lunes, 29 de abril de 2013

“Infosurr”, 98 y 99


Infosurr anuncia con estos números la aparición muy próxima del que hará el 100, así como la conversión de la revista, para ganar algo de tiempo, en publicación trimestral.
Señalemos que en la página web existe un muy útil índice onomástico, de los números 1 al 91.
Estos dos últimos números incluyen tres necrológicas: Jorge Camacho, Don Lacoss y René Rougerie.

La de Jorge Camacho la hace Gérard Durozoi, a quien se debe una gran entrevista de 1998, que yo tuve el placer de traducir al español cuando el artista visitó Tenerife. En la foto que acompaña el texto, y que reproduzco aquí, vemos a Camacho con Breton en 1964, durante la inauguración de la legendaria exposición parisina, que contó con un magistral texto del fundador del surrealismo. En la foto, vuelve a advertirse que la figura de Breton nunca fue más impresionante como en sus últimos años. En cuanto a Camacho, aparece fumando un habano con toda distinción (el buen fumador sabe que el cigarro puro se sostiene entre el dedo índice y el pulgar), pero que no se vea en ello prepotencia o signo de bon vivant, porque para un muchacho cubano (o canario, por cierto), fumar puros, y saberlos fumar, era lo más natural del mundo. Ese fantástico artista y fantástica persona que fue Jorge Camacho, hubiera corroborado mis palabras.
La semblanza de Don Lacoss, extensa, la traza el Movimiento surrealista de los Estados Unidos, y la traduce Guy Ducornet, quien mucho lo apreciaba, y a quien veía como el verdadero sucesor, trágicamente malogrado, de Franklin Rosemont. Menos conocido, al menos por mí, es René Rougerie, editor artesano de poesía sobre quien hay el libro de Christian Viguié René Rougerie une résistance souveraine (2010).

El libro más importante reseñado es Invisible Heads, una obra fascinante que llegué a tiempo de incluir en Caleidoscopio surrealista. Hace la reseña Laurens Vancrevel, y entra en terreno polémico (ya yo tengo noticia de una respuesta a su escrito), al tejer algunas críticas al antiguo grupo de Chicago (1). Yo en particular no quiero de ninguna manera oponer el grupo de Chicago a las figuras de Invisible Heads, que Vancrevel llama “disidentes”. Porque es una disidencia sin en ningún momento renegar del surrealismo (y que no se ha dedicado, por suerte, a alimentarse de rencores), y porque el grupo en torno a Franklin Rosemont me ha merecido siempre muchísima estima. Lo que sí he dicho y vuelvo a decir, es que discrepo de la goma de borrar retroactiva, como la que maneja Ron Sakolsky en Surrealist Subversions, obra no menos apasionante de 2003, pero de la que es extirpada toda presencia de Allan Graubard, Thom Burns, Stephen Schwartz, Jean-Jacques Jack Dauben, Timothy R. Johnson, Tom Burghardt, Ronald L. Papp o Lawrence Weisberg. Que ya es decir. Cuando Aldo Pellegrini, en 1961, asesorado por André Breton y Édouard Jaguer, hizo su maravillosa Antología de la poesía surrealista en lengua francesa, allí no faltaban Éluard, Aragon, Dalí y Tzara, quienes además, con respecto a los “disidentes” americanos, sí que habían renegado del surrealismo.
Dejando el lado polémico, señalemos la apreciación de Vancrevel en el sentido de que este libro (que “no debe faltar en la biblioteca de todos los que se interesen por el surrealismo internacional”­) pueda “servir de modelo para revelar otras aventuras colectivas surrealistas a lo largo del mundo”. Y merece apuntarse también algo que yo mismo eché en falta, y es que un libro de estas características debe llevar obligatoriamente un índice onomástico y un capítulo bibliográfico.

Los 21 cuadernitos de Brumes Blondes que ha ido editando el propio Laurens Vancrevel en siete meses frenéticos, cada uno con su ilustración, son objeto de una reseña de Her de Vries. Aparte los autores neerlandeses los hay de otras lenguas, traducidos siempre por Vancrevel; entre ellos tenemos a Édouard Jaguer, Guy Cabanel, Beatriz Hausner, Sergio Lima, Allan Graubard, Ludwig Zeller, Raúl Henao, Jacques Lacomblez, Mattias Forshage y Rodrigo Hernández Piceros –amigos, en fin, de esa vasta proyección surrealista mundial por la que se han movido desde sus orígenes estas brumas rubias.
Más lejos del surrealismo, Dominique Rabourdin hace una reseña larga (y, por supuesto, perfecta) de los Manuscrits de guerre de Julien Gracq, mientras que el catálogo Jacques Hérold et le surréalisme (Museo Cantini) recibe la atención de Richard Walter, quien lamenta algunos errores históricos como yo he podido lamentar (o más bien denostar) el absurdo cuadro cronológico del final, en que los escasísimos datos de los años 50 y 60 (acaba con la muerte de Breton) incluyen como notables las defunciones de Frida Kahlo y de Pierre Roy y la fundación del club situacionista. Un verdadero desastre, habiendo como hay aceptables fuentes a las que acudir.

Jacques Lacomblez

Otras exposiciones anotadas: las de Jean-Claude Charbonel y John Welson “The Celtic Eye”, de la que yo mismo he hablado y que comenta Kenneth Cox; la retrospectiva de cajas y pinturas de Paul Duchein “Capteur de rêves”, por Richard Walter; la de Jacques Lacomblez “Rituels”, acompañada de la breve publicación, en la misma galería Quadri, de Un temps de courte paille, recopilación de textos breves dedicados a Guy Cabanel, exposición y publicación detallada y excelentemente comentadas por France Élysées; y por último la de objetos surrealistas en Alemania (“Surreale Dinge”), por Heribert Becker, quien señala las deficiencias y aberraciones académicas de costumbre (El amor loco considerado “novela”, las sandeces de las feministas universitarias, en este caso germánicas, sobre André Breton y los surrealistas), además de la presunción de presentar por primera vez “de manera verdaderamente panorámica las obras tridimensionales del surrealismo” y de abordarlas de un modo “seriamente científico” (no solo tenemos que aguantar este último cretinismo, sino que se olvida por completo el espléndido catálogo que hizo Emmanuel Guigon en el Ivam... cuya portada, con las gafas polifémicas de Marcel Marïen, es, encima, plagiada descaradamente aquí).
Ya que acabamos de citar a Marcel Marïen, acabemos con la reseña que del dvd L’invention du cinéma hace Dominique Rabourdin. ¡Una película ineludible!


(1) Corrijo lo que originalmente decía aquí sobre el grupo de Chicago, ya que nunca se ha dicho "Movimiento surrealista de los Estados Unidos", sino "Movimiento surrealista en los Estados Unidos".