Casi a la vez
que el espléndido libro sobre los sueños híbridos, me llega una obra de
importancia similar, pero concerniente al rico apartado del surrealismo y el
esoterismo. Se titula L’Arche utopique, ya que “arche” es la traducción
de la palabra Thébah, que designa a una logia masónica existente en Francia
desde 1901, a la que han pertenecido surrealistas y figuras próximas al
surrealismo, principalmente a fines de los años 50 y principios de los 60.
David Nadeau, quien ya había presentado sus credenciales como conocedor y
explorador muy inteligente de esta dimensión trascendental del surrealismo, es
a quien debemos este volumen que se une al de Patrick Lepetit, Le
Surréalisme. Parcours souterrain, aparecido en 2012 y donde ya se dedicaba
un capítulo a la cuestión específica del surrealismo y la masonería.
Sin duda la
logia masónica Thébah es algo muy diferente de la masonería en que primero
pensamos, y a la que han pertenecido y pertenecen personajes perniciosos del
poder político y económico. En sentido contrario, baste señalar que de la logia
Thébah formó parte René Guénon, uno de los pensadores más exigentes de la pasada
centuria.
David Nadeau
ha urdido un libro muy útil y de calidad excepcional. Lo ha estructurado en
tres partes: la primera está dedicada a los retratos de los surrealistas
asociados a la logia (algunos de los cuales se reunían por la época señalada en
el cabaret Le Port du Salut, que regentaba un masón); la segunda estudia los
grandes temas tratados por todos ellos; y la tercera es una antología de
textos, muy completa y repleta de piedras preciosas.
La galería de
retratos comienza con Henri Hunwald, alquimista y médico homeópata muy estimado
por André Breton, autor de un libro sobre Paracelso y fundador con René Alleau
del importante Circle Hermes. Alleau es la figura siguiente, y recuérdese que a
él dedicamos aquí un homenaje con motivo de su muerte, reproduciendo muchos de
sus escritos. Siguen Bernard Roger, Guy-René Doumayrou, Élie-Charles Flamand,
Jean Palou, Roger Van Hecke, Jean-Pierre Lassalle y Eugène Canseliet. De Jean
Palou nos hemos ocupado aquí en dos ocasiones: con motivo de la publicación de
su correspondencia con Breton y con motivo precisamente del estudio que le
dedicó el propio David Nadeau en la revista Ritual, Secrecy, and Civil
Society (reseña que aproveché para presentar algunos de sus textos en
revistas surrealistas, entre ellos el maravilloso “Presencia en Rávena”). La
semblanza que se hace de Roger Van Hecke es la que tiene para mí aportaciones
más novedosas; en Caleidoscopio surrealista apunté que era alguien a
quien se debía tener en cuenta, pero carecía yo entonces de información
suficiente para dedicarle una entrada, que sin duda merece. Lassalle es una
figura que ha crecido con el tiempo, un verdadero maestro, poeta suntuoso y
pensador lúcido y generoso; David Nadeau muestra conocerlo muy bien, lo mismo
que a ese poeta inmenso que era Flamand. En cuanto a Canseliet, aunque no
perteneció a la logia Thébah, estuvo asociado a Alleau y a Flamand (y a Jorge
Camacho) y es a través de él cómo ejerce su gran influjo Fulcanelli.
La sección de
“Arcanos” se divide en estos capítulos temáticos: “Lo maravilloso”, “Utopía y
subversión”, “Las ciudades herméticas de Bernard Roger y Guy-René Doumayrou”,
“La caballería”, “El Santo Imperio” (como opuesto al siniestro Papado) y “Sobre
misteriosos herreros”, donde David Nadeau retoma su magnífico trabajo de Surrealists
and outsiders en torno a la tradición iniciática representada por los
dioses herreros de la antigüedad prehelénica y los lazos entre los cabiros, los
pelasgos y los dioscuros. Concluye Nadeau que “la francmasonería, para ciertos
surrealistas, sean o no iniciados, ha sido y continúa siendo uno de los
vectores de la búsqueda de lo maravilloso y de la exploración de lo invisible”.
Entre esos surrealistas francmasones se añaden los nombres de Henri Siegle,
Roland Sig, Endre Rozsda, Fernand Dumont, Ithell Colquhoun, Marie-Dominique
Massoni y Patrick Lepetit. Al margen de esto, ya que David Nadeau prodiga sus
referencias a la alquimia, me ha extrañado una ausencia: Maurice Baskine, figura
suprema del esoterismo surrealista.
La antología
se abre con un ensayo de Hunwald sobre los orígenes cósmicos del pentagrama. De
Alleau se recogen sus tres textos en Médium, la respuesta a la encuesta
del mundo al revés en La Brèche y el ensayo en La civilisation
surréaliste. De Bernard Roger sus intervenciones en L’Âge du Cinéma,
Le Libertaire, la exposición Eros y L’Archibras. De Doumaryou las
de Le Libertaire, Eros y Surréalisme. De Flamand poemas y
artículos y textos clásicos en Médium, Le Surréalisme, Même y –más
recientemente– Supérieur Inconnu, a donde lo convocó Sarane Alexandrian,
siempre tan interesado en esta vertiente del surrealismo. Los textos de Palou,
como los de Alleau, ya fueron aquí todos antologados, y muy interesante es la selección
que se hace de Lassalle, quien sigue siendo un gran autor secreto.
Este es un
libro de lectura apasionante y, como Rêves hybrides, un tónico
maravilloso para los tiempos que corren. Las ilustraciones son numerosas y
están muy bien elegidas, empezando por las de portada y contraportada: un
tríptico hermético de Guy-René Doumaryou abierto y cerrado, que hace pensar en
el Phantasophe-Roc de Baskine. El conjunto merecería, eso sí, una edición de
más calidad, y si digo que lo ideal hubiera sido su aparición en las ediciones
de Sonámbula, creo que lo dejo dicho todo.
*
David Nadeau da
el enlace de este ensayo de Marie-Dominique Massoni, que yo no conocía y que
trata sucinta pero óptimamente la cuestión del surrealismo y el hermetismo: