martes, 28 de noviembre de 2017

Homenaje a Ludwig Zeller


Con motivo de los 90 años de Ludwig Zeller, figura mayor del surrealismo, se ha publicado un magnífico volumen dirigido por Enrique de Santiago y en el que colabora la plana mayor de Derrame junto a otros nombres cercanos al entrañable artista y poeta. Será presentado el día 9 en el Taller de Rokha, a las 6 de la tarde.
En la presentación, óptima, Enrique de Santiago subraya la “generosidad” de Zeller y habla de los collages de este “poeta de pluma y tijeras”, a la vez que explica el sentido del volumen, donde muchas voces han querido dialogar con su obra en la forma de poesía escrita y visual.
Tras una antología de poemas y collages del propio Zeller, encontramos los tributos (tres páginas por autor), donde la libertad expresiva permite contribuir de la manera que se quiera, pero donde, a la postre, lo que más nos interesa son los homenajes directos o que conciernen directamente al homenajeado, y que son, a saber: el de Rodrigo Hernández Piceros, para quien “soñar con Ludwig Zeller es también soñar con Susana Wald” (así titula uno de sus poemas); las litografías intervenidas de Mario Murua para el poema A Aloyse de Zeller; el poema “El encantador de los espejos” de Enrique de Santiago; los tres cadáveres exquisitos de Ximena Olguín con Ludwig y Susana; la composición fotográfica de Zebrah con Zeller maravillado ante un picaflor; los dos poemas que le consagra Daniela Sol; unos emocionados versos de Guillermo García; y el tríptico de dibujos “La invisible presencia” de Susana Wald, inspirados en el poema homónimo que Zeller dedicó a Frida y Laurens Vancrevel y que está incluido en la antología anterior.
Entre las restantes colaboraciones, citaré las de Singwan Chong, Patricio Álvarez, Magdalena Benavente, Beatriz Hausner y Rodrigo Verdugo, nombres todos aquí conocidos y reconocidos.
Esta es una publicación de primer rango ofrecida a uno de los verdaderamente grandes del surrealismo en la América de habla castellana, tan grande como Gómez-Correa, como Aldo Pellegrini, como Jorge Camacho. Que un movimiento como el surrealista haya podido tener durante tantas décadas entre sus luces fijas a una figura tan maravillosa, tan extraordinaria como Ludwig Zeller, no puede sino incidir en la visión del surrealismo como un universo imantado, que ha contribuido de modo ardiente y sin concesiones a sostener la dignidad humana en un mundo donde han reinado y reinan la estupidez, la bajeza y el horror. La “generosidad” zelleriana de que habla Enrique de Santiago, tan rica y duradera, tan en las antípodas de ese mundo de desesperanza, no tiene precio, y merece el homenaje no solo de los nombres que componen este espléndido volumen, sino del surrealismo en su totalidad.

Ludwig Zeller, La locura poética, 1971-1972