![]() |
| Jorge Camacho, El loco, 1971 |
La editora es Tessel M. Bauduin, quien presenta de modo competente el conjunto, pasando revista a los grandes lectores del tarot que tuvo el surrealismo, como Gala, Valentine Penrose, André Masson o Leonora Carrington, sin olvidar al amigo Derain, y señalando la importancia que para los primeros surrealistas tuvo el compendio de 1929 Le Musée des sorciers, mages et alchimistes. Harían cartas del tarot o se basarían en las clásicas Ithell Colquhoun, Leonora, Rikki, Remedios Varo, Matta, Brauner. La temática se ensancha si hablamos de cartas en general, y sobre todo de la cartomancia, de Madame Sacco, del juego de Marsella. Un capítulo atractivo de esta introducción es el dedicado a los surrealistas en Nueva York, con Arcane 17, Le miroir du merveilleux y la poco conocida vitrina que Breton, Masson y Seligmann hicieron para la presentación de La part du diable de Denis de Rougemont.
Tessel M. Bauduin es una buena investigadora, y a ella se deben dos finos trabajos posteriores: por una parte, el de las cartas del tarot que hizo Matta en 1944 para ilustrar Arcane 17 ("Los amantes", "El carro", "La luna" y "La estrella"), contando también con "El ahorcado", pintura de 1942, y deteniéndose en la foto que hizo Maya Deren de la vitrina del libro de Breton montada por este y Duchamp, así como en el póster de Matta, y por otra parte el de la escalera tarótica de la exposición de 1947, vista como "trayectoria poética de iniciación", comentando de modo excelente uno a uno los veintiún libros que Breton hizo corresponder con las cartas del tarot.
Paulina Caro Trancoso indaga una rareza muy interesante: el azaroso sistema adivinatorio "El día es un atentado", que inventaron Leonora, Matta y Charles Duits (con dibujos del segundo), publicado en el número 2-3 de VVV y que venía a ser una reformulación del modelo del tarot. Jennifer Jäger, por su parte, se acerca a Kay Sage en su relación con el tarot, si bien ya la había abordado Guillaume Théolière en un artículo del catálogo del museo Cantini sobre el sueño; son tanto las pocas cartas sobrevivientes con el motivo de la Sacerdotisa (Casandra) como la serie de dibujos con bonitos motivos amerindios hechos a partir de unas máscaras que tenía Breton, dibujos que pasarían precisamente a posesión de este.
Michael Richardson no necesita presentación para los conocedores del surrealismo, por lo que no puede ser sino espléndido su trabajo sobre la estrella en Arcane 17. De Brauner se ocupa Daniel Zamani, por El surrealista, inspirado en "El prestidigitador", y Los amantes, inspirado en "el Mago" y "La Sacerdotisa", ambos de 1947 y ambos inolvidables para quienes los conozcan.
El cansino discurso feminista de corte burgués universitario rige unas páginas (útiles) sobre Leonora Carrington, Remedios Varo, Alice Rahon y Marie Wilson, pero lo sucede un ensayo muy profundo e inteligente sobre Jorge Camacho, titulado "Morfologías de la muerte: revivificación del tarot, la alquimia y la heráldica en el arte de Jorge Camacho", obra de Will Atkin, que pasa a formar parte de la bibliografía más selecta sobre el extraordinario artista cubano.
Anne Foucault tiene el mérito de salirse de los caminos más trillados y dedicar un artículo al tema en los surrealistas de la postguerra, en concreto Rodanski, Lecomte, Alechinsky y Baskine. Pero de Lecomte, si bien comenta Les sens des tarots, que Alechinsky ilustró en 1948, y su colaboración en Néon, no profundiza en el crucial Connaissance des degrés, compuesto de veintidós poemas en correspondencia con los veintidós arcanos mayores, escrito por Lecomte en 1965 y solo publicado en 1986; y de Baskine, que es quien mejor conectó el tarot a la alquimia, podría haber apuntado el dato de que Breton quiso que le hiciera unas cartas del tarot para una edición de lujo de Arcane 17 que no llegó a cristalizar. Por otra parte, considera que el "movimiento surrealista" acabó "oficialmente" en 1969, dislate que se sigue repitiendo como si nada.
Claudia Mesch hace un excelente estudio del tarot en L'Art magique, y muy extenso es el de Robert Shehu-Ansell sobre Ithell Colquhoun. El de Susan L. Albert y Tere Arq sobre "El sol" de Leonora Carrington señala la originalidad en ella de combinar la alquimia y el tarot con la iconografía mesoamericana, y el de Felicite Gee utiliza un poema de Roy Edwards ("For Valentine Regarding the Tarot") como pretexto para tratar el tema en Valentine Penrose.
A partir de ahí, el libro cae en picado, con trabajos sobre Penny Slinger ("artista post-surrealista"), el Dalí senil, Alejandro Jodorowski (un renegado del surrealismo que reconoció él mismo, en 2005, que cuando filmó el bodrio de La montaña mágica no tenía ni idea de lo que significaba el tarot) y los tristes "ecos" del surrealismo en los tarots contemporáneos. Todo esto podía haber sido sustituido por material de verdadero interés y verdaderamente surrealista, pero a ello dedicaremos otra nota otro día. Por desgracia los estudios del surrealismo, que hace tiempo parecen haberse distanciado de la memez y simplonería que antaño eran habituales, siguen apegados por pereza al corpus establecido, ignorando lo que en el surrealismo ha ocurrido desde el año de marras de 1969, o sea un período que incluso supera ya al anterior.
En suma, y reduciéndonos a lo mejor, un lujo editorial, bellamente ilustrado y diseñado, con un puñado de excelentes trabajos en torno a un motivo fascinante de la historia del surrealismo, que viene a llenar con brillantez un vacío que existía.
![]() |
| Claude Tarnaud, Arcano 15, 1951 |

