miércoles, 8 de enero de 2014

Centenarios

Los centenarios de 2014 muestran la dimensión absolutamente internacional del surrealismo: solo encontramos un nombre francés, el de François Valorbe, y todos estos de la proyección sin fronteras del surrealismo: Jindrich Heisler, Jiri Kolar, Vaclav Zykmund, Theodore Brauner, Jules Perahim, António Dacosta, Asger Jorn, Karl-Otto Götz, Gerome Kamrowski, Teresa d’Amico, Teófilo Cid, Octavio Paz, Georges Henein.
En 1914 pintó Giorgio de Chirico cuadros extraordinariamente influyentes: El genio cautivo de un rey (reproducido en Le surréalisme et la peinture, y que compró Doucet por consejo de Breton), El enigma de la jornada (que originaría en 1924 una “investigación experimental” por parte del grupo), Misterio y melancolía de una calle, La conquista del filósofo, El enigma de la fatalidad, El viaje sin fin (que tuvo Duchamp), La incertidumbre del poeta, El destino del poeta, Paisaje metafísico con torre blanca, La nostalgia del poeta (retrato premonitorio de Apollinaire), El canto de amor (decisivo en Magritte), El paseo del filósofo, Melancolía de la partida, El cerebro del niño, El enigma de la partida, Turín primaveral... En fin, una cosecha apabullante, en un año que además vio aparecer en sus pinturas la imagen del maniquí.
Este fue también el año en que André Breton descubre a Rimbaud, así que puede considerarse, en la génesis del surrealismo, el primer año clave.
Merece hoy recordarse El cerebro del niño en su “versión surrealista”. Este cuadro lo tuvo Breton desde que lo vio expuesto en el escaparate de la galería Paul Guillaume, bajándose del autobús en que viajaba para poder apreciarlo; luego, al cederlo para una exposición que tenía lugar en la misma galería, le ocurrió lo mismo a Yves Tanguy, quien entonces ni conocía a Breton, y para quien sería tan decisivo como El canto de amor para Magritte. Pero la “versión surrealista” solo llega en 1950, cuando Breton lo incluye en el Almanaque surrealista del medio siglo, transformado por Toyen (Pierre Demarne aseguraba que por Hérold), quien maquilló y le abrió los ojos al personaje: es el Despertar del «Cerebro del niño». Breton, en una carta a Robert Amadou de 1953, publicada en Perspective cavalière (que en España se tituló Magia cotidiana), aborda El cerebro del niño y su “poder de impacto excepcional”.