lunes, 27 de mayo de 2019

“Phosphor”, n. 5

Peter Overton, Libro de acero, 1984

Tras la reciente aparición de Alcheringa, la nueva revista del Grupo Surrealista de París, he aquí el número 5 de Phosphor, la revista del Grupo de Leeds, que ha sido uno de los más importantes del movimiento surrealista en estas dos últimas décadas, como lo sigue siendo en la actualidad. En ambos casos, surrealismo al cien por cien (o surrealismo “ortodoxo”, en la vieja designación ridícula de quienes no entienden sino de componendas).
Kenneth Cox presenta el número, que tiene como lema temático “Lenguaje y libertad”. De él es también uno de los primeros ensayos, en que, recordando el suntuoso Desordenador de L’Écart Absolu, postula la necesidad de crear nuevos “desordenadores” para los tiempos que corren, y con un sentido primordialmente ofensivo.
Este número registra una colaboración sobre todo con el grupo parisino, incorporando trabajos de Joël Gayraud (sobre la “precariedad de la poesía”, que nunca fue tan grande como ahora), de Claude-Lucien Cauët (“Palabras y magia”) y de Guy Girard, que completan una serie de textos de Mike Peters, una comunicación de Michael Richardson sobre el movimiento Acción Poética de Monterrey, un breve artículo de K. Fijalkowski y unas páginas en que Bill Howe involucra al gran Jindrich Heisler en una curiosa experiencia objetual.
Dejamos aparte, porque es el verdadero plato fuerte de este número quinto, el recorrido que Sarah Metcalf hace por una serie de juegos practicados por el grupo. Ya esta cuestión era crucial en aquellos diez boletines estupendos de Black Lamplight lanzados entre 1995 y 1997, irrepetibles años de euforia en que sus miembros dieron lo mejor de sí como grupo.
Abre el fuego el juego de los opuestos, o sea el juego practicado por el grupo parisino en los tiempos de Bounoure y del que quedan ejemplos en los números 1, 3 y 4 del Bulletin de Liaison Surréaliste. Solo que aquí no se “contraría” una sentencia, sino todo un poema, en concreto un relato tlingit, un poema de Reverdy y la iluminación rimbaldiana “Amanecer”.
La sección de “juegos de transformación” se divide en dos apartados: uno dedicado al “contorno textual”, adaptación verbal de la técnica de Martin Stejskal, y otro de traducciones delirantes, ahora en la estela del juego que a partir de TransformaCtion conocemos perfectamente gracias a la participación de Mário Cesariny, pero nuevamente con importantes variaciones (en este caso se parte de un poema inventado, en lengua inventada, del inventado poeta Oska Prabentsch...).
Más informalidad si cabe hay en los “juegos de invención”. El resultado del primero, un texto completo hecho de frases y sentencias personales, es sorprendente, mientras que el segundo continúa los poemas en escalera del grupo parisino, que hemos comentado ya aquí.


La última parte se consagra a los juegos con palabras e imágenes, explorando la relación entre ambas. Del de palabras y dibujos damos aquí arriba el ejemplo aparecido en el número 3 de Black Lamplight (cada jugador responde con una o dos líneas a cada imagen dibujada). En el siguiente, los poemas se encadenan respondiendo a una imagen de Niklas Nenzén, quien en su día solicitó a los amigos de Leeds le sugirieran un título para sus imágenes. Por último, se juega con fragmentos de novelas gráficas y cómics, sustituyendo el texto de los globos:


Esta es una contribución de altos vuelos a la materia por fortuna interminable y siempre renovada del surrealismo y el juego. Pero es que además se le suma el relato que ofrece Guy Girard de un juego de traducción fonética ideado por el grupo parisino, con un ejemplo a partir de varias frases en coreano de un amigo que pasaba por París...
El único apartado a mi juicio un tanto endeble de la revista vuelve a estar en sus reseñas, que en ocasiones se ocupan de obras poco convidativas, como una novela inspirada en la historia resistente de La Main à Plume (nunca será su tema lo que haga atractiva una novela), o de carácter más bien divulgativo (no sé qué interés tienen para los surrealistas estos libros de divulgación; al menos para mí, a estas alturas, ninguno), como el libro de conceptos surrealistas de Richardson y Fijalkowski o el antológico de los profesores Ades, Richardson y Fijalkowski, los tres perpetradores de esa enciclopedia del surrealismo para multimillonarios (¡precio de lanzamiento a 600 euros!), que espero tener la suerte de no tener nunca en mis manos. Hay también una reseña de un libro sobre la sociedad secreta de Acéphale y el Colegio de Sociología y otra sobre sendas traducciones al inglés de Nezval y de Peuchmaurd.
Cuenta Phosphor 5 con poemas de Kenneth Cox, Katerina Pinosová, Andrew Boobier y Mike Peters (un “Homenaje a Svankmajer”) e ilustraciones de Guy Girard, Juan Carlos Otaño, Rik Lina, Stephen J. Clark, Mike Peters, Katerina Pinosová (cuatro “historias” que constan simplemente de una de sus inconfundibles imágenes, un título y una sinopsis de una o dos líneas) y Peter Overton.
En conjunto, otro espléndido número de Phosphor, bien cuidado y en su formato muy manejable, casi coincidiendo además su aparición con la muestra que el próximo mes abrirá el grupo en Leeds, y que se sitúa significativamente bajo el signo de esa luz negra de sus orígenes: