Figura muy singular es el fotógrafo Théodore Brauner, sobre quien el pasado 24 de diciembre se cerraba una triple exposición, compuesta por un total de 60 obras. El trío lo formaban las máscaras, los “solarfijos” y las imágenes del “visitante nocturno”, a todas las cuales se refiere Edouard Jaguer en su fundamental Les mystères de la chambre noire. Una publicación de las ediciones Le Minotaure ha acompañado esta muestra.
Recordemos que los “solarfijos” y las máscaras fueron objeto de un pequeño catálogo en 2001 de las galerías neoyorquinas Ubu y Janos Gat. Faltaba pues volver sobre el “visitante nocturno”.
Aún es posible obtener vía Iberlibro algún ejemplar barato de Silent visitor, insólito libro surrealista de fotos y textos, que Brauner publicó en Nueva York en 1962. En él nos refiere cómo, en el apartamento de Tel Aviv donde residía, por la noche desaparecían los plátanos que tenía en una cesta de la cocina, solo restando las cáscaras. Intrigado, consigue descubrir, por un artilugio fotográfico, el misterio. Se trataba al fin de un murciélago que entraba por la ventana siempre abierta. Los que verían estas fotos, pensaron que era el resultado de un truco fotográfico, e incluso el linotipista que imprimió el libro le alabó tanta imaginación. Asesorado por un especialista en la materia, advierte en una de las fotos que el murciélago es una hembra que viaja con su cría, para la que necesitaba este alimento.
Brauner no se queda en esto, sino que busca averiguar de dónde procede el animal. Y resulta ser un pozo abandonado, donde viven cientos de murciélagos. Los fotografía con todo sigilo en sus bizarras posiciones, sin que ellos, pese a abrir los ojos, tomen miedo de él. Es más hasta le parece que les gusta la visita y que actúan para él.
El libro concluye con unos comentarios científicos sobre los murciélagos, así como un repaso a los mitos, leyendas y creencias sobre ellos.
La experiencia es fascinante, y las fotos –16 en total– impresionantes.