrealismo en los últimos tiempos.
En cuando a “Anthropomancy”, ensayo de 2013 sobre el mito de lo primitivo en el surrealismo, vale para recordar la dimensión etnográfico-poética de Merl Fluin, quien ha fundado en Londres un Bureau of Surrealist Ethnology. Este ensayo se apoya en la Antología de los mitos, leyendas y cuentos populares de América de Benjamin Péret y en los estudios de Vincent Bounoure, señalando acertadamente cómo el apego del surrealismo por lo “primitivo” ha sido y es una camino hacia “la verdad poética”. Camino siempre abierto, desde los orígenes del surrealismo hasta el presente, y que implica, por supuesto, un carácter de revuelta contra el infame espíritu colonizador de Occidente. El mito surrealista por excelencia, afirma Merl Fluin, es el mito primitivo. Y concluye su trabajo con estas palabras: “The primitive hero of Surrealism is a shape-shifter, a trickster, and above all an emissary fron the utopia for which we yearn; a being not of the prehistoric past, or even of the (anti-)colonial present, but of the free and necessary future. Let’s conjure our hero out of our own longing, and spin our cosmology from the skeins of our desires”.
 “The cost of desire is a clamour of horses on a glass pavement in the morning”.

“Infosurr”, n. 103

Este nuevo número de Infosurr, datado en julio-septiembre de 2012, se abre con una lista necrológica, en la que hay detalladas semblanzas de Dorothea Tanning por Gérard Durozoi, de Richard Ander por Heribert Becker y del cineasta Jean Rollin por Richard Walter, y más breves de Dado y Jean-Pierre Le Goff.
Dominique Rabourdin se ocupa de los dvd dedicados en la colección Phares a Max Ernst y André Masson. Desgraciadamente, esta colección, auspiciada por Aube Elléouët, ya perdió su prestigio, al dar entrada uno muy reciente a Giorgiana Colvile, la que llamó al padre de la propia Aube, entre otras lindezas, “burgués” y “misógino”. Por lo demás, a quien no entienda perfectamente el francés hablado (como es mi caso), le acaban resultando molestos estos documentales, no pocas veces acompañados de música irritantemente pretenciosa y de intervenciones críticas y familiares algo y hasta bastante cochambrosas. Al menos en el de Masson confirma Dominique Rabourdin lo de la música, por supuesto que “clásica”. ¡Vade retro!
Noticia se da de la creación en Ginebra de una Asociación de Amigos de Alain-Pierre Pillet, y, como siempre, de exposiciones y publicaciones. Entre estas, Bastiaan Van der Velden reseña dos libros de Laurens Vancrevel de suma importancia, y que ya comentamos en estas páginas: su antología de la poesía surrealista neerlandesa (Nieuwe anthologie van de Nederlandse surrealistische poëzie) y su selección de 47 textos sobre el surrealismo (De magische kracht van 1713). Van der Velden concluye su reseña afirmando que el trabajo de Laurens Vancrevel puede caracterizarse con las palabras “Yo veo, yo comparto” –lema que es el de Infosurr, y que trata de ser también el nuestro.
Se anuncia en hoja aparte que este mes estarán disponibles en el sitio de internet (www.infosurr.net) los 33 primeros números del boletín, y que en el próximo vendrá un índice general del primero al 100.

Ráfagas

Traemos ahora unas imágenes del surrealismo hoy, las primeras de sabor luso-brasileño. Esta es de Seixas Peixoto, figura imprescindible de la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism:


Las siguientes son de nuestro fiel amigo Zuca Sardan, quien, con sus collages y dibujos, inicia el nuevo año, como siempre, dispuesto a todo. El collage pertenece a su serie “Impresiones de África”, y es un placer encontrarnos en él a un imprescindible aliado: el hombre de las cavernas, con su maza arbórea que tanta falta nos hace.


Ubicado parte del año junto al Atlántico portugués, y también activo en la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, Rik Lina recuerda lo que los surrealistas saben, pero tantos otros no:


Desde Cádiz, Bruno Jacobs nos envía este objeto de su invención, una “Copa para amantes”:


La exposición “Oseros” se celebra a partir del 13 de febrero en la galería Les Yeux Fertiles, con obras eróticas sobre papel de Ody Saban, Hans Bellmer, Fred Deux, Lou Dubois, Yves Laloy, Ljuba, Pierre Molinier, O. O. Olivier, etc.
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Pronto reseñaremos una publicación extraordinaria: The Collected Poems of Philip Lamantia, editado por Nancy Joyce Peters y aparecido hace un par de meses, con poemas inéditos y nunca recogidos, a lo largo de 512 páginas.
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Form and sense (1945), de Wolfgang Paalen, fue reeditado el pasado año por Skyhorse Publishing, con un estudio de Martica Sawin.
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Por último, damos la dirección del vídeo en que Alain Joubert presenta Le passé du futur est toujours présent, editado por Ab Irato :
http://www.youtube.com/watch?v=TQaD-Reducw

Her de Vries y “Fata Morgana”

Le Grand Tamanoir acaba de editar Ciels changeants. Marseille – New York – Buenos Aires, estudio de las primeras ediciones del poema de André Breton Fata Morgana, realizado por Her de Vries. Ya se había publicado en el Bureau de Recherches Surréalistes hace siete años, pero solo en una tirada de 20 ejemplares, por lo que es una buena noticia que ahora pueda llegar a muchas más manos.
Fata Morgana lo escribió Breton en la mansión Air Bel, esperando la salida de Marsella. Muchos hubieran deseado que hubiera ido a parar a Auschwitz en vez de a Nueva York, y cuando digo muchos no me refiero solo a quienes entonces lo buscaban (en 1940, sin ir más lejos, había sido denunciado como “autor de varias obras de tendencia anarquista”, y su posición de cabeza visible del movimiento surrealista lo situaba en las preferencias nazis), sino a los posteriores intelectuales estalinistas o empapados de estalinismo. Su deseo era que el libro fuera ilustrado por Wifredo Lam: “Es, de todos los artistas que conozco, el que actualmente me parece que tiene más que decir”, y de hecho Lam se encontraba entonces en un momento decisivo de su trayectoria. La publicación fue rechazada por la censura “hasta la conclusión final de la paz”, conforme vemos en la ilustración. Recordemos que dos meses antes la publicación de la Antología del humor negro había sido también rehusada, por ser la “negación del espíritu de revolución nacional”
En Fort-de-France, Breton, Jacqueline y Aube fueron internados en un lazareto que funcionaba como campo de internamiento, acusándoselo de ser “un agitador peligroso buscado desde hace tiempo por la policía francesa”. Her de Vries estudia luego la publicación en una revista neoyorquina al año siguiente y el cuaderno de Buenos Aires, ya en 1942.
Esta excelente contribución a los estudios bretonianos –como se sabe, dominados por la pedantería, el racionalismo y la irresponsabilidad que tan bien medran por la planetaria red universitaria– puede obtenerse a través de Infosurr:
ciels changeantes

Nueva edición de Poisson soluble

Tan solo por su nombre merecen anotarse las publicaciones de Poisson Soluble, aunque el dadaísta Erwin Blumenfeld no sea un referente del surrealismo. Sin embargo, Édouard Jaguer incluye tres fotografías suyas en Les mystères de la chambre noire: dos fotomontajes y un “estiramiento” que lo impactó en sus años mozos, anunciador de los de Frederick Sommer y con un “clima” próximo al de cuadros de Wifredo Lam como La jungla.
Al igual que ocurría con el anterior número dedicado a Alfonso Buñuel, aquí una serie de nombres se inspiran en las fotos de Blumenfeld, o simplemente quieren homenajearlo. Hay también un texto sobre él, por Pedro Pablo Azpeitia. Entre las ocho imágenes, acompañamos esta nota con la de Silvia Navarro, quien ya nos había llamado la atención por los collages suyos que ilustraban la reciente edición de Lo imprevisto de Domingo López Torres y que efectúa aquí una suerte de “desnudo lento”.
solublepoisson.blogspot.com

La tortuga ecuestre de César Moro


Revuelta Editores publicó en Lima, ya hace un año, una edición de La tortuga ecuestre de César Moro. Se trata no del libro publicado en 1957, o sea un año después de su muerte (libro que se componía de toda su poesía en castellano desde los años 20 a los 40 y que le rechazaron varios editores argentinos), sino del conjunto de poemas que le daba título, pertenecientes a los años 1938-1939.
André Coyné, su infatigable valedor, anota escuetamente la edición, que se compone además de cuatro poemas que César Moro descartó para la edición final y de dos poemas anexos. Tres fueron publicados en A Partir de Cero, otros tres en El Hijo Pródigo y uno en El Uso de la Palabra.

lunes, 13 de enero de 2014

Almanaque de Brumes Blondes

Tras Other Air y el n. 2 de A Phala, y anunciándose para el verano un nuevo Hydrolith, llega el momento de afirmarse el almanaque aniversario de Brumes Blondes como una de las grandes publicaciones surrealistas de esta época.
Más de 500 páginas son un duro aunque más que sabroso bocado para que podamos hacerle ya una reseña, que además habrá de ser dividida en varias partes, dada la riqueza del contenido, repleto, aparte los numerosos poemas e imágenes, de ensayos enormemente sugestivos. El tamaño pequeño contribuye a convertir el volumen en una preciosidad.
Son en total 173 contribuciones de 25 países, justo corolario a una revista que, desde 1964, se inscribió en el oleaje internacional del surrealismo. La edición podrá obtenerse vía lulu, pero ya anunciaremos cuando ello sea posible, puesto que por ahora solo hay ejemplares impresos para los colaboradores.
En el editorial, Her de Vries y Laurens Vancrevel señalan el carácter revolucionario y del surrealismo, de cuya permanencia este almanaque quiere ser una manifestación –quiere ser, ¡y sin duda lo es!

50 años de surrealismo

Como preámbulo a la cronología que cierra el almanaque de “Brumes Blondes”, hay un texto mío en que intento, muy sucintamente, referir lo esencial de tan amplio periodo. Por desgracia, al enviárseme la traducción francesa, no la revisé sin cotejar el original, y me confié en su fiabilidad, seguramente porque siempre he preferido ser confiado a “condenado por desconfiado”, cuando para algunas cosas vale más lo segundo que lo primero. Son pues un fallo finalmente mío los datos en negritas, y de los cuales el único importante es que no aparezca en el texto traducido, evidentemente por un salto de línea del traductor, referencia alguna al grupo surrealista de Madrid y la revista “Salamandra”, mientras que se hace al grupo Melmoth llegar hasta la actualidad. Lo lamento sinceramente. En el error de los boletines, de la traducción se desprende que el segundo fue firmado solo por los grupos que se enumeran, cuando son grupos que se añadieron a las firmas anteriores. Diferencia de matiz, aunque sin mayor importancia, hay en la referencia a Raúl Henao.
1964-2013: cincuenta años de surrealismo, en una cronología obligatoriamente incompleta (pero en la que esperamos no haya faltado lo esencial) y que además se ve afectada por la ausencia de todo el período anterior, a la espera de algún día elaborar un calendario integral, desde el encuentro Vaché-Breton, y con todos los datos disponibles.
Si algo demuestra esta cronología es la pervivencia siempre firme de la aventura surrealista, en una geografía tan móvil como amplia. En los primeros años que documentamos, París seguía siendo el corazón de esa aventura: La Brèche, “L’Écart Absolu”, la presencia de André Breton... Mientras, proseguía el surrealismo en Bélgica y en Praga, en Italia irrumpía la Officina Undici, en Caracas el grupo El Techo de la Ballena ponía a la sociedad en polvorosa, Chicago se incendiaba de surrealismo con “The forescast is hot!”, era lanzada en Holanda la primera serie de Brumes Blondes, surgía en Moravia el grupo Lacoste.
Entre los años 67 y 69 incluso puede hablarse de un reforzamiento internacional del surrealismo: en Brasil con la exposición “A Phala” (y su densa revista), en Inglaterra con TransformaCtion y la exposición “The Enchanted Domain”, en Chile con las actividades de La Casa de la Luna. Mientras, resurgía en Checoslovaquia plenamente el grupo de Praga (“Le principe du plaisir”, “Plate-forme de Prague”, el primer número de Analogon), Les Lèvres Nues y Brumes Blondes iniciaban su segunda serie (Brumes Blondes siempre con un sentido muy internacionalista, como Phases, que también abría su segunda serie), en los Estados Unidos la actividad surrealista de Chicago (Surrealist Insurrection y la exposición del 68) se complementaba con la de San Francisco...
Es en este contexto donde va a romperse el grupo de París, tras sucesivas crisis muy bien relatadas por Alain Joubert en Le mouvement des surrélistes. L’Archibras, revista magnífica en sus primeros números, va manifestando sus contradicciones y acaba por desaparecer. En 1968, aún los surrealistas de París (sin olvidar al grupo L’Écart, de Lyon), aparecen con fuerza en las Entretiens que organiza Ferdinand Alquié y se siguen publicando libros muy notables, como los de Toyen con Annie Le Brun y Radovan Ivsic, o el de Camacho con Bounure, pero al año siguiente adquiere una importancia desmesurada el triste “Quatrième chant” de Jean Schuster, quien, con algunos componentes del grupo, decreta la muerte del surrealismo “histórico” y prohíbe el uso de la palabra “surrealismo”. Al fin se encontraban los estamentos académicos y periodísticos, servida en bandeja, y avalada, la posibilidad de ponerle una fecha de defunción al surrealismo, lo que hicieron con mucha diligencia, y seguirán haciendo hasta nuestros días.
Pasa el surrealismo entonces a un cierto ocultamiento, sumando a sus enemigos de siempre los que han sido llamados por eufemismo “liquidacionistas” (a quienes además no han faltado discípulos). Como era de esperar, la reacción fue inmediata, tal se puede ver en el documento “Surrealism now” de ingleses y holandeses, en las espléndidas burlas de un Marcel Mariën, en los exabruptos de Mário Cesariny y sobre todo en la aparición del Bulletin de Liaison du Surréalisme, que congregaba a los miembros del grupo fieles al surrealismo, con mucha aportación extranjera y en especial del grupo de Praga. Estamos en 1970, año al que hay que sumar la aparición del primer número de Arsenal y las importantes exposiciones de Santiago de Chile y Buenos Aires.
Esta reactivación del surrealismo ofrece una serie de hitos a los largo de los años 70, y sobre todo de la segunda mitad: en 1976, La civilisation surréaliste en París, la enorme exposición mundial “Marvelous Freedom/Vigilance of Desire” en Chicago y los Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial de Cesariny; en 1977, los dos números de Surréalisme en París y la aparición de los grupos de Vancouver y de Australia, que suceden al de Columbus en el 74; en 1978, las exposiciones de Wisconsin y de Londres, donde al año siguiente nace el grupo Melmoth. Pero es que además tenemos las actividades en Buffalo, Utrecht, São Paulo, Toronto (con las ediciones Oasis), San Francisco, Milán, Amsterdam, Lisboa y, por supuesto, Praga, donde son incontables las publicaciones poéticas, juegos y pinturas colectivos, encuestas, pinturas, objetos, antologías, siempre con el carácter experimental tan propio de este grupo.
Téngase en cuenta, también, que esta cronología, por abreviar, solo nombra los primeros números de las revistas –modo de expresión clave del surrealismo–, y que en cada año faltan pues las que seguían saliendo regularmente, del mismo modo que solo nombramos las principales publicaciones de algunos autores prolíficos pero esenciales, como, se me ocurre sobre la marcha, un Guy Cabanel, un Ghérasim Luca, un Ludwig Zeller, un Mário Cesariny o un Pierre Peuchmaurd, lo mismo pudiendo decirse de los artistas y sus exposiciones. Además, figuras aisladas extremamente importantes, como Raúl Henao en aquella misma década, siguen apareciendo.
En los años 80 prosigue la actividad en París, Australia, Toronto, San Francisco, Columbus, Lisboa, São Paulo, Praga, etc. En Buenos Aires tenemos al grupo Signo Ascendente, en los países nórdicos a Dunganon y el Surrealistgruppen sueco (muy creativo, combativo y duradero), en Vancouver al grupo Melmoth (que llegará a 1999), en Madrid a Salamandra (live and well hoy mismo, y sin nunca parar), en Montreal a los automatistas de Les Boules. La década se remata con la aparición del extraordinario n. 4 de Arsenal, que hace un repaso al surrealismo en todas sus proyecciones a lo largo y ancho del mundo.
Encadenando décadas, la siguiente se abre en 1990 con el resurgir de Analogon y con la revista Droomschaar, que conduce al año siguiente a la creación del grupo CAPA, decisivo en la cuestión, capital para el surrealismo, del automatismo colectivo. Si en los años 80 volvían las Ediciones Surrealistas (en París, Chicago y Estocolmo), ahora es la vez del Boletín Internacional del Surrealismo (con un antecedente en 1986, por los grupos de Chicago y Estocolmo). El primero aúna fuerzas de Checoslovaquia, París, Estados Unidos, Buenos Aires, Estocolmo y Madrid, mientras que el segundo, contra la grotesca conmemoración del “descubrimiento de América”, añade grupos y nombres de Australia, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y São Paulo. Estos boletines no tienen continuidad, lo que quizás estuvo bien, ya que, a mi juicio, implicaban el riesgo de oficializar el surrealismo, aparte el darle voz a unos grupos en detrimento de otros y el riesgo de dejar de lado muchas aventuras solitarias que el surrealismo siempre ha respetado cuando genuinas y honradas. Fundamental es en estos años la irrupción del grupo de Leeds, con los diez números (excepcionales) de Black Lamplight y en seguida Manticore. En Estocolmo se publican los ocho de Stora Saltet y en París vuelven las revistas surrealistas con el primero de S.u.rr... Un libro detonante fue Le Punching-ball & la Vache à lait de Guy Ducornet, ya que supuso una respuesta lúcida y contundente a la impostura académica sobre y contra el surrealismo.
La primera década del nuevo siglo también se abre de modo espectacular: grupo Derrame en Chile, grupo deCollage en São Paulo, grupo griego de Ioaninna. Las revistas no cesan: dos nuevas series de Brumes Blondes, Styxus (grupo Stir Up), Derrame, Phosphor (Leeds). En 2005 nacen SLAG (Surrealist London Action Group) y la plataforma Sonámbula, como en 2007 el grupo turco y en 2008 la Cabo Mondego Section of  Portuguese Surrealism, al socaire de la exposición de Coimbra “O reverso do olhar”, que pone en el candelero a todo el surrealismo “actual”. En su misma línea, Derrame lleva a cabo en Santiago la exposición “El umbral secreto”.
Los últimos años han ofrecido la continuidad irrefutable de la aventura surrealista que evidencia nuestro trabajo. Hydrolith (2010) reúne multitud de intervenciones de diferentes grupos, que ofrecen un panorama de gran riqueza. Invisible Heads (2011) revela la fecundidad creativa, incluida la fabulosa colaboración con los indios hopi, de nombres muy interesantes que siguieron un camino diverso al del grupo Arsenal. Debout sur l’Oeuf (2011) reúne en una lujosa revista-objeto a los surrealistas portugueses y muchos amigos surrealistas del mundo. A Phala (2013), como queriendo corroborar de modo absoluto la continuidad “irrefutable” de que hablábamos, saca un número de 400 páginas 47 años después del primero y siempre de la mano de uno de los pilares del surrealismo en todo este medio siglo: Sergio Lima. El grupo SLAG y la revista Patricide dan una nota de vivacidad absoluta, como los fotomontajes de Neil Coombs y las pinturas de Patrick Hourihan, verdaderas aportaciones novedosas. La tradición de las comunicaciones casi secretas prosigue, por ejemplo, con las deliciosas autoediciones de Guy Girard. Y en Praga, la exposición “Other Air”, con un catálogo modélico, no solo daba cuenta de la actividad del grupo checo y eslovaco desde 1990, (con el cine maravilloso de Jan Svankmajer, pero como siempre con infinidad de juegos, objetos, experimentos, performances, debates, antologías, etc.), sino que se proyectaba en un mañana jugador que es el del propio surrealismo, en su voluntad de encarnar, en un mundo catastrófico, las llamas policromas de la vrai vie.

Nueva exposición en Cádiz


En el Cádiz costero ha tenido una nueva exposición auspiciada por Bruno Jacobs, quien me ha hecho el honor de presentar una serie de fotos lusitanas mías, bajo el título de “Mares y fábulas”.
Esta es la segunda de las exposiciones sorpresas que organiza Bruno Jacobs. La primera tuvo lugar en la Galería 13, pero al transformarse el espacio, se tomó la decisión de convertir estas exposiciones en "vagabundas", no adscribiéndose así a un lugar fijo y evitando de paso crear una suerte de concepto.
Las fotos fueron elegidas por el propio galerista, idea que me parecía más adecuada que la de hacer yo la selección. En la hipótesis segunda, yo pensé en una selección de fotos marinas, lo que hubiera explicado mejor, eso sí, el hecho de que se desatara una tormenta marina de viento y agua que redujo el tiempo de exposición a 24 horas. ¡Exposición fulgurante, a la que me hubiera gustado asistir si en 2005 no hubiera dejado yo definitivamente de moverme de la montaña de Anaga y sus alrededores, en la isla de Tenerife!
La exposición fue oficialmente abierta en el callejón Osorio el 31 de diciembre de 2013, por lo que  pudo atravesar brillantemente de un año a otro y ser vista por gente bien dispuesta.
El galerista me escribe: “Todo salió bien de verdad, en un callejón de alta calidad. Pasa bastante gente por allí. La exposición duró algo así como 24 horas, cuando empezó a sufrir el fuerte viento y sobre todo la lluvia. Mala suerte, pero es así al borde el Atlántico… En cualquier caso, supongo que tuvo muchos «visitantes»”.
La exposición “Mares y fábulas” fue oficialmente abierta por Eugenio Castro, Roman Dergam, Bruno Jacobs y Javier Gálvez, a quienes vemos en esta imagen de izquierda a derecha y a quienes agradezco efusivamente su disponibilidad y su generosidad.


miércoles, 8 de enero de 2014

Centenarios

Los centenarios de 2014 muestran la dimensión absolutamente internacional del surrealismo: solo encontramos un nombre francés, el de François Valorbe, y todos estos de la proyección sin fronteras del surrealismo: Jindrich Heisler, Jiri Kolar, Vaclav Zykmund, Theodore Brauner, Jules Perahim, António Dacosta, Asger Jorn, Karl-Otto Götz, Gerome Kamrowski, Teresa d’Amico, Teófilo Cid, Octavio Paz, Georges Henein.
En 1914 pintó Giorgio de Chirico cuadros extraordinariamente influyentes: El genio cautivo de un rey (reproducido en Le surréalisme et la peinture, y que compró Doucet por consejo de Breton), El enigma de la jornada (que originaría en 1924 una “investigación experimental” por parte del grupo), Misterio y melancolía de una calle, La conquista del filósofo, El enigma de la fatalidad, El viaje sin fin (que tuvo Duchamp), La incertidumbre del poeta, El destino del poeta, Paisaje metafísico con torre blanca, La nostalgia del poeta (retrato premonitorio de Apollinaire), El canto de amor (decisivo en Magritte), El paseo del filósofo, Melancolía de la partida, El cerebro del niño, El enigma de la partida, Turín primaveral... En fin, una cosecha apabullante, en un año que además vio aparecer en sus pinturas la imagen del maniquí.
Este fue también el año en que André Breton descubre a Rimbaud, así que puede considerarse, en la génesis del surrealismo, el primer año clave.
Merece hoy recordarse El cerebro del niño en su “versión surrealista”. Este cuadro lo tuvo Breton desde que lo vio expuesto en el escaparate de la galería Paul Guillaume, bajándose del autobús en que viajaba para poder apreciarlo; luego, al cederlo para una exposición que tenía lugar en la misma galería, le ocurrió lo mismo a Yves Tanguy, quien entonces ni conocía a Breton, y para quien sería tan decisivo como El canto de amor para Magritte. Pero la “versión surrealista” solo llega en 1950, cuando Breton lo incluye en el Almanaque surrealista del medio siglo, transformado por Toyen (Pierre Demarne aseguraba que por Hérold), quien maquilló y le abrió los ojos al personaje: es el Despertar del «Cerebro del niño». Breton, en una carta a Robert Amadou de 1953, publicada en Perspective cavalière (que en España se tituló Magia cotidiana), aborda El cerebro del niño y su “poder de impacto excepcional”.


Julio Monteverde: objetos y poemas

Seguimos en el mundo de los objetos surrealistas. Julio Monteverde y Julián Lacalle, como ya anunciamos, acaban de publicar el librito Casa de fieras, juego a dúo donde buscan “internarse en el mundo de los objetos”, acariciados “con un amor infinito”, ya que alrededor de ellos “un espacio vibra, provocando una tensión particular”. Son en total 18 los objetos que aquí hablan, en breves prosas, de un modo que en seguida me recordó los poemas surrealistas del insólito poemario de Pedro García Cabrera Dársena con despertadores (1936), uno de los cuales se titula precisamente “Habla un interruptor”. Los mejores personajes de Casa de fieras son los que se emparientan con el “signo ascendente” de los poemas, muy líricos, de Dársena con despertadores: “el pájaro de tinta” (un tintero tumbado, con su pincel-cola y la etiqueta despegada en forma de alas), “el caracol sordomudo” (una cinta métrica), “el ciempiés” (un peine), “el loro” (la cabeza de unos alicates), “el tiburón materialista” (la hoja de una navaja), “el cuervo albino” (unas tijeras blancas)..., y por supuesto los de carácter enigmático, que son “el cisne de la transformación” y “el hombre raíz”. Enigmática y poética es también la fiera de la portada y del marcador del libro, que podemos ver a la derecha de esta nota –y que, pese a sus muchas bocas, no sabemos nada de lo que dice, quedando como una invitación a que cada uno lo suponga o imagine.
Julio Monteverde, de quien ya reseñamos aquí su muy notable ensayo De la materia del sueño, ha formado parte del grupo surrealista madrileño, aunque ya no actualmente. Ello no ha implicado ruptura con sus viejos amigos, ni rechazo de la aventura surrealista. En 2011, las Ediciones La Bella Cristalera, del grupo, publicaron un cuaderno que solo ahora he podido conocer: limo contagio australia trimestre, y que ofrece un gran interés. A partir de la anotación en duermevela de estas cuatro palabras sucesivas, Julio Monteverde compone un cuaderno de cuatro poemas que se corresponde cada uno con una de esas palabras. En una nota final, escribe: “Si estas palabras no hablan por lo que son, pero continúan siendo puntos reconocibles en la línea del sueño, parecen ocultar algo parecido a un sentido que comenzaría a desvelarse en el reconocimiento de su presencia”. Nada más cercano al Le la de André Breton, aunque en su caso eran cuatro frases apuntadas en de sendas noches de los años 50, y también en el estado de duermevela. Las cuatro palabras del texto de Julio Monteverde “permanecen como cuatro notas de un acorde de sueño, primero sucesivas y justo después perfectamente simultáneas (por agregación)”, acorde de “armonía perfecta y necesaria”, y armonía sentida como “una última puerta”.
Porque “las agujas / de nuevo / marcan un tiempo esencial”.

Fotografía de Yolanda López

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Alcoholes

Jean-Pierre Lassalle colabora en el volumen Alcools (Du Lérot, éditeur, Tusson, Charente, 2013), con un breve trabajo sobre los “Alcoholes surrealistas”. Los surrealistas, es bien sabido, han sido en general sobrios, no atrayéndoles mucho, a diferencia, por ejemplo, de los músicos de blues, el culto báquico, ni, a diferencia de los de jazz, los “paraísos artificiales”, ya que lo suyo es el “estupefaciente imagen”. Pero las excepciones tampoco son pocas. En el capítulo de las copas, Lassalle nombra a Yves Tanguy, Jean-Louis Bédouin, Francis Meunier, Adrien Dax... Muchos quedan en el tintero, a veces por delicadeza y a veces por falta de noticias relevantes. Entre los canarios, el caso Domínguez es bien conocido, pero también está Emeterio Gutiérrez Albelo, no ya el de la época post-surrealista, sino el de los propios años mozos; en Romanticismo y cuenta nueva hasta hay un poema titulado “Trompo de domingo”, en que describe una borrachera en la plaza de Icod, jugando con el doble sentido de la palabra “trompo”, pero son muchas las referencias a la bebida en este libro y en Enigma del invitado, e inmortal esa cómica y brutal parodia de la llamada Santa Cena, en que doce perros famélicos, al descorchar el “amo” la botella de champán, se abalanzan sobre él y lo convierten “en un puro / garabato de huesos”. En similar bohemia alcohólica desembocó el chileno Teófilo Cid, pero por aquel entonces ya se había desencantado del surrealismo. Más recientemente, se quisieron atribuir al alcoholismo las infamias que un ex surrealista largó sobre Jorge Camacho, al ser entrevistado por una revista comunista.
Ahora bien: el mayor interés de este artículo de Lassalle es la evocación del gran Mesens, “el más fascinante de los alcohólicos del grupo” y un hedonista en todos los órdenes de la vida, empezando por el sexual y siguiendo por el gastronómico. Él mismo decía sobre sus alcohólicos “gustos personales”, en la encuesta magritteana de Le Savoir Vivre, año de 1946: “El gin en cantidad media; la ginebra holandesa (solo un vasito); el whisky escocés e irlandés en bastante cantidad y sin agua; la absenta (dos vasos, de preferencia en los alrededores del Jardín de Luxemburgo entre las 6 y las 7 de la tarde); el slivowitz (¡ortografía!) (una media botella en los alrededores de Salzburgo pero lejos de los espectáculos de M. Max Reinhardt); el armagnac después de cenar (sobre todo después de una mediocre cena londinense en tiempos de paz)”. A esta lista de bebidas sigue la de comidas y la del tabaco, con relieve para los cigarrillos americanos y los puros habanos y de Jamaica.
Mesens no solo mantuvo el pabellón de la ilustre absenta –“el demonio verde”–, sino que pintó en 1965 (con collage) a esta “bebedora de absenta”:

Roussel en Brasil

En Brasil, Cultura & Barbarie acaba de publicar un rico volumen dedicado a Raymond Roussel, de características similares al Locus Solus. Impresiones de Raymond Roussel  de Turner que reseñamos aquí mismo en 2012. Lo novedoso son las colaboraciones brasileñas, ya que los textos clásicos son más o menos los mismos, siendo de lamentar que se haya mantenido a Cocteau y aparezca el no menos deleznable Montesquiou, mientras que en cambio desaparece Annie Le Brun, autora del principal libro sobre Roussel (Vingt mille lieus sous les mots, Raymond Roussel, 1994). Centrado también en Locus Solus, el volumen incluye textos de Breton, Éluard, Desnos, Pauvert, Vitrac, Soupault, Bataille, Leiris, John Ashbery y, por supuesto, el propio Roussel.
Este “Dossié Raymond Roussel” constituye el n. 98 de la revista Sopro, y coincide con la publicación de la primera edición de Locus Solus en lengua portuguesa. También, con la aparición del n. 2 de A Phala, donde se incluyen dos páginas del manuscrito de uno de los libros verdaderamente míticos y capitales de la literatura moderna.
http://culturaebarbarie.org/
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Las conferencias sobre el objeto surrealista de Emmanuel Guigon y Georges Sebbag, con subtítulos en español, pueden seguirse en estas direcciones:
http://www.youtube.com/watch?v=hmFWu3SFc3g