No es el único interés de este volumen, ya que hay algunas declaraciones notables de Leila Ferraz y Pablo Paranaguá. De la primera, el relato de un sueño premonitorio con André Breton poco antes de conocerlo, una bella evocación de Elisa Breton, la valoración de su contribución a la exposición de A Phala (en particular, sobre su "Anticinturón de castidad") y un reconocimiento al influjo de Robert Benayoun. Del segundo, comentarios de su película Nadja y de su presencia en Positif.
De resto no falta el tufo a provincianismo (habitual desde que salimos de París en la historia del surrealismo, con raras excepciones como las de Praga o Chile en la época Mandrágora), el engreimiento y los rencores. Esto último, con respecto a Sergio Lima, claro está, habiendo hasta un fulano que lo llama "el Papa del surrealismo en Brasil"... sino que para el movimiento surrealista lo que vale sobre el surrealismo en Brasil es lo que ha dejado dicho Sergio Lima, y no hay vuelta de hoja: por tanto, que con su pan se lo coman, y bom apetite.
"El Surrealismo, desde mis tiempos de estudiante, fue para mí la búsqueda de una realidad más profunda, basada en una apuesta en lo maravilloso que existe en la vida y no vemos, mas que, si nos dejamos guiar por la intuición, acabamos encontrando, y que transforma por completo la realidad objetiva. Se trata de una realidad oculta que no puede ser demostrada, pero las personas ultrasensibles, que no abandonan sus sueños, conocen y protegen esta creencia en la realidad secreta de sus devaneos, movidos por un mysterioso sentido del humor de segundo grado". (Maestro Zuca Sardan)