Se trata de dos de las figuras más valiosas del planisferio surrealista, uno de la Bretaña y otro del País de Gales, confluyendo en la prospección del imaginario celta.
Jean-Claude Charbonel, nacido en 1938, se acercó al surrealismo a través de André Breton y luego del movimiento Phases, al que pertenece desde 1975. John William Welson, nacido en 1953, participa en 1976 en la exposición mundial de Chicago “Marvelous Freedom/Vigilance of Desire”, en cuyo catálogo se reproduce su pintura “Las canciones de los caballos yacen sobre sus manos como cabello”, del mismo modo que Charbonel marca presencia con su “Buzo de los bosques latentes”, inserto en la página del “Dominio de Robin Hood”. Este fue el primer encuentro de ambos artistas, pero el personal solo llega dos años después, con motivo de otra exposición surrealista, ahora en Londres. Welson se integra al mismo tiempo en Phases, pero participando hasta el presente en numerosas revistas y exposiciones del movimiento surrealista. Son, a este respecto, dos figuras inequívocas.
El verano pasado, en Aberystwyth, Gales, tuvo lugar la exposición conjunta “Surrealismo: El ojo celta”. De Charbonel se vieron obras de 1994 a 2011, y de Welson de 2007 a 2010. Los títulos de las pinturas de Welson eran de carácter toponímico, mientras que los de Charbonel no podían ser más expresivos: “Mujer médico armorigen”, “El canto de las metamorfosis”, “Iniciación lunar”, “Los guardianes del tiempo de los sueños”, “Visión chamánica”, “Noche élfica”, “Ritual de la noche interior”, “El viaje iniciático”, “Las puertas de Avalon”, “Signo ascendente”... Se conjugaban en Aberystwhyt, de modo explosivo, las obras que Welson ha forjado en el condado de Radnorshire y las que salían del estudio bretón de Charbonel, repleto de objetos encontrados y restos marinos. Los espacios circundantes de los dos artistas actúan como plataforma de la creación de su propio “paisaje”.
Sobre Jean-Claude Charbonel es de preceptiva visión el disco Les voyageurs du temps des rêves armorigènes, de Ludovic Tac, en particular su segunda edición, con bonus, de 2009. El propio Ludovic Tac es una figura notable del surrealismo contemporáneo, contemplado como tal en Caleidoscopio surrealista. Sobre su amigo ha escrito: “Jean-Claude Charbonel, vigilante nocturno para mejor escuchar el canto del rocío, mide las orillas imaginarias de una civilización más estable, más maravillada, más encantadora que la impuesta por nuestro tiempo”.
Sobre el surrealismo y el mundo celta, encontramos precioso este texto de Charbonel, que acompañamos de su pintura “Metamorfosis chamánicas” (2008), del mismo modo que encabezamos esta nota con la de Welson “Cwm Elan”:
Un libro muy recomendable que acaba de salir de las prensas, y sobre el que pronto volveremos, Le surréalisme. Parcours souterrain, de Patrick Lepetit, dedica uno de sus catorce capítulos a “Surrealismo y celtismo”. Por otra parte, quiero destacar aquí una experiencia paralela a la de Welson y Charbonel, desarrollada al otro lado del Atlántico, donde, desde fines de los años 80, Jean-Jacques Jack Dauben exploraba la cultura celta junto a su mujer la ceramista Terry Engel. En 2000 cristalizó el fascinante proyecto hopi/celta de Dauben y Mike Kabotie, que se valieron de los símbolos tradicionales celtas y hopis –nada hubiera atraído tanto a André Breton– en tanto valores opuestos a los de esa triste civilización “romana” que llega a nuestros días. Edouard Jaguer, amigo de unos y otros, hubiera, como Breton, subrayado esta “coincidencia”, tan habitual en el surrealismo. Sobre el proyecto hopi/celta, remitimos al tomo segundo de la obra capital de Thom Burns y Allan Graubard Invisible Heads. Surrealists in North America. An Untold Story.
Seguiremos al tanto de esta aventura celta y surrealista de Jean-Claude Charbonel y John William Welson.