sábado, 1 de febrero de 2020

Las prosas de Lamantia

En 2014 reseñamos la recopilación de poesías de Philip Lamantia como un libro capital, y hoy hay que decir que este tomo con sus escritos lo complementa de manera imprescindible. De nuevo el trabajo de edición de Garrett Caples es perfecto, como lo es la introducción, añadiéndose al final unas notas a cada uno de los textos por Steven Fama, útiles y exactas.
Preserving fire incluye los escritos más notables de Lamantia, con abundancia de inéditos. Lo que más nos interesa son sus períodos en el surrealismo: 1943-1946 y 1967 en adelante. En el 73, dirá que la etapa intermedia fue como “una reacción contra el impacto del surrealismo”, y que la llave la había recuperado en 1967.
La primera etapa se abre con una carta inédita a Charles Henri Ford, que Caples considera “el primer manifiesto surrealista en los Estados Unidos”. Tiene Lamantia ¡15 años! Ya célebre es su carta a Breton, publicada en el número 2 de VVV , donde hay otras intervenciones suyas, como la dirigida contra los jóvenes poetas seniles, una plaga de los tiempos modernos, y quizás en especial de los actuales. En 1945 colabora en Freedom Through Anarchism, revista anarquista británica, y presenta su primera declaración de objetor de conciencia, a la que sigue otra en 1949, declaraciones llenas de candor y a la vez de energía en que se caracteriza como un enemigo del Estado.
En el período siguiente destacan la Carta desde San Francisco, una magnífica introducción a John Hoffman y otra de las mismas calidades sobre Guy Harloff, donde comienza citando a Meyrink, Lovecraft, el Cosmopolita y Edgar Allan Poe, lo que revela la semilla del surrealismo y la constante atracción por el esoterismo. Son años de errancias viajeras y de inmersión en la cultura psicodélica y en el movimiento beatnik, pero en los que además se acerca a las grandes culturas nativas, participando en una ceremonia del peyote en 1954. Hay aquí buenos textos inéditos.
Las “Notas para una poética de lo Maravilloso”, también publicadas por primera vez, anuncian su regreso al surrealismo, que ya es pleno en el “Testamento de la voz interior”. En los textos de los años 70, Lamantia afirma el surrealismo como manera de vivir y la poesía como instrumento de conocimiento y de libertad, lo contrario de “la monstruosidad de Ezra Pound y sus despreciables émulos”. Con Pound será especialmente implacable, rechazando la visión corriente, que se separa el personaje de la obra.
En estos años de surrealismo absoluto, Lamantia conecta con el grupo de Chicago, publicando ya en el número 2 de Arsenal. Considera Garret Caples que Lamantia, con su categoría inmensa de poeta y su mayor libertad de un anarquismo incendiado por la vida, fue el contrapeso al enfoque doctrinal de Franklin Rosemont. De 1974 es uno de sus escritos maestros, “El crimen de la poesía”, para la sección surrealista de la City Lights Anthology de Ferlinghetti. Pero aún superior es “Poetic matters”, ensayo soberbio que aparece en el número siguiente de Arsenal y que incluye el triunfo de las Sirenas sobre las Musas que tanto hubiera gustado a ese espíritu soberanamente anticlásico que fue André Breton (y ya en el juego de Marsella las Reinas habían dejado su trono a las Sirenas).
Se suceden en estos años pequeñas pero intensas notas sobre Alice Farley, Gerome Kamrowski, Marie Wilson y Clark Ashton Smith, la de este último inédita e incorporándolo al surrealismo bajo la bandera del humor negro. De 1979 es el fantástico ensayo “Radio voices”, de soberbio final, que es una pena no lleve las ilustraciones con que apareció en Surrealism and its popular accomplices, y de 1981 “El futuro del surrealismo, redactado con Nancy Joyce Peters, y del que hemos de aportar la nota erudita de que fue traducido cinco años después en el n. 3-4 de la revista surrealista Ojo de Aguijón, que llevaba en París el chileno Miguel Flores-Eloz:


El último escrito memorable de Lamantia es la Carta de Egipto, inédita, donde se plasma su discipulazgo de Schwaller de Lubicz a lo largo de más de un cuarto de siglo. ¿Y después? Lamantia no solo, tras una nueva fase depresiva, vuelve de nuevo al misticismo católico, sino que hasta diserta sobre la conciliación de catolicismo y surrealismo... Una despedida y cierre disparatada, sin duda, pero muchos otros que han tenido más “coherencia” ni remotamente han dejado un legado tan apasionado y apasionante como el suyo. En lo esencial y a pesar de todo, Lamantia es un capítulo esencial del anarquismo surrealista y de la más ardiente y viva poesía del surrealismo.
preserving fire