En busca hace pocos días de una nota sobre Nicole Pierre que había aparecido en la página de Infosurr, con vistas a dar algunas aportaciones solicitadas, deparé que se me había escapado la noticia del fallecimiento de Guy Ducornet, que fue un entrañable amigo y un aliado de primer orden en las bregas surrealistas entre el año 2006 y 2018, cuando se sumió en las tinieblas. Extrañado por su silencio, solo obtuve la respuesta parisina de una enfermedad que había afectado a su cerebro poco después de que me comentara que varios problemas lo habían llevado a consultas médicas de las que, con la habitual incompetencia de los señores de las batas blancas, había salido con visto bueno.
Nuestra amistad culminó con una visita suya a Tenerife, en compañía de su magnífica mujer, Ghislaine, de la que volvió impactado, sobre todo por la estancia que les sugerí y facilité en la isla de El Hierro. Esto lo refiere en las cartas que guardo de él y que he decidido ir publicando en próximas entregas, porque son de un gran interés como autorretrato de su fascinante, avasalladora personalidad, y dicen mucho acerca de la potencia que aún anida en el surrealismo (o que aún anidaba, por aquel cercano entonces).
Guy Ducornet es incluso una presencia cotidiana en mi vida, ya que en el pasillo de la casa en que vivo (no digo mi casa porque siempre he sido un inquilino itinerante) hay tres collages suyos enmarcados (y no hay otros) por los que paso todos los días como si los tuviera allí recién colgados.
Baste por hoy con la semblanza de Caleidoscopio surrealista y esta foto suya tocando el saxofón jazzístico.
En 1971 daba a la encuesta sobre
“El surrealismo hoy” de la revista Gradiva
algunas de las respuestas más sólidas; por ese entonces, Ducornet participaba
en las actividades del grupo surrealista de Chicago, como luego hará en Phases.
“Aquí, en Occidente, la actividad surrealista individual y colectiva es cada
vez más necesaria si queremos sobrevivir en la escandalosa situación en que vivimos. Podredumbre – explotación –
desperdicio – consumo – dilapidación – tecnocratización – deshumanización –
colonización, etc. Toda intervención, sea insidiosa o vehemente, es necesaria.
El surrealismo vivo –y no una suerte de fósil cultural para museos– puede aún
ser una aventura sin límites, un descubrimiento y una afirmación de la
libertad, una agresión, una creatividad. Todos
los aspectos del surrealismo son importantes. Su papel liberador es total. No
está ligado a ningún medio de expresión particular.” Tras rechazar que el
surrealismo tenga que seguir la “evolución de la sociedad contemporánea” –lo
que le corresponde es cambiarla–, así como el surrealismo “folklórico” de los
“enterradores” y los “comerciantes”, lo define como “una manera de vivir”
(y no una “doctrina”, una “receta”, un “modelo” o un “humanismo”), contraria al
positivismo y al racionalismo y caracterizada por “la afirmación simple y dura
de la libertad”. “Hay que repetir que el surrealismo no es una doctrina
ni un partido. Es, entre otras cosas, un manojo de deseos, gavillas de
pensamientos, de tendencias libertarias, de movimientos creadores, de alientos
amorosos o fraternos, etc. Considero esencial que sea imposible el definirlo.”
En esta encuesta plantea Ducornet sin ambages la aspiración internacionalista
del surrealismo: “La internacionalización solo puede ser benéfica. En cuanto a
la base común, nosotros la tenemos.
Es aquella sobre la cual un individuo se coloca cuando se define libremente
«surrealista». No digo que él se coloque una etiqueta; digo que toma conciencia
de un deseo de libertad, de la presencia de un conjunto de factores subjetivos,
emotivos, históricos, culturales, políticos –la lista es ilimitada–, y reconoce
que otros siguen el mismo camino o caminos paralelos para alcanzar «la
verdadera vida» o sus fronteras…”
En 1992, Ducornet da la respuesta
del surrealismo a la fatuidad y memez de los universitarios y universitarias
yankis especialistas en el surrealismo, desenmascarando sus imposturas y
mentiras. Todos sus tópicos son puestos al desnudo en Le punching-ball & la vache à lait. La critique universitaire
nord-américaine face au surréalisme, luego retomado en Les parasites du
surréalisme. La critique
universitaire américaine versus André Breton, 2002. Como apéndice
actualizador, en el n. 62 de Infosurr
reseña un último petardo contra el surrealismo de la prolífica profesora Caws,
a cuyo nombre suma los no menos doctorales-execrables de Helena Lewis, Whitney
Chadwick, un tal Dr. Kuenzli, Susan Suleiman y la fatídica Georgiana Colvile
(sin olvidar los “inicuos cotilleos” de Mark Polizotti) como muestras de “la
impostura de una pretenciosa apropiación de
un surrealismo-mercancía por un sistema académico tentacular y organizado –bajo
pretexto de estudio, de saber, de avance de la cultura– en redes de propaganda
y de poder”.
En 2001, Ducornet publica el muy útil Ça va chauffer! Situation du surréalisme aux USA (1966-2001), y en 2007 el decisivo Surréalisme & athéisme (con una caja de Jean Benoît en la portada), donde se reafirma la postura antirreligiosa del surrealismo, sumando nuevos firmantes al legendario panfleto À la niche les glapisseurs de dieu! Ya en 2013, Ducornet publica Annandale Blues, fascinante evocación de su curso estudiantil neoyorquino 1959-1960, que, “literalmente, cambió mi vida”.
http://infosurr.net/guy-ducornet/
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En próximas semanas, iré intercalando la correspondencia de Ducornet con los capítulos de un "Sade y el surrealismo" que no pensaba hacer dada la cantidad de información de que dispongo, pero que al final he optado por emprender.