miércoles, 22 de mayo de 2019

Lou Dubois y el Agente 004


El 26 de abril de 2016, el pacífico bicicletista Lou Dubois –así lo conocí yo hace unos veinte años cuando, llegado en su bicicleta como un nuevo Jarry a la librería parisina L’Or du Temps donde yo me encontraba, y oírme dar la dirección de Tenerife para enviar unos libros, me preguntó si yo conocía a un escritor canario... que no era otro que yo mismo–, el bicicletista Lou Dubois, que se encontraba ensoñaradamente apostado a un lado del puente de la Concorde, fue llamado por un agente que no solo lo interpeló por estar allí, sino por al punto haberse dirigido a él montado en su bicicleta, situación en verdad típicamente “ubuesca”.
Lou Dubois acaba de publicar, en las ediciones Venus d’ailleurs, imprenta In Octo de Montpellier, la documentación, oficial y poética, de este affaire que revela no solo toda la estulticia de la autoridad en sus rangos más bajos (ejemplificada en este pobre descerebrado que es el agente 0043888), sino también la de ese infierno burocrático en que hace mucho tiempo desembocaron las sociedades occidentales. En efecto, se aporta la multa del llamado Ministerio de Justicia (166 euros), recibida medio año después, y que es un modelo lingüístico y mental de espanto y ridiculez. Razón tenía el Capitán Cap en situar a la cabeza de su programa político la guerra a esta hidra de mil cabezas, que generaciones de cretinos tan poderosos como perversos han llevado a su apoteosis actual. Si echamos un vistazo rápido a la literatura española, ha quedado como epítome de la materia el artículo de Larra “Vuelva usted mañana”, pero en el siglo XVIII hay páginas soberbias de Torres Villarroel o el Vizconde Buen Paso que adelantan a Kafka, y más atrás ya tenemos a Quevedo despotricando de la maquinaria judicial, de su carácter bozal tanto como corrupto, o, en la mismísima Edad Media, el personaje del Abogado en la Danza de la muerte –aunque como siempre lo que se dibuja al fondo es la pesada  silueta siniestra de Roma.
Y así sigue medrando con su infierno de leyes este glacial mundo de la Autoridad y la Burocracia (etc.), que periódicamente sancionan a perpetuidad los millones de votantes de las elecciones estatales.
A la carta dirigida al fiscal (que la habrá leído como si viniera en ideogramas chinos), Lou Dubois ha añadido otras ocho aun más hilarantes (¡y cuánta falta nos hace este humor loco!), acompañadas de sus típicos collages. La dirección del remitente varía a cada una de ellas: 1 rue des Huns, 2 rue Raymond Roussel, 3 rue des Domes, 4 rue Coeur à Barbe, 5 rue Hassan al Sabbah, 6 rue Jules Verne, 7 rue Léo Ferré, 8 rue du Turban Bleu y 9 rue René Clair, esta última titulada “París liberado”.
Para fin de año, Lou Dubois anuncia una nueva exposición en la galería Les Yeux Fertiles, que sin duda será otra fiesta de la imaginación.