sábado, 29 de junio de 2019

“Mont de pieté”, 1919


En junio de 1919 se publicaba Mont de pieté, la primera recopilación poética de André Breton, mientras él y Soupault se entregaban a la escritura frenética de Les champs magnétiques.
Mont de pieté –irónico título que Valéry encontró “delicioso”– consta de quince poemas publicados entre 1913 y 1919 en distintas revistas, como Nord-Sud, Valori Plastici, Dada y Littérature.
La editorial la animaba un viejo condiscípulo de Breton, y si su nombre era un acierto: Au Sans Pareil, aun mejor es el que propuso Breton: À l’Incroyable (¡letrero de tiendas de zapatos!). Dos dibujos de André Derain, entonces muy estimado por Breton, ilustraban el libro.
Marguerite Bonet ha presentado, comentado y anotado maravillosamente Mont de pieté y cada uno de sus poemas en el tomo 1 de las Oeuvres complètes de Breton. No hay mejores estudios de la poesía de André Breton que los realizados por ella y Étienne-Alain Hubert a lo largo de estas obras completas.
El primer poema, “Façon”, escrito en Nantes en 1916, desagradó a Vaché. Como en otros poemas de estos años, la relación es obvia con la poesía de Rimbaud, Mallarmé y Reverdy. En “Façon” encontramos nombrado a Baptiste Ajamais, uno de los personajes de Aniceto o el panorama, novela (1921), trasunto del propio Breton.
Laurens Vancrevel evoca este poema en su respuesta a la encuesta de 1993 sobre Breton, que merece ser aquí transcrita, ya que además alude a uno de los poemas hechos con recortes de periódico incluidos en el Primer manifiesto y anticipados por “Le corset mystère”, que cierra precisamente Mont de pieté.



En 1988, Mont de pieté, en traducción de Vancrevel, inauguraría la colección de libros artesanales de Rik Lina Carrefour. La portada era ¡en papel de lija!



Entre “Façon” y los dos poemas más audaces de Mont de pieté, que son los que lo cierran, “Une maison peu solide” y “Le corset mystère”, hay otros que, pese a su  corsé “simbolista”, resultan aún memorables, como “Âge”, “Forêt noir” y “Pour Lafcadio”. “Âge” es una suerte de continuación del “Aube” de Rimbaud. “Forêt noir”, evocado en el Primer manifiesto y que demoró seis meses (¡!) en escribir, es la culminación de sus búsquedas mallarmeanas; Reverdy reaccionó negativamente a la inclusión de la gran exclamación de Rimbaud, “¡Pero qué salubre es el viento!”, por su rechazo a las referencias librescas en los poemas, y Henri Pastoureau lo analizaría un par de décadas después. Lafcadio, el entusiasta del “acto gratuito”, es el personaje clave de Les caves du Vatican de André Gide, y sobre él volvería Breton en la Antología del humor negro, acercándolo a Vaché y a Cravan; el poema es un collage de frases de los amigos, con un final que el inteligente Jean Paulhan fue incapaz de entender. Debemos citar también como un poema muy destacado “Clé de sol”, pero a él ya aludimos en una nota anterior (clé de sol).
“Une maison solide” se limita a sustituir en una noticia periodística el nombre del salvador de un niño de siete años por el de Apollinaire, mientras que el niño se convierte en un alegórico “pequeño Lespoir”. Aquí sí que estamos a mil años luz de la parafernalia simbolista, y lo mismo ocurre con “El corsé misterio”, su primer poema en recortes periodísticos (otros hay en el Primer manifiesto y en Pez soluble). El título lo tomaba Breton de una tienda que aún existía, con su letrero, en los años 30. Pero veamos esta preciosa página de los maravillosos Mystères de la chambre noire de Édouard Jaguer, quien abre su galería fotográfica surrealista precisamente con una foto de una tienda de corsés de Eugène Atget, evocando el poema de Breton:



El poema apareció también en el número 4 de Littérature, correspondiente a este mismo mes de junio. Era lo mejor de la revista, junto a –desde la perspectiva surrealista– esta afirmación exaltada de Louis Aragon:
“El mundo cabe en la pantalla: no hemos terminado de emocionarnos con ello. Díganme los nombres de las mejores películas, para que rememore sus bellezas. Oh amigos míos, el opio, los vicios vergonzosos, el órgano de licores han pasado de moda: hemos inventado el cine”.
Pero esto es ya otra historia...

jueves, 27 de junio de 2019

Joyce Mansour, al día


Es sabido que la monografía esencial sobre Joyce Mansour es el maravilloso libro de Marie-Laure Missir Joyce Mansour: une étrange demoiselle, publicado en 2005. Pero posteriormente han aparecido dos obras escritas por su nuera, Marie-Francine Mansour, que deben tenerse en cuenta. Esta, en dos tomos, se publicó en 2016:


Y en segundo lugar tenemos esta otra, de 2014, que maneja la correspondencia con André Breton:


Aun más recientemente, Agulha le ha dedicado su número 133, donde se incluyen precisamente dos trabajos de Marie-Francine Mansour:

viernes, 21 de junio de 2019

Solsticio de verano

Hoy día 21, en Leeds:



Y en Madrid:



Mañana sábado, en París:


Y de aquí a siete días, en Nueva York:



En tanto, sigue esta exposición de Victor Brauner en la Galería Dada de Bucarest:

lunes, 17 de junio de 2019

Jean Ray, por Pierre-André Sauvageot


En el último número de la revista L’échaudée, Alain Joubert celebraba la obra de Jean Ray. Ahora, Pierre-André Sauvageot nos brinda en su página un cortometraje de animación (a partir de fotos) inspirado oníricamente en esa misma obra, que viene a sumarse a otra bella película que en su día recomendamos aquí: Una aventura de Harry Dickson de Jean-Claude Mornard.
La película ha contado, como se verá en los créditos finales, con la colaboración de algunos amigos del Grupo surrealista parisino.

lunes, 10 de junio de 2019

Georges Goldfayn, príncipe de las explosiones

Georges Goldfayn, 1977

El pasado mes de abril murió a los 86 años Georges Goldfayn, figura importante del grupo surrealista parisino en los años 50 y 60, en torno a André Breton.
Reproduzco hoy la entrada de Caleidoscopio surrealista, que, como es de esperar, se centra en su actividad surrealista, y envío a la wikipedia, donde hay trazada una semblanza más amplia, en la que aparece por ejemplo su labor traductora y su participación como actor en varias películas.
De estas películas remito a Toute revolution est un coup de dés  (título de una frase de Jules Michelet), de Danièle Huillet y Jean-Marie Straub, quienes, del mismo modo que aquí dialogan con el poema mallarmeano, adaptarían posteriormente América de Kafka; este cortometraje fue rodado en 1977 en el cementerio de Père Lachaise, junto al monumento en homenaje a las víctimas de la Comuna.
A Georges Goldfayn puede vérsele también intervenir felizmente en las más recientes y bellas películas de la colección Phares dedicadas a sus amigos Toyen y Péret. Péret le dedicó en mayo de 1951 la primera edición de Je sublime, con estas palabras: “A Georges Goldfayn, Amigo del pueblo y apoyo de su madre, protector de su portera y domador de su pingüino disecado”. Por su parte, Breton, escribió estas palabras al regalarle Le revolver à cheveux blancs: “Qu'entre les mains de Georges Goldfayn –je lève mon verre à la vie telle qu'il la prend– le revolver à cheveux blancs braqué sur ce qu'il aime ne sache y réveiller que la fleur du magnolia et du jasmin”. Y estas, más escuetas pero definitivas, en La clé des champs, año de 1953: “A mi amigo Georges Goldfayn, príncipe de las explosiones”.

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Como homenaje a Goldfayn, surrealista que siempre he estimado mucho, ofrezco una selección de algunos de sus textos:
-En el número especial de L’Âge du Cinéma sobre el surrealismo, 1951, el artículo “Le cinéma comme entreprise de transmutation de la vie” (agradezco a Georges Sebbag el envío de este texto).
-Uno de los “billets” surrealistas publicados en Le Libertaire, 5 de junio de 1952, que para comodidad de lectura tomo también del libro de José Pierre (a quien pertenece la nota final) Surréalisme et anarchie, 1983.
-El ensayo sobre las canciones populares, en Le Surréalisme, même, n. 1, 1956.
-La respuesta a la encuesta sobre el cuadro de Gabriel Cornelius von Max, en Le Surréalisme, même, n. 1, 1956.
-Sus dos “plaquettes” poéticas en Maintenant: Rien ne va plus (1972) y Mise en jeu (1974).
-El poema “Exposition” en el n. 5, 2ª serie, de Phases, 1975.
-Uno de los poemas de Des étrangers, acompañado de uno de los aguafuertes de Philip Collage que lo ilustran, en el n. 3 de Ellebore, 1980. Este libro se publicó en 1978 y me habría gustado reproducirlo aquí entero, si no fuera porque no lo tengo y solo se consigue a 480 euros.
-A modo de guinda, el estupendo párrafo que le dedica el inolvidable Éric Losfeld en sus memorias, 1979.

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Georges Goldfayn. En 1951, Georges Goldfayn conecta con los surrealistas, perteneciendo al grupo hasta su ruptura. Fundó con Robert Benayoun y Ado Kyrou L’Âge du Cinéma y realizó con Jindrich Heisler collages cinematográficos, apasionándose también por el jazz. En 1953, fue uno de los participantes en el juego “Ouvrez-vous?”, publicado en el primer número de la revista Médium, donde aparece también el Goldfayn polemista, que toma por blanco la figura de Tapié, como en el segundo redactará con Schuster un virulento texto contra el veredicto que condenaba a la asesina Pauline Dubuisson y en el tercero no perdonará unas declaraciones aberrantes de Buñuel. En la misma revista, Goldfayn interviene en el juego de “Lo uno en lo otro”. Ya en Le Surréalisme, même, n. 1, reflexiona sobre el poder subversivo de las canciones populares y, en una breve nota, pone en su sitio el eclecticismo de Hans Richter en Dreams that money can buy; en el n. 3, responde a la encuesta sobre dos cuadros. En 1960 publicó con Legrand la primera edición comentada de las Poesías de Ducasse. Sin colaborar en L’Archibras, se lo ve después en Coupure, en el grupo de Maintenant (donde publica dos breves textos: Mise en jeu y Rien ne va plus, y participa en el juego de los “Objetos de identidad”), en Ellebore, en Phases. En el n. 6-7 de Le Melog, a la pregunta de qué lo ataba a la vida, respondía simplemente: “La mujer que amo”. En 1978, Philippe Collage ilustraba con aguafuertes a color los poemas de su libro Des étrangers, publicado en las ediciones Hypertrichosiques, y al año siguiente participaba en una película alemana sobre Konrad Klapheck junto a Annie Le Brun, Radovan Ivsic y Fabio de Sanctis.
Goldfayn es bellamente evocado por Éric Losfeld en sus memorias (Endetté comme une mule ou la passion d’éditer, p. 57): “Le he guardado siempre una gran ternura, pues representa para mí la vida misma, con su inteligencia a la vez seria y llena de humor, su conversación infatigable y a la vez brillante, su sensibilidad discreta”, aludiendo luego a su carácter irreverente y de “bon vivant”.

domingo, 9 de junio de 2019

Carlos M. Luis: “Horizontes del surrealismo”

En 2012 ya se anunciaba el libro de Carlos M. Luis Horizontes del surrealismo, recopilación de sus ensayos sobre la materia, muchos de ellos publicados en la revista digital Agulha. Por desgracia, la edición ha sido póstuma, pero ya está disponible, y puede obtenerse vía amazon.
Este es un libro importante, que componen los siguientes ensayos: “Horizontes del surrealismo”, “André Breton y la utopía surrealista”, “El surrealismo y lo maravilloso”, “Eros, violencia y surrealismo”, “Ives Tanguy y sus dólmenes surrealistas” (sic, ya que Carlos M. Luis  siempre pone Ives), “El surrealista que vino del Renacimiento” (y que no es otro que Kurt Seligmann), Jorge Camacho entre pájaros y kachinas”, “Ludwig Zeller”, “Matta en la América”, “Las máscaras en el surrealismo”, “Los cadáveres exquisitos”, “Prismas de Wifredo Lam”, “Víctor Brauner, el mago”, “Max Ernst: surrealismo, alquimia y collage”, “Los surrealistas en la América”, José Lezama Lima y el surrealismo”, “Analogía, hermetismo y ludus surrealista”, “Antonin Artaud entre cacas y gritos”, “Benjamin Péret o el mundo al revés”, “El surrealismo y los límites del lenguaje” y “Bestiario, naturaleza y hermetismo surrealista”.
No es Carlos M. Luis un ensayista de primer rango (ni a buen seguro, conociendo su bonhomía, pretendía serlo). A veces parece que estamos leyendo un manual divulgativo sobre el surrealismo y maneja y cita con frecuencia libros vulgares, muchos de corte académico, a lo que se suma la molesta lectura resultado de una puntuación confusa, una coordinación descuidada y sobre todo el vicio amanerado del subjuntivo imperfecto, que lo plaga todo. Sin embargo, sabe muy bien de lo que habla, ha leído y entendido a la perfección a André Breton (el único patinazo es cuando afirma que rechazaba el amor sáfico, lo que es completamente erróneo) y se mueve con soltura por los campos más diversos del surrealismo, profundizando inteligentemente en muchos tramos de sus ensayos. En este aspecto, su obra es una buena introducción al surrealismo, agitando temas e ideas con la misma lucidez con que se ha enfrentado a ese castrismo que ha castrado a su país durante ya medio siglo –no por azar, Horizontes del surrealismo está dedicado a la memoria de su amigo Jorge Camacho.
Carlos M. Luis fue además una persona entrañable, y cierta placidez salutífera emana de su escritura, a pesar de la referida afectación. Si en la América latina ha sido muy extraño no desvirtuar el surrealismo, resulta enormemente meritorio encontrarnos con una voz como la suya. Esperemos que tarde o temprano se pueda acceder también a una publicación que dé muestra de su labor como collagista.

sábado, 8 de junio de 2019

martes, 4 de junio de 2019

El diamante de Pierre Faucheux


Solo ahora, gracias al último número de los Cahiers Charles Fourier, reparamos en este importante libro dedicado a Pierre Faucheux, uno de los grandes artistas gráficos del siglo XX y un amigo duradero y magnífico de los surrealistas.

Breton y Faucheux captados
por Denise Bellon en LÉcart Absolu 
L’ècartelage ou l’ècriture de l’espace d’après Pierre Faucheux lo publicó en noviembre de 2013 el Instituto Superior de las Artes de Tolosa. Ampliamente ilustrado, consta de varios estudios aceptables (aunque a Catherine Guiral se le escape una vez lo del “papa del surrealismo”) y de una fascinante visita al mundo de Faucheux a través de la imagen. No se ocupa solo de los écartelages, sino de todas las vías de su obra y en particular de los libros que diseñó y de los que estos son los que más nos conciernen: Aforismos de Lichtenberg (1947), Charles Cros (1950), Antología del humor negro de Breton (tres versiones, en 1950, 1966 y 1970), los Manifiestos del surrealismo (1955), La Eva futura de Villiers (1957), Historia de la pintura surrealista de Marcel Jean (1959), los catálogos (y no solo: carteles y escenografías también) de las exposiciones internacionales del surrealismo Eros (1959) y L’Écart Absolu (1965), Los cantos de Maldoror (1963, 1972), Flagrant délit de André Breton (1964), La littérature à l'estomac (1964), Los crímenes del amor de Sade (1972), la Vida del Marqués de Sade de Gilbert Lely (1982) y libros de Pol Bury, Pierre Alechinsky y Radovan Ivsic (quien le dedicó en 1982 un extraordinario ensayo, incluido en Cascades).

Pierre Faucheux, La Ópera carnívora, 1966

En cuanto a los écartelages (palabra que, como es sabido, procede de la expresión fourieriana “écart absolu”, y que es la que él eligió para sus collages, los primeros de los cuales hizo para sus amigos surrealistas, en 1965), se reproducen todos o casi todos, con destaque surrealista para los “retratos armónicos” de Fourier (1965), el de Charles Cros (1966) y La Ópera carnívora (1966, reproducido aquí en color, a diferencia de lo que ocurre en el número 3 de LArchibras). En cambio, faltan imágenes de dos libros magníficos: la maravillosa Anthologie de la poésie naturelle (1949) y La nuit du Rose-Hôtel de Fourré, que editó el propio Breton.
No decepciona esta joya bibliográfica, de la que damos aquí algunas muestras visuales.
“Pierre Facheux tiene un diamante incrustado en el ojo.” (André Breton)

P. Faucheux, Retrato armónico de Charles Fourier,
cubierta del catálogo de LÉcart Absolu

Traducciones, reediciones...

Kurt Seligmann, El bucanero, 1933

No solemos informar aquí de traducciones, recopilaciones, antologías, reediciones, etc., pero hoy inventariamos una serie, la mayoría a partir de la página de Paul McRandle, aunque su enlace se encuentre siempre a la derecha de este blog.