Agua casi fuego es
otra de las publicaciones de Javier Gálvez en las ediciones Ardemar, que así
celebran su propio título. Se trata de tres breves poemas, enmarcados por
sendos epígrafes y tres fulgurantes textos, también breves, cuyo motivo común
es el sueño, echándose en falta alguna de las imágenes fotográficas de Gálvez,
lo que subsano aquí con este creo que apropiado “fantasma líquido” de uno de
mis pintores más amados, Renzo Margonari. Los epígrafes son de Bernard Caburet
(“El hombre se hace a sí mismo, desde el deseo, no desde la necesidad”), Paul
Celan (“Quien su corazón arranca de noche, ese intenta asir la rosa”) y André
Breton (“Independientemente de lo que se logre o deje de lograrse, lo magnífico
es la espera misma”), este último encadenando estos versos: “Besar el espejo /
de la indolencia, / mientras la espera / deja abiertas / las puertas / de la
certidumbre”, del mismo modo que la cita de Celan inspira estas palabras: “Al
despertar recordó haber soñado que masticaba rosas. Cuando vio su rostro
reflejado en el espejo, descubrió que ya no tenía labios”.
“Te he visto,
garza, / con tu plumaje lustrado / por la risa de la penumbra, / el rayo de la
tormenta / enjuagándote el pico, / tu vuelo en círculos, / sonámbula del
vértigo”.Renzo Margonari, Liquid ghost, 1983 |