Tras la euforia creativa que el grupo surrealista de Leeds tuvo entre los años 1995 y 1998, con los fantásticos números de Black Lamplight, la revista Phosphor viene a ser como una resaca. Lo que no supone ningún cuestionamiento de su valía y de su interés, refrendada en este tercer número, que tiene como tema central la memoria de la infancia, claro que sin absolutamente nada de la babosería sensiblera en que se recrea el vomitivo narcisismo de tanto poeta actual.
La cubierta es de Bill Howe, muy característica, y la nota inicial del director de la revista, Kenneth Cox. El primer texto es conocido del lector español, ya que ha aparecido en Salamandra y luego como prólogo: se trata del ensayo de Krzysztof Fijalkowski sobre Gherasim Luca, contribución de primera magnitud a la bibliografía del gran poeta rumano; el autor a la vez traduce y comenta un poema de Héros-Limite. También se ha leído en Salamandra parte del ensayo de Lurdes Martínez, ilustrado con fotos propias y donde nos encanta la percepción tan aguzada que ha tenido de los barrios populares de Lisboa. Lurdes Martínez es una figura clave del grupo surrealista madrileño, y sus intervenciones están siempre llenas de una sensibilidad y una lucidez que le pertenecen.
“Un tótem de infancia” nos introduce plenamente en materia, recordándonos Bill Howe el juego “Los infortunios de la memoria”, iniciado en 1997, y que era un anticipo de la investigación de ahora. De este juego nos habla Sarah Metcalf con más detenimiento en el texto central de la revista, ya que además nos informa de otros juegos relativos posteriores, en particular el de la ventana y el de la “Memoria-objeto”, juegos de los cuales tenemos en seguida una muestra. Y recordemos que los surrealistas de Leeds son unos verdaderos maestros en la materia.
Otro texto de Sarah se titula “Collar de memoria”, como uno de Mike Peters “Las ruinas de la memoria”, mientras que al de Lurdes Martínez, del grupo madrileño, se suman breves colaboraciones de Eugenio Castro y Noé Ortega. Un segundo escrito de Peters aborda la vigilancia internet-televisión, vista aquella como “un verdaderamente mágico cubo de basura” (sobre la segunda, recordemos a Louis Scutenaire: “De manera incontestablemente más rápida y mejor que los antiguos medios de información, la televisión nos pone ante los ojos la sucia estupidez del hombre”).
La última película de Jan Svankmajer inspira un ensayo de Bruno Solarik, y Sarah Metcalf le formula una serie de cuestiones al cineasta.
En las ilustraciones, merecen destacarse los cuatro “glimpses/glances” de Fijalkowski, retratos lamentables transformados por el humor, en coincidencia con lo que hace Zuca Sardan en las ilustraciones que hoy mismo publicamos, con la diferencia de que aquel elige personas del montón y Zuca a los imbéciles encopetados que han regido la sociedad. Hay además dos dibujos automáticos de Bill Howe y uno de los siempre impresionantes collages de Stephen J. Clark, sobre cuya fuerza extraordinaria ya he llamado antes la atención; en este irrumpe, por una escalera que da a oscuras casas y a brumosos arcos chiriquianos, la Esfinge del Farol, cuya gran boca parece hacerle innecesarios los ojos y cuyos enormes cabellos blancos acaban en llamas preparadas para incendiar el mundo; terrible aparición, que parece dispuesta a todo, pero cuyo aire salvaje y totémico hace que pensemos en ella más como una aliada que como una enemiga.
Entre las reseñas hay una de Insoumission poétique (la recopilación de escritos polémicos y programáticos del grupo parisino que ha hecho Guy Girard), por Michael Löwy; otra sobre la traducción inglesa del libro de este último en torno al surrealismo y el marxismo (hace tiempo traducido al español), por Mike Peters; otra de la edición en dvd de L’invention du monde de Péret y Zimbacca, por Kenneth Cox; y otra sobre la versión inglesa de los cuentos de Le gigot de Benjamin Péret, también por Cox.
Por la página de publicaciones recibidas nos enteramos de que Analogon, la revista coproducida por el grupo surrealista checoeslovaco, va ya por su n. 63, dedicado además a la infancia, y O Farfoulas, del grupo griego, por el 14, cuando creíamos que esta revista había sido sucedida por otra de diferente título. Otras publicaciones surrealistas: Josie Malinowski, West of pure evil (Oyster Moon Press, colección de relatos, poemas y poemas en prosa); Merl Fluin, The Reality Binge Trick (poesías, prosas y textos automáticos por un colaborador de los grupos de Londres y Estocolmo); Ody Saban, Les jeux des lignes et de la volupté (catálogo de una exposición de dibujos en Poitiers).
Cuando nos vamos a despedir de la revista, nos encontramos con un “bonus”, las respuestas a una encuesta lúdica sobre una fotografía de Peter Overton, en que se ven dos zapatos junto a un árbol. No hay arreglo alguno en la foto, como tampoco debe haberlo en otra de Eugenio Castro que se adjunta, y como tampoco lo hay (al menos mío) en esta foto que saqué en Oporto el 23 de agosto de 1994:
Excepcional es la respuesta única de Kathleen Fox, quien ha creado, a partir de un dibujo médico del útero, valiéndose de los zapatos entrecruzados como labios, la cabeza del “Líder de la danza”, quien enseguida nos evocó a las figuras de Raimondo de Sangro fotografiadas por Gilles Ehrmann y de las que habla Edouard Jaguer en Les mystères de la chambre noire.
Las Surrealist Editions del grupo de Leeds acaban además de publicar un libro de John Hartley Williams, incluyendo transformaciones de poemas de Péret y Prévert: Less of That W or I’ll Z You!, con frontispicio de Kathleen Fox.