En esta galería parisina tiene lugar a partir del 30 de este mes una exposición titulada “Surrealist Heritage”, que no nos ocuparía un renglón si no fuera por su título ridículo y por la turbia mezcolanza que se da en ella. Participan dos personajes que, presentes en la exposición de Coimbra “O reverso do olhar”, fueron desenmascarados oportunamente, el primero, Daniel Hannequand –militarista orgulloso de su participación en la guerra argelina–, por Guy Ducornet durante la propia exposición, y el segundo, Santiago Ribeiro –católico militante–, a posteriori por Miguel de Carvalho. Se suman algunos que parecen sacados de esas páginas de internet en que surrealismo es igual a arte fantástico y a dalinianadas, más, guinda de la tarta, un fulano portugués que decora iglesias y conventos portugueses. Y es que la exposición está conectada a la fundación del galeno católico-salazarista Bissaya Barreto.
Pero, aparte el título, lo molesto es la presencia simultánea de nombres muy cercanos al surrealismo (suponemos que por despiste) y hasta de... Simone Éthuin. Todas estas confusiones son lamentables, ya que una cosa son las compañías neutras y otra bien distinta las detestables. Edouard Jaguer, de haber visto un cuadro de Simone en tan malas compañías, hubiera armado allí la de San Quintín.
Conviene recordar el texto definitivo del surrealismo sobre este tipo de impostores: “Tir de barrage” (“Fuego de barrera”), publicado por el grupo de París en 1960, con la adhesión del movimiento Phases. Llevó la ilustración de Alfred Kubin que aquí vemos, y merece sin duda ser no solo recordado sino hasta reeditado en la actualidad.