Pensaba cerrar esta serie dedicada al surrealismo y sus grandes ancestros con el capítulo de Kafka, ya que el material de que dispongo sobre Sade me parecía demasiado amplio. Pero finalmente he optado por elaborarlo, y damos comienzo pues con la década de los años 20, aunque en realidad en el principio, dado su ascendente sobre los surrealistas, era Apollinaire, quien en 1909 prologa y publica una selección de páginas de quien consideraba "el espíritu más libre que haya existido".
Hay que retrotraerse incluso a 1916, que es cuando André Breton descubre a Sade: él va a ser su gran intercesor a lo largo de la década siguiente, junto a Paul Éluard, Robert Desnos y Maurice Heine. En Arcane 17 evocará la impresión que le producía encontrarse por las calles de París con los paneles rojos que llevaban la sigla S.A.D.E., una compañía de trabajos hidráulicos fundada en 1918. En el Manifiesto, o sea en 1924, en su lista de surrealistas pioneros aparecerá un Sade "surrealista en el sadismo"; dos años antes recomendaba las obras de Sade para la biblioteca de Jacques Doucer. Pero limitémonos por ahora a recordar su célebre "Juicio del autor sobre sí mismo", formulado ya en los años 30: "Heráclito moribundo, Pedro de Luna, Sade, el ciclón de cabeza de grano de mijo, el oso hormiguero: su mayor deseo hubiese sido pertenecer a la familia de los grandes indeseables".
En 1921 nos encontramos de nuevo con el juego de las calificaciones publicado en el número 18 de Littérature. Sade obtiene un 11'27, y sus mejores puntuaciones son las de Gabrielle Buffet (20), Breton y Ribemont-Dessaignes (19), Péret y Rigaut (18), Aragon (17), Soupault (16) y Éluard (15), mientras que de nuevo un -25 de Tzara degrada la nota media.
El primer homenaje plástico a Sade lo hace un dadaísta que luego se interesaría mucho por el surrealismo: Erwin Blumenfeld. Se titula Marquis de Sade y es un collage:
Annie Le Brun señalará la gran importancia de Robert Desnos en la valoración de Sade. Es de obligatoria referencia su ensayo de 1923 De l'érotisme considéré dans ses manifestations écrites et du point de vue de l'esprit moderne elaborado por sugestión de André Breton para la biblioteca de Jacques Doucet y solo publicado en 1953; el estudio se divide a grandes rasgos en un "antes de Sade", un "Sade" y un "después de Sade", reconociéndose la intervención decisiva de Apollinaire en la recuperación de la obra sadiana. Pero mayor importancia aún posee la fundación en 1924 por Maurice Heine de la Société du Roman Philosophique, con vistas a divulgar esa obra.
Dos años después, Heine comienza a establecer las primeras ediciones serias de Sade, publicadas en suscripción por la Sociedad. El Diálogo entre un sacerdote y un moribundo y un tomo de Historiettes, contes et fabliaux, todo sobre los manuscritos autógrafos inéditos, ven la luz ese año, y seguirán Los infortunios de la virtud en 1930 y Los 120 días de Sodoma entre 1931 y 1935. El impacto sobre los surrealistas es tremendo, y a ellos va dedicada la edición de Los 120 días de Sodoma. Detengámonos en la recepción inmediata: Éluard y Masson (a quienes seguirá Man Ray).
En la primera página del número 6 de La Révolution Surréaliste (1926), Éluard pone como cita de cabecera de "La dame de carreau" (que Aldo Pellegrini seleccionaría para su célebre antología de la poesía surrealista francesa) la profesión de fe atea de Sade:
Dos números después, Éluard publica un gran texto sobre Sade, y fijémonos en la ilustración ya que motivará tres años después la carta insultante de Georges Sadoul y Jean Caupenne al primero de la promoción de la Escuela Militar de Saint-Cyr, publicada en el número inaugural de Le Surréalisme au service de la Révolution y que tanta cola traería:
Al año siguiente se publica en
Clarté otra exaltación de Sade por Éluard, visible en
este enlace.
El impacto de las ediciones de Heine llega a los artistas de surrealismo, a la cabeza André Masson y Man Ray. De 1927 y 1928 son estos tres dibujos de Masson, los dos primeros Para Justine y el tercero Para Sade: