Guy Cabanel ha partido definitivamente hacia la ciudad de Hnem, al timón de su bajel El Admirable.
guy cabanel (christophe dauphin)
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| Dibujo de Mimi Parent para Maliduse |
Cabanel colaboró en Le Surréalisme, même, Bief (respondiendo a una de las encuestas de la revista), La Brèche, el catálogo de la exposición “Éros”, L’Archibras, el Bulletin de Liaison Surréaliste y Surréalisme, no siendo pues de los que acataron las órdenes fúnebres de Schuster y acólitos (Alain Joubert alude a su “lucidez” y a su “honestidad” en los conflictos del 69, demostrando tanto una como otra). En 1961 publicó Maliduse, con ilustraciones de Mimi Parent, Adrien Dax y Robert Lagarde (reed. 2009); en 1967, Guy Cabanel exalte ses animaux noirs, en edición de autor, con ilustraciones de Lagarde; en 1969, en Losfeld, Odeurs d’amour, con ilustraciones de Lagarde, Benoît, Camacho, Mimi Parent, Toyen, Silbermann y Adrien Dax; y en 1970, en Fata Morgana, Les fêtes sévères (reed. 2009, con dibujos de Lagarde). Ya en el n. 3 de L’Archibras había colaborado con Mimi Parent (“Tours”), embistiendo al final contra los mitos grecorromanos; L’Écart Absolu publicaría en 2000 el cuaderno L’essence poétique seguido de Non-guide pour les Tours y de Tours.
En 1971 responde escuetamente a
las cinco preguntas formuladas por la revista Gradiva en torno al
surrealismo: “El surrealismo no tiene papel ni aspectos privilegiados”; “Es la
evolución de la sociedad contemporánea la que depende del surrealismo; este
depende de los individuos”; el papel y la situación del surrealismo en la
práctica social y de la vida es “la libertad”; “El surrealismo se burla de la
filosofía, del arte y de la literatura”; “Hemos discutido demasiado. Lo que es
urgente es celebrar la fiesta”. En 1993 responde a otra encuesta, esta vez la
organizada por Cesariny y Vancrevel sobre André Breton, de la que entresaco
estas líneas: “Yo debo a André Breton y al surrealismo –y creo no ser el
primero en decirlo– ante todo la seriedad. Aprendí a dejar de lado lo fútil, a
adentrarme en lo esencial, lo que no significa que lo fútil no pueda ser, a
veces, lo esencial. André Breton fue el gran Iniciador y sobre todo el Rey
Arturo de nuestro tiempo, héroe de una apasionada búsqueda de la verdad.
Alrededor de la mesa redonda, el criterio de semejanza de los caballeros no fue
nunca el método sino la pureza de las intenciones. Los caballeros podían
sucederse, asumir los más diversos semblantes, el rey Arturo garantizaba la
permanencia del espíritu. No hay en ello ninguna comparación exagerada. Nadie
osó pretender un puesto alrededor de la mesa sin alimentar la ambición desmesurada
de aportar su contribución a la búsqueda. Los que eligieron esta aventura deben
a André Breton el haber suscitado el deseo de emprenderla” (Salamandra,
n. 6, 1993). En 2003, respondió a otra encuesta, realizada por la revista S.u.rr…, sobre el sueño, el lenguaje y la imagen (“Écoutons voir”).
En 1974, Cabanel publicó Les boucles du temps y en 1983 Illusions
d’illusions, ambos con nuevos dibujos de Robert Lagarde; en 1992, Au fil du temps y Six quinquets; en 1995, Silhouettes
de hasard y Croisant le verbe, este con ilustraciones de Jorge
Camacho y aquel sobre los dibujos de Gilles Dunant; en 1996, Instants de l’immobile errance; em 1997, Quinquets, ilustrado por Jean Terrossian; en 1999, Les
esquilles “Mais lesquelles?”, poemas haciendo eco a unos dibujos de
Georges-Henri Morin; en 2000, el ya citado L’essence
poétique y Femmes admirables; en 2004, Trois souffles de verve flottant y Fées & flammes; en
2006, con Jacques Lacomblez, Douze
constellations de Jacques Lacomblez pour André Breton où gravitent les étoiles
renversées de Guy Cabanel; en
2007, Le verbe flottant, ilustrado
por Jacques Zimmermann; en 2009, Dans la
roue du paon, ilustrado por Lacomblez, Hommage
à l’Amiral Leblanc y Soleils d’ombre
(24 poemas para 24 fotos de ombligos de Jorge Camacho); en 2011, L’ivresse des tombes, con 8 fotos de
Barthélémy Schwartz; en 2012, Chants
d’autres mémoires, a partir de dibujos de Lucques Trigaut, Le revenant, con ilustraciones de Michèle Grosjean, y Les cités légendaires, con 18 dibujos de
Jacques Desbiens; en 2013, Les chemins qui zigzaguent; en 2014, con Jean
Terrossian, Journal intime. Las prosas míticas de Les cités légendaires evocan uno de los
libros más sorprendentes de Guy Cabanel: el citado Hommage à l’Amiral Leblanc, con un prólogo-“inducción” de Alain
Joubert e ilustraciones propuestas por Eve Mairot, Barthélémy Schwartz y el
propio Joubert. Este extraordinario personaje, fino y elegante, con su escudo,
le surgió al poeta en dos sueños que tuvo a fines de los años 60, y ya nunca lo
ha abandonado, con su bajel El Admirable, sus historias de otrora, sus
ocurrencias peregrinas (que hacen pensar en el Capitán Cap), sus glorias y
aventuras, sus ritos, sus amores y sus “pensamientos y proclamas”, incluidos al
final de la obra. Entre esos pensamientos, profiere este en una taberna: “¿No
soy yo mismo un sueño? ¡Oh, muchachas y marineros, quien responda a esta
cuestión será más que almirante!”. Verdadero poeta del mar, el almirante
Leblanc tiene como cuartel general la ciudad de Hnem, conquistada por él, y de
la que se nos ofrece al final del libro un plano al que no le falta el escudo
del almirante, con el lema anagramático “le blanc admire”.
Hombre de fidelidades, Guy Cabanel aún en 2014 interviene en el almanaque de Brumes Blondes, como ya colaboraba en su revista en 1968.
(Caleidoscopio surrealista)









































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