Hay que tener mucho cuidado con
Mattias Forshage. En 2007, se despachó con la publicación de cinco libros a la
vez, y este comportamiento volcánico afecta también al blog Icecrawler (http://icecrawler.blogspot.com.es/),
ya que hace tan solo unos diez días conmovió los cimientos de la red con una
verdadera avalancha de textos de todo tipo.
Se reflexiona en esos textos sobre
muchos de los temas y cuestiones que pueden interesarnos: la naturaleza del
surrealismo como movimiento, el cine y el surrealismo, el paseo o la errancia
surrealista, las “exclusiones”, la cercanía de las representaciones visuales y
lingüísticas, la geografía, la mitología, el urbanismo, la metáfora, el objeto,
el arte, etc., por lo general siguiendo una costumbre muy del mundo anglosajón,
como es la de cerrar cada escrito con una lista de etiquetas temáticas. La
mediocridad de mi inglés autodidáctico me impide entrar, como me hubiera
gustado, en los intríngulis de estos textos, que son todo menos sencillos,
aunque sin llegar al galimatías. De ahí que me centre en los artículos
en que reseña publicaciones del surrealismo y en los que da noticias que aquí
se me han escapado.
Entre estos, resaltemos el que
abre la avalancha, y nada más apropiado, ya que se trata de la exposición que
en el mes de mayo celebró el grupo de Estocolmo, bajo el título de “Nymph
imago”, con objetos, experimentaciones y actuaciones. Esta exposición fue
coordinada por Niklas Nenzén (sobre cuyo blog hablábamos la semana pasada) y Lars
Rosenström, y participaron en ella –entre otros y aparte ellos dos y el propio
Mattias Forshage– John Andersson, Linnea Bergman, Erik Bohman, Christofer
Dahlby, Kim Fagerstam, Riyota Kasamatsu, C. M. Lundberg, Emma Lundenmark,
Giuliano Medici, Hugo Röjgård, Emil Särelind y Ika Österblad. Por lo que se
refiere a los grupos, hemos de señalar que el checo (y eslovaco) ha celebrado
por estos días su 80 aniversario, y el de Leeds su número 20.
Un blog de interés al que remite
Mattias Forshage es el de Paul McRandle sobre Nueva York y el surrealismo:
Este blog comenzó con un punto de
vista histórico, pero se ha abierto a la actualidad, informando ahora mismo de
los eventos surrealistas que se producen en esa ciudad (considerada por Mattias
Forshage como “excepcional”).
Las reseñas son de orden
preferentemente negativo, sin que haya paliativos para un librejo de David
Randall sobre los sueños, al que me refiero tan solo para anotar que en la
avalancha se incluyen también algunos sueños del propio Forshage (también, en
esta incitación a la consulta demorada del blog, apunto un muy interesante
debate por correo electrónico con otros amigos surrealistas).
El ataque a la edición inglesa de
Au treizième coup de minuit, de Michel Remy, gira sobre todo en torno a
su limitación temporal, ya que, en efecto, la antología se queda en John W.
Welson y el “Diccionario abreviado del surrealismo en Inglaterra” peca de
demasiado abreviado. Es una pena, porque Michel Remy es sin duda el más
cualificado para hacer esta obra. Mattias Forshage cita del propio Remy un
artículo que iba más allá de todo esto, y que publicó en el n. 2 de The
Moment (por cierto y por desgracia, ese número se cotiza ahora mismo en
Iberlibro a unos 100 euros).
Al final de la reseña, se señala
la defunción muy reciente de los dos Alan del surrealismo británico: Alan Burns
y Alan Davie. El primero nació en 1929 y es autor de ocho novelas, entre ellas Europe
after the rain (1965) y Dreamerika (1972), habiendo más información
sobre él en la wikipedia. En 1967, Alan Burns fue uno de los que enviaron a L’Archibras una carta abierta sobre el
resurgir del surrealismo en suelo británico. En cuanto al artista escocés Alan
Davie, nacido en 1920, es una figura bellamente versátil, cercano al
surrealismo y al automatismo de Cobra, atraído por el zen y las culturas
prehistóricas y saxofonista profesional de jazz, que formó parte de la Tommy
Sampson Big Band y grabó cinco discos de improvisaciones propias. Para
consultar:
Otra reseña muy crítica es la del
n. 6 de Patricide, dedicado por su editor, Neil Coombs, al arte
“outsider”. Ya yo había comentado algunos aspectos negativos de esta
monográfico, que ve Mattias Forshage como un número de compromiso con respecto
a los anteriores. Él se centra en la presencia del galerista Henry Boxer,
mientras que para mí el nadir estaba en el texto de un tal Jerry Saltz (aparte,
por supuesto, la presencia de un cura). Donde me llevo una sorpresa es en la
consideración de Roger Cardinal y su “antisurrealismo” reciente, del que no
tenía noticias y que aquí, por lo que recuerdo, no se trasluce. Autoridad en la
materia, Roger Cardinal incluso participó en revistas del área surrealista,
pero la vida da muchas vueltas, y algunos acaban por marearse.
En las notas al almanaque de
Brumes Blondes, Mattias Forshage con una nota y Merl Fluin con otra, polemizan con la “carta a los surrealistas” de
Alain Joubert, que ha levantado cierta polvareda, quizás debido a su posición
en la revista, ya que es el texto que la abre. Yo concuerdo con la refutación
que se hace de las ideas de Joubert sobre los grupos
surrealistas, y de hecho hablé de esto en uno de mis comentarios sobre el
almanaque, pero a la vez he desconfiado siempre de la sobrevaloración de los
grupos cuando rechazan las aventuras individuales de quienes no tienen ningún
sentido gregario o, más simplemente, habitan lugares en que el intercambio o la
comunicación son o han sido arduos.Se señala también la
discrepancia de interés entre muchas de las “tareas” que Alain Joubert les pone
a los surrealistas, aunque sin apuntar lo que tiene ello de “consejos del
abuelito” (tampoco acabo de simpatizar con la noción batailleana de “Gran Surrealismo” que
maneja Alain Joubert).