Como de costumbre, Infosurr
nos descubre cosas que se nos han escapado, o enfoca publicaciones que, por una
razón u otra, no nos llegaron a interesar como para obtenerlas.
En la portada, la magnífica Máscara
para injuriar a los estetas (hacen falta muchas máscaras con esta función) anticipa
la reseña que France Élysées hace de la retrospectiva de Mesens en el museo de
Ostende, aportando la información de que hay un catálogo de 288 páginas en
neerlandés, francés e inglés, con un texto, entre otros, de Xavier Canonne y la
reproducción integral del Alfabeto sordomudo. Este catálogo lo
comentaremos aquí, una vez obtenido.
Esta exposición ya la habíamos
anunciado aquí, así como la publicación de Directivas para el consumidor
de Jan Bervoets y de Las esquilas, bella colaboración de Guy Cabanel y
Georges-Henri Morin que el Umbo rescata de una pequeña edición de 1999. Respectivamente,
Guy Girard y Laurens Vancrevel escriben notas sobre estos dos títulos.
En el capítulo expositivo,
Richard Walter se ocupa de una retrospectiva de Jacques Zimmerman, Gérard
Durozoi de una muestra de cajas de Florent Chopin y de nuevo Walter de la
celebración del centenario de Onslow Ford, por la Galería Weinstein. El
catálogo de esta galería puede verse en esta dirección:
Vancrevel reseña, de Alain
Joubert, Le passé du futur est toujours présent, que no es otra cosa que
su participación en el almanaque Huit mois avec sursis, proyecto del
colectivo Quando (en el que también participó Georges Sebbag), publicado en
1978. Lo ha editado Ab Irato, como en su día ya señalamos.
Jean-François Bory es noticia por
partida doble. Jerôme Duwa reseña el primer número de Celebrity Café,
revista atenta a las vanguardias codirigida por Bory, y por otro lado se nos
informa de la reedición de los 26 números de L’Humidité, que dirigió
Bory entre 1970 y 1978. Cercanías (más o menos) del surrealismo, con alguna que
otra antípoda como Augusto de Campos.
Otra edición ya señalada en
“Surrealismo internacional” es la del filme de Ludovic Tac sobre Jacques
Lacomblez. En este caso es mi inapetencia por los documentales (y en particular
los no subtitulados) lo que me ha disuadido de hacerme con él, ya no poco
cansado, todo sea dicho, de la decadente colección auspiciada por la hija de
André Breton (¡esas músicas! ¡esos vejestorios! ¡esos profesores!). Por ello
viene de perillas la larga e inteligente reseña que hace Guy Ducornet, quien no
deja de señalar el contraste entre la primera parte, centrada en la obra y en
el estudio de este pintor maravilloso, y la segunda, filmando la inauguración
de una de sus exposiciones, a donde a lo menos que se va es a ver unos cuadros
que además exigen, como señala Ducornet, “ser contemplados largamente, con la
misma solemnidad que la palabra del artista y la misma atención que el zoom
ultrasensible de Ludovic Tac”.
Me entero aquí de que se ha iniciado
la publicación de las obras completas –¡volumen 0!– de ese gran personaje que
fue Alain-Pierre Pillet. Interesante es la nota de Richard Walter, como lo es la
que le hace al libro de Gilbert Guiraud André Breton, médecin malgré lui,
y como lo es la de Laurens Vancrevel a Assault on the impossible,
obra en que se aborda la conjunción del movimiento Provo con el surrealismo y
el situacionismo, publicada en Nueva York.
En el capítulo mortuorio, Maurice
Nadeau (desaparecido a los 102 años) concita la atención de Gérard Roche y de
Dominique Rabourdin. De interés bien escaso para el surrealismo (su famosa Histoire
contribuyó no poco para que, hasta pasadas varias décadas después de su
aparición, muchos consideraran acabado el surrealismo en los años 40, y su
nombre ha quedado asociado al ridículo estrepitoso en que lo puso André Breton
con el asunto de la falsificación rimbaldiana), no sucede lo mismo con Gaston
Puel, evocado finamente por Jean-Pierre Lassalle y a quien sí dedicamos aquí,
en su momento, un largo artículo de semblanza.