miércoles, 6 de diciembre de 2017

De seudosurrealistas y vale todo


Dibujo de Alfred Kubin

Un reciente retorno del showman portugués Santiago Ribeiro, ahora haciendo publicidad turística de su país (aunque sin aludir al peligro de arder a las mínimas de cambio climático), ha levantado una pequeña polvareda motivada por el eco que sus periódicas actividades reciben en el boletín del Centre de Recherches du Surréalisme.
Patrick Lepetit ha dirigido estas palabras a los señores del Centro:
“Ayant eu l’occasion de voir, à Condeixa-a-Nova, près de Coïmbra au Portugal, dans le fameux Paço da Ega, une des exposition de Santiago Ribeiro, je me dois de signaler que ce méli-mélo d’artistes de toute nature, rarement surréalistes, la plupart du temps de seconde zone, plagiaires de Magritte pour certains, simples barbouilleurs pour d’autres, toujours affligeants de médiocrité, ne peut en aucun cas être qualifiée d'exposition «surréaliste»”.
Tras señalar que solo Isabel Meyrelles podría ser considerada como surrealista, lo que yo corregiría por lo que respecta a sus últimos avatares, no solo por haberse enganchado al carro asmático de Ribeiro, sino por las declaraciones antibretonianas a que se ha dedicado, vomitando los tópicos habituales sobre el hombre que aterra a los imbéciles, Patrick Lepetit concluye:
“Une phrase comme «Le surréalisme est un projet du surréaliste peintre Santiago Ribeiro» montre du reste bien la simple mégalomanie de l’organisateur, Santiago Ribeiro, qui est d’ailleurs tenu pour les authentiques surréalistes de la section du Cap Mondego du surréalisme portugais pour un imposteur et un affairiste douteux! Il est en tout cas dangereux, avec de telles expositions, pour l’image même du surréalisme!”
Por su parte, Laurens Vancrevel les ha dirigido estas palabras:
“C’est avec grande consternation que je signale la divulgation sur No. 50 de la liste Mélusine la propagande trompeuse de M. Santiago Ribeiro de son «mouvement Surrealism Now».
Son mouvement n’a rien à faire avec le vrai surréalisme; c’est une entreprise commerciale qui se sert du mot «surréalisme» pour mieux vendre des tableaux kitsch.
M. Ribeiro a déclaré maintes fois que son «surréalisme» est compatible avec la religion et avec le nationalisme, ce qui déjà prouve que son initiative est le contraire du surréalisme.
Si vous regardez les œuvres des peintres que M. Ribeiro a ressemblés, vous verrez tout
de suite que c’est une affaire d’escrocs.
C’est très regrettable que M. Ribeiro a su se servir de la liste Mélusine pour se donner une apparence de respectabilité (tout comme il a su convaincre des fonctionnaires du Ministère de Culture au Portugal pour se faire subventionner).
Quoi qu'il en soit: c’est une souillure sur la  liste Mélusine!
Pour le mouvement surréaliste international, Laurens Vancrevel (Hollande).”
Las respuestas que han recibido Patrick Lepetit y Laurens Vancrevel tienen toda la fatuidad y el engreimiento propio de los entes universitarios, empezando Henri Béhar (conocido por su lucha infatigable para situar a Tristan Tzara, de profesión sus estalinismos y sus palinodias, en el mismo rango de André Breton) por afirmar que Laurens Vancrevel los ha “insultado” en su muy cortés carta y que ellos solo informan sin más. En realidad sus “informaciones” son un batiburrillo donde cabe hasta Cocteau y donde llegan noticias ajenas a lo que significa y ha significado siempre el surrealismo e incluso a esas “vanguardias” en que se escudan para meter lo que les parece, haciendo caso omiso del membrete que esgrimen (Association pour l’étude du surréalisme, Mélusine-surréalisme, Centre du Recherches sur le Surréalisme).
Por su parte, Dominique Calmé, animado por la ingeniosa comparación que hace el big boss entre el cartero que nos trae malas noticias, y a quien no por ello “insultamos”, y las de Don Santiago vehiculadas por el boletín Mélusine, compara los apoyos oficiales de los montajes espectaculares de Ribeiro (en los que no faltan los de una institución de raíces salazaristas) a la petición de ayuda por parte de Schuster y sus compinches para en su día crear una “Maison du Surréalisme”, cometiendo el craso error de afirmar que “se reclamaban del surrealismo” cuando precisamente habían decidido abdicar de esa palabra, hecho más que sobradamente conocido; no menos afortunada es la comparación con la adquisición por parte del Estado francés de la casa de Breton, como si eso interesara algo al surrealismo, aunque a su juicio, por la misma regla de tres, los surrealistas deberían considerarlo algo “abominable”.
Dado que esta gente  (ni otros que se ocupan del surrealismo amando la literatura sobre todas las cosas) nunca entenderá ni siquiera el hecho elemental de que hay ciertas cosas inaceptables, con lo que no concordamos es con que se les siga dando importancia. Que aparezca en su boletín lo que les plazca: son noticias de profesores para profesores. Y que Santiago Ribeiro siga hasta reventar con sus mascaradas: nadie que perciba el surrealismo, o que reúna condiciones para percibirlo, podrá confundirlo con ellas.