Javier Gálvez, foto en 3 poemas espeluznantes |
Este nuevo tríptico de Javier Gálvez, en Ardemar Ediciones, vuelve sobre
tres de sus poemas, reelaborados “bajo un estado alucinatorio”, que es como
conviene elaborar y reelaborar.
Si la nota de Ruiz de Murag considera que “su espíritu rimbaudiano y negro los acerca a la poesía de desguace”, no
sorprende que el primero de ellos se titule “Rinbow”. Fue publicado sin título
en el n. 6 de Salamandra (1993),
mientras que los otros dos, “Pasión del corcho” y “Solve et solve” vieron la
luz en el n. 7 (1995), sin título aquel y este con el de “Todos los poetas
surrealistas son tontos”. Por el azar de las páginas, “Rinbow” iba con una
tinta de Lurdes Martínez, “Pasión del corcho” con otra de Olga Billoir y “Solve
et solve” con un grabado de Roman Bergam. Es bueno volver a manejar estas
revistas, ya que el tiempo ha sido bondadoso con ellas y están llenas de
páginas que sigue siendo grato e incitante leer, tanto en la vertiente crítica
como en la creativa.
Ahora, la única ilustración es una foto erótica del propio poeta, pero ante
todo merece resaltarse lo significativo de las dedicatorias: a Lurdes Martínez,
a Eugenio Castro y a José Manuel Rojo. Porque estos tres nombres, más el de
Javier Gálvez, componen el cuarteto de figuras decisivas del grupo surrealista
de Madrid en su ya larga y tan fértil andadura. Felizmente, y como es sabido no
son raros en el surrealismo estos casos de fidelidad, admirables en un mundo
donde reinan la frivolidad, la palinodia y la inconsecuencia.
La poesía de Javier Gálvez es una nube de tormenta. Para la apreciación de
sus movimientos insospechados, es preciso proveerse de periscopios que solo se
pueden obtener en algunas tiendas fantasmas de Lisboa, junto al río y los bares
marineros.