domingo, 28 de agosto de 2016

Las conjunciones estereosóficas de Paul Boagers


Que no se diga que las invenciones surrealistas son agotables, ya que los nuevos hallazgos nunca cesan, y aquí mismo hemos dado los últimos años repetida cuenta de ellos. Esto, sin la presunción del “vanguardismo”, gracias a la cual, además, no hay óbice para que prosigan las exploraciones que vienen de los propios orígenes del surrealismo (siempre me ha parecido un error de Benjamin Péret, una concesión a ese espíritu de “vanguardia”, la crítica que en su momento formuló a Jorge Cáceres por hacer collages que él consideraba una simple continuación de los de Max Ernst, cuando eran una pura maravilla poética y formaban parte de su mitología personal; y es que “original” significa tanto lo que difiere de lo dominante como la vuelta o cercanía a los “orígenes”, a su frescura y a sus revelaciones).
Pero Paul Bogaers es uno de esos grandes inventores. Hace poco nos ocupábamos aquí de sus obras en cartón piedra, insólitas, y hoy de la aparición de un libro espléndido, en formato de revista, titulado Stereosophic conjunctions, que abre un nuevo capítulo en la historia del surrealismo y la fotografía. Son veintisiete recientes combinaciones de fotos (blanco y negro), en las que salta la chispa poética por el encuentro maldororiano, una sucesión de sorpresas que nos deja sin aliento, dentro de una presentación escueta, lo más sobria posible, ya que sobran prólogos o declaraciones de intenciones. En lo esencial, estas conjunciones estereosóficas, de un humor a veces corrosivo en sus ecuaciones y metáforas poéticas, evidencian, por decirlo con palabras de Jan Svankmajer, que “la imaginación es subversiva porque proclama lo posible contra lo real” (Sergio Lima: “Ante el discurso del poder, el surrealismo instaura la vigencia y la potencia de la imaginación”). Dos de ellas forman parte ahora mismo del festival fotográfico de Arlés, donde apuesto mi gorra a que predomina lo trillado, lo banal, lo esteticista, lo formalista, lo “vanguardista”.
La página de Paul Bogaers ofrece una generosa muestra de estas imágenes, y además permite visitar sus esculturas, sus fotos, sus máscaras, y prodigios recientes como lo son unas hojas de árbol traídas de Brobdingnag: