miércoles, 15 de octubre de 2025

LRS, n. 5, 15 de octubre de 1925


Desde el número 4, la sede de La Révolution Surréaliste está situada en el n. 42 de la Rua Fontaine, domicilio de André Breton. El quinto aparece hace hoy cien años y su portada expresa el deseo de revolución permanente, con las publicaciones anteriores estrujadas, y entre ellas el infame Un cadavre. Detrás de ella, en cambio, una lista ya apabullante de "obras para consultar": el Manifiesto, Le pèse-nerfs de Artaud, C'est les bottes de sept lieues de Desnos, Simulacre de Leiris y Masson, Il était une boulangère de Péret, Soleils bas de Limbour y Masson, etc.

Abre el número la escandalosa carta de Gengenbach, uno de los grandes excéntricos de aquella hora, y sigue la sección de "Textos surrealistas", con Pierre Brasseur, Raymond Queneau, Paul Éluard, Dedé Sunbeam y Monny de Boully, mientras que la de "Poemas" los contiene de Chirico (tres), Leiris (visuales), Éluard, Desnos (visual), Marco Ristitch, Desnos y Brasseur, y la de "Sueños" de Morise y Leiris. De Jacques Baron prosigue su "Decadencia de la vida", iniciada en el número 3.

El surrealismo de los yugoeslavos fue el más potente signo inicial de la internacionalización del surrealismo. A las colaboraciones citadas de Boully y Ristitch se añaden dos magníficas páginas presentadas por el primero y tituladas "El vampiro", un "relato imaginado" a partir de una serie de testimonios en un asilo de alienados y que se traducen del número 6 de la revista de Belgrado Témoignages, dirigida por Ristitch.

Pero sin duda el plato fuerte de este número es la "Carta a las videntes" de André Breton, que aparecería luego y hasta hoy en las ediciones de los manifiestos, no siendo de subvalorar que un año después saliera en la misma revista la "Carta a la vidente" de Antonin Artaud, dedicada al propio Breton. El ensayo bretoniano lo ilustra una obra de Chirico, J'irai... le chien de verre, que perteneció a Breton desde 1925 hasta 1929.

Péret inicia "Ces animaux de la famille", típico relato delirante, tras una "Nueva carta sobre mí mismo" del atormentado Artaud. La sección de "Crónicas" cuenta con una incendiaria perorata de Aragon contra las llamadas "artes decorativas", la presentación por Desnos de un poeta cartero de los Pirineos Bajos, una reseña de Éluard sobre el Saint-Just de Massot y la más conocida de Breton sobre la hagiografía leninista de Trotsky. En cuanto a la "Correspondencia", tenemos la hoy clásica de Joë Bousquet y un breve mensaje de Masson mostrando su creencia en  la entelequia de la "dictadura del proletariado", que acabaría denostando, como es más que sabido (sobre los detalles de la cuestión política, cada vez más remota en comparación con otras dimensiones del surrealismo, todo está en el volumen segundo de los Archives du surréalisme, presentados y anotados por Marguerite Bonnet).

Completa este número un importante panfleto: "La Révolution d'abord et toujours". Publicado en agosto, supuso el acercamiento entre el grupo surrealista y el de la revista Clarté, y todo lo referente a su elaboración y contextualización puede consultarse en la obra de José Pierre, aunque en este caso él cede la palabra a Marguerite Bonnet, que lo estudia a la perfección, si bien también es útil la lectura de lo que dice Victor Crastre en Le drame du surréalisme. Breton en 1934 considerará este folleto "ideológicamente bastante confuso", y con razón, pero como siempre en este tipo de documentos nos encontramos con pasajes y declaraciones admirables: "Nos declaramos en insurrección contra la Historia", "Tenemos necesidad de la Libertad", "Lo que nos repugna es la idea de Patria", "Nuestro amor de la Revolución", y en general toda la diatriba contra Occidente, Europa y "la alta finanza internacional".

Ilustraciones, aparte la de Chirico, hay de Joan Miró (dos: el famoso Tierra labrada y La Trampa, que es como un cadáver exquisito), Max Ernst, Picasso (cuatro), Masson (dos de sus dibujos automáticos) y una pintura hiperrealista enviada desde el Japón por Claire Malraux y que Georges Sebbag contextualiza en la página 69 de su André Breton. L'amour-folie

Merece resaltarse la ilustración de Max Ernst, última de este número, ya que se trata de La bella jardinera, que formaría parte de la exposición de "arte degenerado" en 1937. Parodia de un ridículo cuadro de Rafael cuatrocientos años anterior, fue vista por los nacionalsocialistas como "un insulto a la mujer alemana" y desaparecería en la vorágine de la época.

LRS, 5