domingo, 9 de junio de 2019

Carlos M. Luis: “Horizontes del surrealismo”

En 2012 ya se anunciaba el libro de Carlos M. Luis Horizontes del surrealismo, recopilación de sus ensayos sobre la materia, muchos de ellos publicados en la revista digital Agulha. Por desgracia, la edición ha sido póstuma, pero ya está disponible, y puede obtenerse vía amazon.
Este es un libro importante, que componen los siguientes ensayos: “Horizontes del surrealismo”, “André Breton y la utopía surrealista”, “El surrealismo y lo maravilloso”, “Eros, violencia y surrealismo”, “Ives Tanguy y sus dólmenes surrealistas” (sic, ya que Carlos M. Luis  siempre pone Ives), “El surrealista que vino del Renacimiento” (y que no es otro que Kurt Seligmann), Jorge Camacho entre pájaros y kachinas”, “Ludwig Zeller”, “Matta en la América”, “Las máscaras en el surrealismo”, “Los cadáveres exquisitos”, “Prismas de Wifredo Lam”, “Víctor Brauner, el mago”, “Max Ernst: surrealismo, alquimia y collage”, “Los surrealistas en la América”, José Lezama Lima y el surrealismo”, “Analogía, hermetismo y ludus surrealista”, “Antonin Artaud entre cacas y gritos”, “Benjamin Péret o el mundo al revés”, “El surrealismo y los límites del lenguaje” y “Bestiario, naturaleza y hermetismo surrealista”.
No es Carlos M. Luis un ensayista de primer rango (ni a buen seguro, conociendo su bonhomía, pretendía serlo). A veces parece que estamos leyendo un manual divulgativo sobre el surrealismo y maneja y cita con frecuencia libros vulgares, muchos de corte académico, a lo que se suma la molesta lectura resultado de una puntuación confusa, una coordinación descuidada y sobre todo el vicio amanerado del subjuntivo imperfecto, que lo plaga todo. Sin embargo, sabe muy bien de lo que habla, ha leído y entendido a la perfección a André Breton (el único patinazo es cuando afirma que rechazaba el amor sáfico, lo que es completamente erróneo) y se mueve con soltura por los campos más diversos del surrealismo, profundizando inteligentemente en muchos tramos de sus ensayos. En este aspecto, su obra es una buena introducción al surrealismo, agitando temas e ideas con la misma lucidez con que se ha enfrentado a ese castrismo que ha castrado a su país durante ya medio siglo –no por azar, Horizontes del surrealismo está dedicado a la memoria de su amigo Jorge Camacho.
Carlos M. Luis fue además una persona entrañable, y cierta placidez salutífera emana de su escritura, a pesar de la referida afectación. Si en la América latina ha sido muy extraño no desvirtuar el surrealismo, resulta enormemente meritorio encontrarnos con una voz como la suya. Esperemos que tarde o temprano se pueda acceder también a una publicación que dé muestra de su labor como collagista.