miércoles, 14 de septiembre de 2016

Magia y vuelo de Verónica Cabanillas Samaniego

Verónica Cabanillas Samaniego, mixta de la nueva luz, 2016

Nacida en Lima en 1981, Verónica Cabanillas Samaniego ha hecho por sí sola resurgir el surrealismo en una de sus tierras de elección. Con ella, el Perú vuelve a inscribirse en la geografía planetaria del surrealismo, y con una fuerza pasional arrolladora, que es precisamente de lo que estamos siempre necesitados. Véase si no la semblanza que de sí propia hace en su blog “Visión cosmogónica”, y que es todo un manifiesto:
“Surrealista desde el vientre hasta consumarse. Poeta del ser. Pintora y dibujante; vertedora de universos paralelos. Soñadora ferviente de todos los mundos imposibles para hacerlos posibles aquí y hoy. Sombra negra que atravesó el delirio para poder ver los subterráneos mundos del cosmos interior y exterior, y sacar de allí la fórmula de una salvación en curso. Luz violenta y brillante que subvierta nuestra terrible condición humana. Manos –maga. Mente –alas”.
Participante en proyectos colectivos del surrealismo internacional, merecen destacarse ahora dos de sus investigaciones más recientes: “Mixtas de la nueva luz” y “Tintas automáticas”. A la primera pertenece la imagen de portada del número último de La Vertèbre et le Rossignol, y esto es lo que ella dice de estas imágenes cuya técnica incluye de modo variable tintas, carbón prensado, lápiz carbón y pasteles:
“Este es un proyecto donde la técnica mixta prevalece y mediante ella se es portadora de una nueva imagen, una luz otra. Siempre en el camino del descubrimiento y no del re-conocimiento o de lo pre-establecido o conceptual-izado. Este es el camino de la imaginación que obra de manera libre y espontanea sobre el soporte cual sea. Este camino no está trazado, se construye sobre el abismo de lo que sigue, para reafirmar ese paso y dar continuidad al siguiente, siempre invisible. Por eso la sorpresa es manantial diario de los ojos y la mirada que se deja llevar y sorprender de sí misma”.
La sorpresa y la poesía rigen no menos la serie de las “Tintas automáticas”:
“La pulsión de las energías en perfecta continuidad y armonía, encontrando cauce, los vasos comunicantes entre ese ser interior y los medios y lenguajes, la tinta sobre el papel, el automatismo, el mundo exterior que emerge; la imagen, el arte. Así en directa conexión, sin pre-conceptos, la idea se modela en sí misma sobre el vacío, el silencio. Nada interviene entre la intuición y la acción. El sentimiento de ser una onda, pero que muestra la visceralidad, la realidad resarcida hasta los aleros de la mente fatigada, que grita, excitada siempre. Tintas que recorren la mente –como un laberinto– en el mismo instante en que aparecen y diagraman la herida interior. Tintas a la velocidad idéntica entre el tiempo de pensar y hacer. Es el mismo punto en que los paralelismos confluyen donde emerge la huella interior, aquí mía”.
En los enlaces que damos pueden verse otras felices series anteriores, en concreto “Acrílicos surreales”, “Dada art work” (nuevo capítulo de ese surrealismo que ha seguido bebiendo en lo mejor del hontanar dadaísta) y “Dibujos surrealistas”. Emerge de todo esto un mosaico creativo en verdad fascinante.

Verónica Cabanillas Samaniego, mixta de la nueva luz, 2016