miércoles, 15 de enero de 2025

LRS, n. 2, 15 de enero de 1925


Hoy celebro el centenario del número segundo de la revista más escandalosa del mundo (centenario en el papel, ya que la revista solo se difundiría un mes después).

La foto de la portada se ha atribuido a Atget, del mismo modo que a Man Ray la que ilustra el editorial de Breton, "La dernière grève" (un limpiacristales en su escalera, a contraluz). Prosigue la sección de textos surrealistas, entre los cuales uno de Artaud (inspirado en los cuadros de su amigo André Masson y que seleccionaría Pellegrini para su antología de la poesía surrealista francesa), y la de sueños, que copa Michel Leiris ("Le pays de mes rêves").  

El plato fuerte del número es la encuesta sobre si el suicidio es una "solución", que dio al surrealismo mucha fama, tanto buena como, sobre todo, mala. La abre Francis Jammes, a quien los surrealistas detestaban por su catolicismo, y que expresa el punto de vista biempensante con una respuesta por lo demás no menos ridícula que la que emitirá Camus en L'homme révolté, un cuarto de siglo después. Las respuestas más "analíticas" son las de Reverdy y Valéry (soberbia, a nombre de su M. Teste), y junto a muchas idiotas están otras magníficas, como las de Maxime Alexandre, Breton, Artaud y Crevel, aparte las de Masson (un dibujo) y Man Ray (su Suicide, que colocó en el caballete con un revólver cargado apuntando al centro, para que le disparara a él tirando de un hilo, suicidio del arte y de sí mismo que por supuesto no llevó a cabo, entre otras razones al pensar lo que se divertirían muchos con su acto). Hay respuestas divertidas, como la de Georges Fourest ("¿Por qué no? ¿Una solución de arsénico, por ejemplo?"), otras que igualan en imbecilidad a la de Francis Jammes, como la del médico periodista Maurice de Fleury (quien había publicado unos "Consejos para vivir en la vejez", y a quien califican de "siniestro imbécil"), y dos fuera de serie: la de Kokoscha, un dibujo suyo titulado Moi-même mort, que acababa de terminar cuando recibió el cuestionario (y es que, en efecto, como reza la presentación del dibujo, "hay hombres que viven en las coincidencias"), y la de René Crevel, por tratarse de la única que puede considerarse una defensa abierta del suicidio como "solución" y presagia el suyo propio.

Comienzan en este número los manifiestos convulsivos que culminarán en el siguiente, suponiéndose que "Ouvrez les prisons, licenciez l'armée" lo escribió Robert Desnos. A su lado, "El sangriento símbolo", un clásico de Jacques Vaché, de quien en otra página se reproduce su autorretrato como dandy.

Entre las "crónicas", "La liquidación del opio", no firmada, es de Antonin Artaud, y admirable es la de Robert Desnos, "La muraille de chêne".

Las ilustraciones son de nuevo claves. Las hay cinematográficas, de Picasso (una serie dibujística, por primera vez reproducida), de Dedé Sunbeam, de Chirico, de Naville (con el motivo del suicidio, siguiendo una idea de Desnos), de Max Ernst, de Man Ray (una foto "abstracta" y otra de Kiki) y una vez más un par de fotografías que muestran la saludable atracción del surrealismo por la cultura popular.

El "Aviso" de la página 31 es trascendental: Francis Gérard comunica que deja el Bureau de Recherches Surréalistes (sin expresar el motivo, que era cumplir el abyecto "servicio militar"), el cual deja de estar abierto al público y cuya dirección toma Antonin Artaud. Aquí está el embrión del número tercero de la revista, sin duda el más frenético y demoledor de toda la historia del surrealismo. Solo aparecería el 15 de abril.

Hay mucho más en este número, cuya lectura sigue siendo un incentivo y alimento de primer orden para el espíritu de lucidez y revuelta.

LRS 2