miércoles, 18 de diciembre de 2024

Alan Glass (1932-2023)


El pasado año murió en Ciudad de México, a los 90 años, Alan Glass, artista surrealista de una creatividad extraordinaria, en especial por su cajas poéticas, pero también por sus dibujos, pinturas, collages, esculturas, anamorfosis, objetos, ensamblajes, huevos pintados... Actualmente se le dedica una amplia retrospectiva, que es una buena ocasión para que lo recordemos, como hicimos cuando L'Or aux 13 Îles le dedicó un precioso dosier.

La mejor manera de recordarlo, o una de las mejores, es sin duda recorrer, e imposible no hacerlo con entera fascinación, el lujoso libro de Masayo Nonaka que publicó Turner en 2012, más de 300 páginas de gran dimensión con infinidad de reproducciones y un estudio inteligente y profundo de alguien que se había acercado a él con sensibilidad y respeto; ese estudio se divide en los capítulos "Los primeros años", "Los años en París", "Los años mexicanos", "Madurez en México" y "La creación bidimensional", más un interesantísimo epílogo sobre dos obras basadas en fenómenos de azar objetivo: Sorprendente hallazgo, de 2000, construida con objetos relacionados con Nadja, y que fue objeto de un estudio de Gloria Feman Orenstein en el catálogo mejicano de 2003, y Pigall's: A la memoria de Louis Morin y de Marcel Duchamp, elaborada entre 1998 y 2000, y estudiada la cadena de coincidencias que la generó en este libro de Masayo Nonaka (Louis Morin era un artista del cabaret Le Chat Noir, muy admirado por Duchamp). Esta segunda obra se me escapó en mis artículos dedicados a los homenajes a Marcel Duchamp, pero ya está reproducida en su lugar correspondiente, así como A can "can-can" for Marcel Duchamp de 1998, y Picabia, Rrose Sélavy, de 2005:





Recordemos, aunque también esté reproducida, como Pigall's, en el folleto de Phares, la admirable obra dedicada a Nadja:


Concluyo con el homenaje en el número 5 de Le Bathyscaphe, a este artista que ha ido creciendo con el tiempo, ya que ni existe en las gruesas obras de René Passeron, José Pierre, Jean Paul Clébert o Keith Aspley y escapó por los pelos en el Dictionnaire général du surréalisme et de ses environs, siendo menos explicable que la británica enciclopedia internacional del surrealismo lo liquide en quince miserables renglones.



Alan Glass. Alumno de Alfred Pellan, Alan Glass realiza dibujos automáticos y cajas con objetos encontrados, considerándose surrealista y contactando con el grupo surrealista en París. Allí expone en 1958 en la galería de Éric Losfeld Le Terrain Vague (Alejandro Jodorowsky prefacia el catálogo), y allí aparece como uno de los presentes en la ceremonia de ejecución del testamento del divino Marqués, diciembre de 1959. Tras fructíferos viajes a Checoslovaquia, Grecia, la India y el Tibet, vive desde 1962 en México, donde trabó amistad con Leonora Carrington, Kati Horna, Alice Rahon.
Alan Glass es, con Joseph Cornell, el más importante creador de cajas poéticas. En 2001 expuso cajas y objetos en la galería 1900-2000, llevando el catálogo textos de Mimi Parent, Roland Giguère (el poema “Inventario infinito”), Leonora Carrington y Gloria F. Orenstein (refiriendo esta una interesante aventura de azar objetivo). En 2008, el Museo de Arte Moderno de Ciudad de México le dedicó la exposición “Zurcidos invisibles. Alan Glass. Construcciones y pinturas, 1950-2008”, que motivó un homenaje en el n. 5 de Le Bathyscaphe, apareciendo en los años siguientes un suntuoso libro sobre su obra, de Masayo Nonaka y una película en la colección Phares. Con motivo de esa retrospectiva, Alan Glass reafirmó su identificación con el surrealismo y evocó a André Breton como “el hombre más accesible del mundo. Me recibió calurosamente y en seguida propuso una exposición y le encargó a Benjamin Péret llevarme a la galería Le Terrain Vague”. Fue en la casa de Aube Breton donde vio en 1961 una de las típicas calaveras mejicanas de azúcar, que fue el señuelo que lo llevó a México: “Vine aquí por un año, luego regresé a Europa, pero ya no lo soportaba, porque lo encontraba todo pequeño, apretado. Vendí mis cosas y regresé a México”, donde a su justo juicio aún se puede vivir “a la sombrita, no en medio de todo lo que sucede ni asistiendo a todas las inauguraciones. Más bien prefiero estar apartado para ver las cosas con cierta distancia”.
En 2014, el n. 3 de L’Or aux 13 Îles dedicó a Alan Glass un lujoso homenaje, con textos de Alain Joubert, Leonora Carrington y Alejandra Pizarnik y muchas reproducciones, entre ellas la del objeto El festín de los Grandes Transparentes y la de la caja Hacia el oro del tiempo (tributo a André Breton).
"Cornell es como mi hermano, así como los surrealistas son mi familia. Ese es mi árbol genealógico."

La flauta de Rousseau, c. 1980

domingo, 15 de diciembre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (fin)

Comienza el milenio con Jorge Camacho traduciendo las "Vocales" para las Ediciones Ptyx, acompañado el cuaderno de un dibujo y el comentario de la traducción:





En el catálogo de la exposición internacional del surrealismo organizada por Debout sur l'Oeuf  y celebrada en Coimbra en 2008, encontramos este tríptico de óleo y oro sobre tela realizado por  Anasor ed Searom y titulado J'ai seul la clef de cette parade sauvage, arrogante frase que cierra la iluminación Parade, en que, a juicio de Yves Vadé, Rimbaud refiere sus poderes a los efectos del magnetismo:


En 2014, el número 3 de L'Or aux 13 Îles incluye un trabajo de Mauro Placì sobre Rimbaud. Como mi maestro juvenil Octavio Paz decía, mejor citarse que parafrasearse, así que esto fue lo que al reseñar la revista escribí:

"La contribución extraordinaria de Mauro Placì a este número es un artículo capital sobre Rimbaud, y baste decir que si se hubiera publicado en tiempos de Mário Cesariny, ya yo se lo hubiera hecho llegar a su domicilio. “Rimbaud, modernidad por contumacia”, es un ataque necesario a la apropiación “moderna” del más salvaje poeta del siglo XIX, y que yo sitúo por encima de todos los de cualquier época. Mauro Placì denuncia el “festival de buena voluntad” que ha consistido en falsificar la obra de Rimbaud con miras a convertirlo en inofensivo, a aseptizarlo con el sello de lo “moderno”, cuando en Rimbaud esta noción, como demuestra Mauro Placì, aunque ya lo supiera quien no se haya querido engañar, es totalmente negativa. Huir de lo moderno, o socavarlo, es lo único que puede interesarnos, y Rimbaud es a la vez antimoderno y revolucionario, la negación absoluta del “confort” de Occidente, de sus principios fundacionales y ecuménicos y de todo conformismo. El admirable trabajo de Mauro Placì, sólidamente documentado, se abre con una valoración del “silencio” rimbaldiano, convertido por algunos en “verdadero acto de consagración de los sacrosantos valores modernos”, y refuta en seguida la lectura que hace Yves Bonnefoy de “Saldo” como la “liquidación de todas las esperanzas de Rimbaud” (lo mismo diría Jose Pierre, y con la misma intención de conducir el pensamiento rimbaldiano a una resignación final). El texto de Mauro Placì es capital porque viene a cercenar todas las interpretaciones que han privilegiado esa supuesta liquidación, prefiriendo apoyarse en unas palabras de René Char: “Rimbaud es el primer poeta de una civilización aún no aparecida”, a lo que Placì añade: “Esa civilización no es la nuestra y sin duda no aparecerá jamás”. ¿O es la civilización que ha intentado e intenta encarnar el surrealismo, en su desafiante postura, como era la de Rimbaud, de “un rechazo sublime, altivo y puro de todo compromiso”?"

Un célebre pasaje clave de Rimbaud, en La Graphicha de André Mimiague, 2019:


En 2020, otra impostura contra Rimbaud recibió esta declaración, impulsada por François Leperlier:



En el mismo año, Carlos Barbarito publica Materia desnuda, con ilustraciones de Víctor Chab; el poema "Rimbaud" puede leerse en este enlace, junto a los dedicados a Baudelaire y Mallarmé.

También de 2020 es este collage de Alberto Mayol, que no duda en incluir a Rimbaud en su "Tarot de los ases":


Y de 2022 el de Lou Dubois para la varias veces citada conferencia de Sarane Alexandrian sobre André Breton "descubridor y redescubridor de libros":


Concluimos con este "retrato encontrado" de Rimbaud, por Sasha Vlad (ya conocemos el de Sade, impresionante, y espero en un futuro dar a conocer el de Péret):


Lo dijo Louis Aragon en 1919 con palabras que me parecen siguen igual de vigentes: "Les œuvres de Rimbaud, Lautréamont et Jarry constituent l’expression suprême de l’art, de l’humour, de l’amour; elles seront les seules appelées à influer sur l’art à venir, tant que cet art conservera quelque pureté".

miércoles, 11 de diciembre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (años 80 y 90)

Jean-Jacques Jack Dauben le pone a su exposición de 1989 un título que es un homenaje a Rimbaud, y Mário Cesariny lo celebra dedicándole su Noa-noa número 6:



En los años 90 aparecen en Alemania las Ediciones Rimbaud, al cuidado de su principal especialista en aquel país, Richard Anders, y aún hoy existe el Editor Rimbaud.

En 1991, Alain Jouffroy publica su libro André Rimbaud et la liberté libre, al que seguirá en 2002 Rimbaud nouveau. A ese mismo año corresponde el libro de Daniel del Valle Itinerario para emboscar laberintos, con este poema:

De 1996 es el admirable libro de Raúl Henao El virrey de los espejos, visto por Mário Cesariny como un "homenaje cumbre" a la obra de Rimbaud; la cubierta era de Sergio Lima, y una de las prosas poéticas llevaba epígrafe de Rimbaud, perteneciente a la demoledora iluminación "Démocratie":

 
De 1997 es esta pintura de Jacques Lacomblez, titulada J'ai embrassé l'aube d'été - Arthur Rimbaud, frase que compone el primer párrafo de "Aube".


Y del mismo año, el libro más fascinante de Georges Sebbag, cuyo primer capítulo, "Le saut du Baou", ya nos transporta al poema tal vez más enigmático de las Iluminaciones, "Devoción":

sábado, 7 de diciembre de 2024

Nuevo "Dreamdew"

Y ya se ha llegado al número 37. Prosigue y concluye el ensayo de Trost, y completa un sueño de Paalen. 




miércoles, 4 de diciembre de 2024

Lou Dubois, en Venus d'Ailleurs


Las ediciones Venus d'Ailleurs se apuntan otro tanto con esta publicación dedicada a Lou Dubois, que consta de veintiséis recientes collages acompañados por comentarios del propio artista, jugosos y clarificadores, pero que siempre dejan espacio para las averiguaciones y los ensueños del lector, cuyos ojos (siempre multiplicados en su obra) protagonizan la portada, como un bizarro antifaz sobre terciopelo negro.

El título, Le flacon dort et les cornues, es el que corresponde al primero de los collages, afirmándose en su comentario que "la búsqueda de la alquimia de las palabras y de las imágenes embellece maravillosamente noches y días", porque, en efecto, el juego de alto riesgo con las palabras es uno de los motores que inspiran todo lo que Lou Dubois emprende y lleva a cabo.

Como es habitual también, menudean las figuras o guiños a figuras del surrealismo y sus "alentours": Breton, Ernst, Tanguy, Moholy Nagy (recordemos la presencia de sus fotomontajes en Les mystères de la chambre noire de Édouard Jaguer), Jean Ferry (El tigre mundano), Marcel Duchamp (tanto él mismo como sus rotorrelieves), Man Ray, Chirico, Dalí (en un "collage paranoico"), Toyen, Félix Labisse, Unica Zürn, etc.

La inventiva de Lou Dubois es inagotable, y aquí hasta lo tenemos inventando una nueva técnica collagista:


*

Como, desde los tiempos de nuestro querido Sarane Alexandrian, tengo el privilegio de disfrutar de la amistad, en extremo generosa, de Lou Dubois, acostumbra agraciar los envíos que me hace con algún collage original dedicado expresamente. Sabedor de mi afición a las peleas de gallos canarias (hoy, por señal de tiempos miserables, en decadencia irreversible), me brinda ahora este collage que titula Muchos mulatos quizás recordando el envío que a veces he hecho a los conocidos distantes del folleto dedicado en 1915 a un legendario gallo fino tinerfeño llamado El Mulato. Pero a la vez me hizo pensar en seguida en el personaje con cabeza de gallo que aparece en el mejor largometraje de Jan Svankmajer, Los conspiradores del placer:


Añado que el buen aficionado a las riñas aspira siempre a ser tan bravo como su animal totémico, que no rehúye la pelea ni cuando está en las últimas, y que los habitantes de Los Llanos de Aridane (isla de La Palma), una de las poblaciones canarias donde más afición ha habido, desde hace siglos y hasta hoy mismo, se llaman entre ellos "gallo".

domingo, 1 de diciembre de 2024

LRS, n. 1, 1 de diciembre de 1924


Hace hoy exactamente cien años que aparecía el primer número de la más grande revista no solo del surrealismo sino de todos los tiempos, publicitada a su salida como "la revista más escandalosa del mundo". Con una tirada de 1.050 ejemplares, adoptaba en su portada la manera de las revistas científicas, y se desmarcaba por completo de las dadaístas al retirarle importancia a la tipografía para conceder toda relevancia a los textos y sus ilustraciones, con dibujos y muchas fotografías, en su mayoría anónimas.

En la portada, provocante y proclamativa, un fotocollage en tridente obra de Pierre Naville, y al abrir la primera página, el anuncio de la inminente revolución surrealista (con un pez de Chirico) y un editorial de Boiffard, Éluard y Vitrac acompañado (sin identificación) de El enigma de Isidore Ducasse, de Man Ray, sugiriendo un cuerpo vivo y en íntima relación con el texto.

En la segunda página se anuncia la encuesta sobre el suicidio y en la tercera ya tenemos una de las corrientes que atraviesan el surrealismo hasta el presente: el relato de sueños, con muestras de Breton, Chirico y Renée Gautier acompañadas por un dibujo de Max Morise. Los "textos surrealistas" que siguen son de Marcel Noll, Robert Desnos, Benjamin Péret, Simone Breton, Georges Malkine, Paul Éluard, Louis Aragon, J.-A. Boiffard, Francis Gérard y Max Morise, y el dibujo, sin título, es de Chirico (se trata de La aparición del caballo). También se incia en este número el hábito de reproducir de la prensa noticias o "faits divers", objeto incluso de un volumen, por Masao Susuki, de la colección "Surréaliste" editada por Georges Sebbag; los predominantes aquí son los que tienen por tema el suicidio.

De los ensayos, enumeremos el de Max Morise sobre la imposibilidad de una pintura surrealista, que va a generar la respuesta capital de Breton (acompaña estas páginas un dibujo de Masson que aparece por error al revés); el de Delteil sobre el amor (penoso, y violentamente respondido por Breton en el número 4 de la revista, porque con el amor no se juega); el de Aragon, gran ensayo sobre el objeto, y en concreto sobre las máquinas inútiles, "La sombra del inventor" (título chiriquiano); y el de Pierre Reverdy "El soñador entre las murallas", reflexión sobre el sueño y el acto poético. Aragon reseña Antabase de Saint-John Perse y deja una nota sobre Germaine Berton, a quien se dedica la página más potente del número, la extraordinaria declaración por la imagen en que la heroína surrealista aparece rodeada por los surrealistas y el único texto es una célebre cita de Baudelaire: "La mujer es el ser que proyecta la mayor sombra o la mayor luz sobre nuestros sueños"; por su parte, Éluard reseña el flamante Manifiesto del surrealismo

La portada enumera a los ilustradores: Man Ray (aparte la señalada foto, la de los senos dobles y la de la cápsula con anillos de acero en vez de aceitunas), Chirico, Picasso (con una nueva metamorfosis de sus guitarras), Desnos, Masson, Max Ernst (una de ellas con unas sonámbulas), Naville y Morise. Pero hay una ilustración, entre las anónimas, que nos vale para cerrar en slapstick esta celebración centenaria. Acompaña, creo que premeditadamente, el ensayo de Aragon, tratándose de una foto del rodaje de la película que lanzó decisivamente a Buster Keaton, One Week, de 1920, con una casa desmontable monstruosa y la típica catástrofe final. En el minuto quince (aquí tenemos el enlace), podemos ver la secuencia en cuyo rodaje se hizo la foto, con Sybil Seely y Keaton (en la página 112 de Le regard de Buster Keaton, de Robert Benayoun, erróneamente viene una imagen similar del cuarto de baño como si perteneciera a The Elecric House, que por cierto acababa de estrenarse pocas semanas antes de que apareciera La Révolution Surréaliste).

miércoles, 27 de noviembre de 2024

François-René Simon y André Breton

Figura muy fina y atractiva entre los surrealistas surgidos al final de la vida de André Breton, François-René Simon nos ofrece en este libro un retrato ameno, y hasta apasionante a veces, del surrealismo de los años 60 y décadas sucesivas, centrado, claro está, en sus avatares parisinos y franceses. Sin el afán polemizador de su aliado Alain Joubert, su perspectiva es, no obstante, igual de certera y lúcida, entretejiendo con aspectos biográficos la travesía que inicia tras su descubrimiento juvenil del surrealismo

Ese descubrimiento lo hace con la lectura de los Manifiestos (donde encontró "todo el oro del mundo"), de Nadja, de Lautréamont y de Derrière son double (acabado de reeditarse, del mismo modo que las obras anteriores recién salían en ediciones de bolsillo), más la visión de Un perro andaluz y, en casa de un amigo, el encuentro con una reproducción de Chirico (Torino printanière) y otra de Tanguy (la Multiplicación de los arcos, su último cuadro).

Acababa de salir el número 6 de La Brèche cuando le escribe a Breton, quien lo invita a visitarlo en su estudio, donde ve abrírseles del todo las puertas del "mundo ilimitado de la pintura", y a las reuniones del grupo, en el café La Promenade de Vénus. Estaba entonces preparándose la exposición L'Écart Absolu, que ya nos relata en detalle, como hace luego con el homenaje al sargento Bertrand, las noches cinéfilas del Ranelagh, la década de Cérisy dedicada al surrealismo, las estancias en Saint-Cirq-Lapopie (cuando aún no era un emporio turístico ni cultural), la gestación de los números de L'Archibras o la llamada "disolución" del grupo parisino.

Páginas suculentas son las dedicadas a pasar revista a los miembros del grupo con los que tuvo especial relación, en especial Philippe Audoin, Vincent Bounoure, Guy Cabanel, Jean Benoît, Jorge Camacho (que "dibujaba como respiraba"), Adrien Dax, Radovan Ivsic, Annie Le Brun, Mimi Parent, Roger Renaud, Robert Lagarde y Jean Terrosian, a lo que se añade un capítulo dedicado a los pintores, en el que, aparte nombres citados, habla de Le Maréchal, Der Kevorkian, Yves Laloy, Georges-Henri Morin o Guylaine. Muchas de estas semblanzas enriquecen nuestro conocimiento de esas figuras, y no digamos las de otras muy pocos conocidas o pasajeras, como en particular Claude Boussard.

Cette ortie folle... se redondea con unos veinte sueños protagonizados por André Breton, en un capítulo que lleva por título "Tarif de nuit".

*

Documento poco conocido, y que me parece una maravilla de frescura y clarividencia, es esta carta que François-René Simon reproduce, invitación de 1713 y José Pierre a los participantes en la ya mítica exposición de l´Écart Absolu:



Por último, como homenaje al autor de este feliz libro, reproduzco las cartas que le publicaron los Cahiers de l'umbo en su número quinto (segunda serie, verano de 2005), una verdadera joya:


sábado, 23 de noviembre de 2024

Los mundos desconocidos de Konrad Klapheck

El espíritu de la revuelta, 1964

Con más de un año de retraso, y a través del último boletín de Infosurr, me entero de la desaparición de Konrad Klapheck, uno de los más inventivos artistas del surrealismo desde los años 60. Y un tipo fabuloso. 

A modo de sencillo homenaje, reproduzco la entrada de Caleidoscopio surrealista y presento un pdf que consta de los siguientes elementos, casi todos referidos en la entrada:

1. Ensayo de Breton que cierra Le surréalisme et la peinture.

2. Los dos artículos que le dedica en L'Abécédaire José Pierre.

3. De La Brèche, números 3, 6 y 7, el ensayo de Édouard Jaguer, dos ilustraciones y la respuesta a la encuesta sobre las representaciones eróticas.

4. Artículo de François-René Simon en el número 6 de Le Cerceau (1997-1998).

5. La caja de Her de Vries.

6. Una dedicatoria a Elisa Breton.

pdf KK

Konrad Klapheck (1935). No iba a conformarse el joven y rebelde Konrad Klapheck con la dominante abstracción gestual, por lo cual optó por hacer, en 1955, “el cuadro más rigurosamente opuesto al tachismo”: su primera máquina de escribir, como provocación a la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf. “Pero la máquina se vengó de mi farsa exhibicionista. Sin que yo lo deseara, se convirtió en un monstruo insólito, extraño y familiar al mismo tiempo, un retrato poco halagador de mi propia persona. Yo había hecho un descubrimiento: con ayuda de la máquina, podía extraer de mí mundos desconocidos. La máquina me obligaba a confesar mis deseos más ocultos”. Klapheck realiza retratos analógicos de teléfonos, máquinas de coser, motos, grifos, duchas, timbres, máscaras de gas, etc., yendo más allá de su función utilitaria y no sin humor: “Mi trayectoria tiene siempre algo de anárquico, de cómico. Mi tendencia es decir la verdad en forma de broma. El humor es algo importante. Mis títulos están a menudo tan desprovistos de seriedad que algunos se irritan. Sin embargo, la seriedad está contenida en el contenido del cuadro. Los títulos se dan el aire de no ser serios, pero, en mi pintura, yo soy siempre de una seriedad absoluta. Yo quiero ser comprendido, pero a través de ese elemento cómico; tal es mi estilo. Es también mi estilo de vida”. En 1956, Klapheck se establece en París, donde su amigo Christian d’Orgeix le descubre las obras de Raymond Roussel y Marcel Duchamp, tan próximos a sus voluptuosas máquinas celibatarias, y donde será asiduo de las tertulias en À la Promenade de Vénus, participando tanto en las actividades del grupo surrealista como en las del movimiento Phases. En 1957 publicó una serie de dibujos inspirados en Max Ernst. En 1960, José Pierre escribe “Konrad Klapheck o los objetos acusadores”, fino texto incluido luego en L’abécédaire (al igual que “El sello de la interioridad”, del 68). En 1962, dos ilustraciones (Matriarcado y La familia numerosa) acompañan en el n. 3 de La Brèche un gran ensayo sobre su “carnaval mecánico”, firmado por Édouard Jaguer (“Plan y desmontaje del ordenador Klapheck o las miradas de Argus”), mientras que en el n. 6 son reproducidas La Surfemme y La Sexbombe y en el 7 responde así a la encuesta sobre las representaciones eróticas: “Me es difícil expresarme sobre mis representaciones eróticas escribiendo, porque son mis cuadros los que contienen todo lo que yo podría decir sobre el amor. En mí, pintura y amor se encuentran en intercambio permanente. Si miro a mi mujer, pienso en las curvas sensuales de las máquinas de coser que deseo dibujar y mis cuadros acabados me dan revelaciones sobre el amor. Dos tendencias caracterizan mi vida íntima así como mis actividades pictóricas, la limitación de mí mismo y la busca de la perfección. En pintura, me limito al tema de la máquina, en el amor no hay más que una sola mujer para mí, soy monógamo. El cambio ha de ser encontrado en la metamorfosis y el disfraz de un solo objeto amado. Mi mujer, la única que amo, debe ser virgen y seductora, dominadora o esclava, debe representar a todas las mujeres, así como la máquina de coser debe representar a la mujer en el papel de novia, madre o viuda. Por la repetición y por la renuncia al cambio es como me parece posible la busca de la perfección, que es mi mayor debilidad y amenaza el acto de amor con la sistematización y la mecanización. Pintor de máquinas, yo mismo me he convertido en una máquina. La gota de aceite que esta máquina necesita se llama inspiración. ¿Quién sino el amor sería más apto para facilitarla?”. En 1963, un texto de Robert Benayoun acompaña el catálogo de su exposición en la milanesa galería Schwarz, y en 1965 André Breton escribe un texto sobre él que pondrá el broche a Le surréalisme et la peinture. En el mismo año, el último número de La Brèche incluye una reproducción de su pintura El espíritu de la revuelta.

En 1997 introduce la figura humana, con desnudos femeninos en interiores, inspirados en viejas fotos eróticas. Estas obras aparecen incorporadas a la excelente monografía publicada por los museos de Estrasburgo en 2005, con motivo de una exposición organizada por Emmanuel Guigon y que incluye muy finos textos de este y de Gérard Durozoi, así como un apasionante conjunto de escritos del artista, compuesto de una serie de notas para el catálogo de la galería Schwarz en 1968: “Los descendientes” (publicado en Phases, n. 8, 1963), “La máquina y yo” (1965), “Mis objetos” (1974), “Sobre mis dibujos” (1983), “Por qué pinto” (1985), “La supermadre” (1992) y la respuesta a la citada encuesta. Precisamente Arturo Schwarz le dedicó una importante monografía en 2002. En 1999, Her de Vries hizo la caja Petit monument pour Konrad K., cuya foto puede verse en Regardez attentivement, su segunda publicación de cajas y otros objetos (2013).

"El azar es el maestro de la inspiración".

Libertad, amor, 1964

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Sobre la "poesía impersonal"

Las Ediciones La Grieta han recopilado las hojillas volantes de "La Página Blanca" sobre el fenómeno poético; inmejorable idea, resultando un volumen exquisito, de textos e imágenes fotográficas. Hubiera formado parte de la última entrega que dedicamos a Lautréamont y el surrealismo, ya que la principal inspiración, junto a la de Paul Nougé, es la de Isidore Ducasse (o Lautréamont A, como lo llamaba Agustín Espinosa).

Sobre esta publicación y las ediciones La Grieta puede consultarse su página, aunque por desgracia está restringida a quienes forman parte de la red social facebook.

Estas páginas independientes  nos sitúan perfectamente:



domingo, 17 de noviembre de 2024

Dos libros sobre Duchamp

La bibliografía de Marcel Duchamp es inagotable e incesante, pero, al igual que su descendencia, con una mayoría inmensa de paja. Estas dos novedades son sugestivas y podrían tener interés, permitiendo los editores echarles una ojeada:

duchamp y roussel

duchamp la magie de l'art

miércoles, 13 de noviembre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (años 70)

Entre 1968 y 1970, Mário Cesariny rinde homenaje a su amado Rimbaud con una serie de pinturas inspiradas en las Iluminaciones. Por desgracia, a pesar de todos los libros que se le han dedicado al poeta y artista portugués, no existe un catálogo razonado de sus obras, y yo solo he podido espigar cuatro títulos, el último solo en una reproducción en blanco y negro. Pero antes veamos O barco bêbado, de 1958, y del que tampoco tengo sino esta reproducción:

El primer cuadro dedicado a las Iluminaciones es Las voces instructivas exiliadas, frase con que comienza "Veinte años", tercer capítulo de "Juventud":


El segundo es Mañana de embriaguez, título de la portentosa iluminación en que el poeta proclama la llegada del "tiempo de los asesinos":


El tercero es Rumeurs des villes..., que en este caso procede de la breve iluminación "Départ":


Por último, he aquí la desafiante interrogación "¿Qué es mi nada, comparada con el horror que os espera?", de la primera parte de "Vidas", quizás su iluminación más cercana a Una temporada en el infierno:


De Mário Cesariny pasamos a su amigo Ted Joans, quien invoca a Rimbaud, en cuya casa de Harrar residió un año después de escribir esta página de 1970:


Invalorable es esta foto con John Digby, Bill Wolack, Joyce Mansour, Arthur Rimbaud y Ted Joans:


En 1971, Max Walter Svanberg, catorce años después de su edicion de las Iluminaciones, lleva a cabo este homenaje a Rimbaud, tapisería ejecutada por Edna Martin:


No fuera porque en 1975 hace Rik Lina El barco ebrio y tendríamos que dar un salto enorme, de 1971 a 1989, que será nuestra próxima fecha: