Como preámbulo a la cronología
que cierra el almanaque de “Brumes Blondes”, hay un texto mío en que intento,
muy sucintamente, referir lo esencial de tan amplio periodo. Por desgracia, al
enviárseme la traducción francesa, no la revisé sin cotejar el original, y me
confié en su fiabilidad, seguramente porque siempre he preferido ser confiado a
“condenado por desconfiado”, cuando para algunas cosas vale más lo segundo que
lo primero. Son pues un fallo finalmente mío los datos en negritas, y de los
cuales el único importante es que no aparezca en el texto traducido,
evidentemente por un salto de línea del traductor, referencia alguna al grupo
surrealista de Madrid y la revista “Salamandra”, mientras que se hace al grupo
Melmoth llegar hasta la actualidad. Lo lamento sinceramente. En el error de los
boletines, de la traducción se desprende que el segundo fue firmado solo
por los grupos que se enumeran, cuando son grupos que se añadieron a las
firmas anteriores. Diferencia de matiz, aunque sin mayor importancia, hay en la
referencia a Raúl Henao.
1964-2013: cincuenta años de
surrealismo, en una cronología obligatoriamente incompleta (pero en la que
esperamos no haya faltado lo esencial) y que además se ve afectada por la
ausencia de todo el período anterior, a la espera de algún día elaborar un
calendario integral, desde el encuentro Vaché-Breton, y con todos los datos
disponibles.
Si algo demuestra esta cronología
es la pervivencia siempre firme de la aventura surrealista, en una geografía
tan móvil como amplia. En los primeros años que documentamos, París seguía
siendo el corazón de esa aventura: La
Brèche, “L’Écart Absolu”, la presencia de André Breton... Mientras,
proseguía el surrealismo en Bélgica y en Praga, en Italia irrumpía la Officina
Undici, en Caracas el grupo El Techo de la Ballena ponía a la sociedad en
polvorosa, Chicago se incendiaba de surrealismo con “The forescast is hot!”,
era lanzada en Holanda la primera serie de Brumes
Blondes, surgía en Moravia el
grupo Lacoste.
Entre los años 67 y 69 incluso
puede hablarse de un reforzamiento internacional del surrealismo: en Brasil con
la exposición “A Phala” (y su densa revista), en Inglaterra con TransformaCtion y la exposición “The
Enchanted Domain”, en Chile con las actividades de La Casa de la Luna.
Mientras, resurgía en Checoslovaquia plenamente el grupo de Praga (“Le principe
du plaisir”, “Plate-forme de Prague”, el primer número de Analogon), Les Lèvres Nues
y Brumes Blondes iniciaban su segunda
serie (Brumes Blondes siempre con un
sentido muy internacionalista, como Phases,
que también abría su segunda serie), en los Estados Unidos la actividad
surrealista de Chicago (Surrealist
Insurrection y la exposición del 68) se complementaba con la de San
Francisco...
Es en este contexto donde va a
romperse el grupo de París, tras sucesivas crisis muy bien relatadas por Alain
Joubert en Le mouvement des surrélistes.
L’Archibras, revista magnífica en sus
primeros números, va manifestando sus contradicciones y acaba por desaparecer.
En 1968, aún los surrealistas de París (sin olvidar al grupo L’Écart, de Lyon),
aparecen con fuerza en las Entretiens
que organiza Ferdinand Alquié y se siguen publicando libros muy notables, como
los de Toyen con Annie Le Brun y Radovan Ivsic, o el de Camacho con Bounure,
pero al año siguiente adquiere una importancia desmesurada el triste “Quatrième
chant” de Jean Schuster, quien, con algunos componentes del grupo, decreta la
muerte del surrealismo “histórico” y prohíbe el uso de la palabra
“surrealismo”. Al fin se encontraban los estamentos académicos y periodísticos,
servida en bandeja, y avalada, la
posibilidad de ponerle una fecha de defunción al surrealismo, lo que hicieron
con mucha diligencia, y seguirán haciendo hasta nuestros días.
Pasa el surrealismo entonces a un
cierto ocultamiento, sumando a sus
enemigos de siempre los que han sido llamados por eufemismo “liquidacionistas”
(a quienes además no han faltado discípulos). Como era de esperar, la reacción
fue inmediata, tal se puede ver en el documento “Surrealism now” de ingleses y
holandeses, en las espléndidas burlas de un Marcel Mariën, en los exabruptos de
Mário Cesariny y sobre todo en la aparición del Bulletin de Liaison du Surréalisme, que congregaba a los miembros
del grupo fieles al surrealismo, con mucha aportación extranjera y en especial
del grupo de Praga. Estamos en 1970, año al que hay que sumar la aparición del
primer número de Arsenal y las
importantes exposiciones de Santiago de Chile y Buenos Aires.
Esta reactivación del surrealismo
ofrece una serie de hitos a los largo de los años 70, y sobre todo de la
segunda mitad: en 1976, La civilisation
surréaliste en París, la enorme exposición mundial “Marvelous
Freedom/Vigilance of Desire” en Chicago y los Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial
de Cesariny; en 1977, los dos números de Surréalisme
en París y la aparición de los grupos de Vancouver y de Australia, que suceden
al de Columbus en el 74; en 1978, las exposiciones de Wisconsin y de Londres,
donde al año siguiente nace el grupo Melmoth. Pero es que además tenemos las
actividades en Buffalo, Utrecht, São Paulo, Toronto (con las ediciones Oasis),
San Francisco, Milán, Amsterdam, Lisboa y, por supuesto, Praga, donde son
incontables las publicaciones poéticas, juegos y pinturas colectivos,
encuestas, pinturas, objetos, antologías, siempre con el carácter experimental
tan propio de este grupo.
Téngase en cuenta, también, que
esta cronología, por abreviar, solo nombra los primeros números de las revistas
–modo de expresión clave del surrealismo–, y que en cada año faltan pues las
que seguían saliendo regularmente, del mismo modo que solo nombramos las
principales publicaciones de algunos autores prolíficos pero esenciales, como,
se me ocurre sobre la marcha, un Guy Cabanel, un Ghérasim Luca, un Ludwig
Zeller, un Mário Cesariny o un Pierre Peuchmaurd, lo mismo pudiendo decirse de
los artistas y sus exposiciones. Además, figuras aisladas extremamente
importantes, como Raúl Henao en aquella misma década, siguen apareciendo.
En los años 80 prosigue la
actividad en París, Australia, Toronto, San Francisco, Columbus, Lisboa, São
Paulo, Praga, etc. En Buenos Aires tenemos al grupo Signo Ascendente, en los
países nórdicos a Dunganon y el Surrealistgruppen sueco (muy creativo,
combativo y duradero), en Vancouver al grupo Melmoth (que llegará a 1999),
en Madrid a Salamandra (live and well
hoy mismo, y sin nunca parar), en Montreal a los automatistas de Les
Boules. La década se remata con la aparición del extraordinario n. 4 de Arsenal, que hace un repaso al
surrealismo en todas sus proyecciones a lo largo y ancho del mundo.
Encadenando décadas, la siguiente
se abre en 1990 con el resurgir de Analogon
y con la revista Droomschaar, que
conduce al año siguiente a la creación del grupo CAPA, decisivo en la cuestión,
capital para el surrealismo, del automatismo colectivo. Si en los años 80
volvían las Ediciones Surrealistas (en París, Chicago y Estocolmo), ahora es la
vez del Boletín Internacional del
Surrealismo (con un antecedente en 1986, por los grupos de Chicago y
Estocolmo). El primero aúna fuerzas de Checoslovaquia, París, Estados Unidos,
Buenos Aires, Estocolmo y Madrid, mientras que el segundo, contra la grotesca
conmemoración del “descubrimiento de América”, añade grupos y nombres de
Australia, Dinamarca, Gran Bretaña, Holanda, Portugal y São Paulo. Estos
boletines no tienen continuidad, lo que quizás estuvo bien, ya que, a mi
juicio, implicaban el riesgo de oficializar el surrealismo, aparte el darle voz
a unos grupos en detrimento de otros y el riesgo de dejar de lado muchas
aventuras solitarias que el surrealismo siempre ha respetado cuando genuinas y
honradas. Fundamental es en estos años la irrupción del grupo de Leeds, con los
diez números (excepcionales) de Black
Lamplight y en seguida Manticore.
En Estocolmo se publican los ocho de Stora
Saltet y en París vuelven las revistas surrealistas con el primero de S.u.rr... Un libro detonante fue Le Punching-ball & la Vache à lait
de Guy Ducornet, ya que supuso una respuesta lúcida y contundente a la
impostura académica sobre y contra el surrealismo.
La primera década del nuevo siglo
también se abre de modo espectacular: grupo Derrame en Chile, grupo deCollage
en São Paulo, grupo griego de Ioaninna. Las revistas no cesan: dos nuevas
series de Brumes Blondes, Styxus (grupo Stir Up), Derrame, Phosphor (Leeds). En 2005 nacen SLAG (Surrealist London Action
Group) y la plataforma Sonámbula, como en 2007 el grupo turco y en 2008 la Cabo
Mondego Section of Portuguese
Surrealism, al socaire de la exposición de Coimbra “O reverso do olhar”, que
pone en el candelero a todo el surrealismo “actual”. En su misma línea, Derrame
lleva a cabo en Santiago la exposición “El umbral secreto”.
Los últimos años han ofrecido la
continuidad irrefutable de la aventura surrealista que evidencia nuestro
trabajo. Hydrolith (2010) reúne
multitud de intervenciones de diferentes grupos, que ofrecen un panorama de
gran riqueza. Invisible Heads (2011)
revela la fecundidad creativa, incluida la fabulosa colaboración con los indios
hopi, de nombres muy interesantes que siguieron un camino diverso al del grupo
Arsenal. Debout sur l’Oeuf (2011)
reúne en una lujosa revista-objeto a los surrealistas portugueses y muchos
amigos surrealistas del mundo. A Phala
(2013), como queriendo corroborar de modo absoluto la continuidad “irrefutable”
de que hablábamos, saca un número de 400 páginas 47 años después del primero y
siempre de la mano de uno de los pilares del surrealismo en todo este medio
siglo: Sergio Lima. El grupo SLAG y
la revista Patricide dan una nota de
vivacidad absoluta, como los fotomontajes de Neil Coombs y las pinturas de
Patrick Hourihan, verdaderas aportaciones novedosas. La tradición de las
comunicaciones casi secretas prosigue, por ejemplo, con las deliciosas
autoediciones de Guy Girard. Y en Praga, la exposición “Other Air”, con un
catálogo modélico, no solo daba cuenta de la actividad del grupo checo y
eslovaco desde 1990, (con el cine maravilloso de Jan Svankmajer, pero como
siempre con infinidad de juegos, objetos, experimentos, performances, debates, antologías, etc.), sino que se proyectaba en
un mañana jugador que es el del
propio surrealismo, en su voluntad de encarnar, en un mundo catastrófico, las
llamas policromas de la vrai vie.