Peter Overton, Libro de acero, 1984 |
Tras la reciente aparición de Alcheringa,
la nueva revista del Grupo Surrealista de París, he aquí el número 5 de Phosphor,
la revista del Grupo de Leeds, que ha sido uno de los más importantes del
movimiento surrealista en estas dos últimas décadas, como lo sigue siendo en la
actualidad. En ambos casos, surrealismo al cien por cien (o surrealismo “ortodoxo”,
en la vieja designación ridícula de quienes no entienden sino de componendas).
Kenneth Cox presenta el número, que tiene
como lema temático “Lenguaje y libertad”. De él es también uno de los primeros
ensayos, en que, recordando el suntuoso Desordenador de L’Écart Absolu, postula
la necesidad de crear nuevos “desordenadores” para los tiempos que corren, y
con un sentido primordialmente ofensivo.
Este número registra una colaboración sobre
todo con el grupo parisino, incorporando trabajos de Joël Gayraud (sobre la
“precariedad de la poesía”, que nunca fue tan grande como ahora), de Claude-Lucien
Cauët (“Palabras y magia”) y de Guy Girard, que completan una serie de textos
de Mike Peters, una comunicación de Michael Richardson sobre el movimiento
Acción Poética de Monterrey, un breve artículo de K. Fijalkowski y unas páginas en
que Bill Howe involucra al gran Jindrich Heisler en una curiosa experiencia
objetual.
Dejamos aparte, porque es el verdadero plato
fuerte de este número quinto, el recorrido que Sarah Metcalf hace por una serie
de juegos practicados por el grupo. Ya esta cuestión era crucial en aquellos
diez boletines estupendos de Black Lamplight lanzados entre 1995 y 1997,
irrepetibles años de euforia en que sus miembros dieron lo mejor de sí como
grupo.
Abre el fuego el juego de los opuestos, o
sea el juego practicado por el grupo parisino en los tiempos de Bounoure y del
que quedan ejemplos en los números 1, 3 y 4 del Bulletin de Liaison
Surréaliste. Solo que aquí no se “contraría” una sentencia, sino todo un
poema, en concreto un relato tlingit, un poema de Reverdy y la iluminación rimbaldiana
“Amanecer”.
La sección de “juegos de transformación” se
divide en dos apartados: uno dedicado al “contorno textual”, adaptación verbal
de la técnica de Martin Stejskal, y otro de traducciones delirantes, ahora en
la estela del juego que a partir de TransformaCtion conocemos
perfectamente gracias a la participación de Mário Cesariny, pero nuevamente con
importantes variaciones (en este caso se parte de un poema inventado, en lengua
inventada, del inventado poeta Oska Prabentsch...).
Más informalidad si cabe hay en los “juegos
de invención”. El resultado del primero, un texto completo hecho de frases y
sentencias personales, es sorprendente, mientras que el segundo continúa los
poemas en escalera del grupo parisino, que hemos comentado ya aquí.
La última parte se consagra a los juegos con
palabras e imágenes, explorando la relación entre ambas. Del de palabras y
dibujos damos aquí arriba el ejemplo aparecido en el número 3 de Black Lamplight
(cada jugador responde con una o dos líneas a cada imagen dibujada). En el
siguiente, los poemas se encadenan respondiendo a una imagen de Niklas Nenzén,
quien en su día solicitó a los amigos de Leeds le sugirieran un título para sus
imágenes. Por último, se juega con fragmentos de novelas gráficas y cómics,
sustituyendo el texto de los globos:
Esta es una contribución de altos vuelos a
la materia por fortuna interminable y siempre renovada del surrealismo y el
juego. Pero es que además se le suma el relato que ofrece Guy Girard de un
juego de traducción fonética ideado por el grupo parisino, con un ejemplo a
partir de varias frases en coreano de un amigo que pasaba por París...
El único apartado a mi juicio un tanto endeble
de la revista vuelve a estar en sus reseñas, que en ocasiones se ocupan de
obras poco convidativas, como una novela inspirada en la historia resistente de
La Main à Plume (nunca será su tema lo que haga atractiva una novela), o de
carácter más bien divulgativo (no sé qué interés tienen para los surrealistas
estos libros de divulgación; al menos para mí, a estas alturas, ninguno), como
el libro de conceptos surrealistas de Richardson y Fijalkowski o el antológico
de los profesores Ades, Richardson y Fijalkowski, los tres perpetradores de esa
enciclopedia del surrealismo para multimillonarios (¡precio de lanzamiento a
600 euros!), que espero tener la suerte de no tener nunca en mis manos. Hay
también una reseña de un libro sobre la sociedad secreta de Acéphale y el
Colegio de Sociología y otra sobre sendas traducciones al inglés de Nezval y de
Peuchmaurd.
Cuenta Phosphor 5 con poemas de
Kenneth Cox, Katerina Pinosová, Andrew Boobier y Mike Peters (un “Homenaje a
Svankmajer”) e ilustraciones de Guy Girard, Juan Carlos Otaño, Rik Lina,
Stephen J. Clark, Mike Peters, Katerina Pinosová (cuatro “historias” que constan
simplemente de una de sus inconfundibles imágenes, un título y una sinopsis de
una o dos líneas) y Peter Overton.
En conjunto, otro espléndido número de Phosphor,
bien cuidado y en su formato muy manejable, casi coincidiendo además su
aparición con la muestra que el próximo mes abrirá el grupo en Leeds, y que se
sitúa significativamente bajo el signo de esa luz negra de sus orígenes: