Jacques Zimmermann, Imperceptibles enfers, 1989 |
Sobre Jacques Zimmermann, otra figura admirable, reproduzco estas páginas del catálogo Phases belgiques:
Jacques Zimmermann (1929). Versátil artista –pintor,
acuarelista, dibujante, escultor, grabador, decorador de teatro,
escenógrafo y, con su mujer, Monique Heckmann, creador de marionetas–, y
vigorosa personalidad, Jacques Zimmerman recibe el impacto siempre salutífero
de Giorgio de Chirico, comenzando a cultivar la escultura para continuar con la
pintura (Édouard Jaguer lo ha considerado “uno de los más grandes pintores
europeos”). Amigo de Jacques Lacomblez, participó en Edda, como, desde 1957, en Phases.
En 1960, Pierre Dhainaut publicaba Zénith, rubis de lumière, “hommage à
Jacques Zimmerman”. Sumergido
en su propio imaginario, y profundamente marcado por una estancia en el Congo, se
situó al margen de la sucesión de modas en que se convirtió el arte a partir de
los años 50, y aún en 2007 acompañaba los poemas de Guy Cabanel en Le verbe flottant. Su hijo, Pierre
Zimmermann, entusiasta del automatismo, comenzó a publicar en 2005 la revista Envers; un texto suyo sobre su padre (“La cifra sobre el volcán”), junto con
otro de Jacques Lacomblez (“Jacques Zimmermann: sobre la necesidad de los
cataclismos”), puede leerse en el catálogo Phases belgiques, courant continu.