martes, 22 de julio de 2025

René Alleau, soñador definitivo

Las minas abandonadas de La Mancha, Dielette, 1975

Otra gran publicación sobre René Alleau, y nuevamente en Venus d'Ailleurs, aborda su obra gráfica, en particular la acuarelística. Como es la norma en estas ediciones, riqueza de reproducciones a todo color, esmero diseñístico (sobrio y a la vez muy rico, que eso es bien posible pero raro) y trabajos de uniforme y extremo valor. El apartado Alleau de una buena biblioteca surrealista no debe prescindir de este volumen, pero es que además es un soplo de vida para los actuales tiempos, tan difíciles y hostiles como otros cualesquiera, pero con la diferencia de que son los que nos tocan vivir.

El título, Rêveur definitif, es la expresión con que él designaba al pintor, o sea al verdadero pintor. Presenta el libro la hija de Alleau, quien a la muerte de su padre descubrió una enorme cantidad de pequeñas acuarelas y de manuscritos sobre ellas, que hacían pensar en un proyecto de tratado. La acuarela era para Alleau un "medio de componer sueños con el agua", una "forma de escritura que comporta un alfabeto de signos y de colores, inventados por el propio artista y que tienen significaciones diversas como un poema, un ensayo o una novela". No olvidemos que, en propias palabras de nuestro artista hermetista, el agua es "la materia misteriosa por excelencia".

El primer estudio es de Gilles Boucherie, y se titula "El filósofo en el paisaje". Explora los motivos más específicos de las acuarelas (rostros y castillos emergiendo de espacios vaporosos, sobre todo) y determina con justeza la ausencia del elemento fantástico, poco o nada exitoso en áreas surrealistas; A la vez, las acuarelas de Alleau son una investigación sobre técnicas antiguas y una "interrogación sobre nuestra percepción del mundo".

Patrick Lepetit, desde hace tiempo una de las más notorias y genuinas autoridades del surrealismo en todo lo que se refiere a su dimensión esotérica, se centra en los paisajes y los "arrière-paysages" en Alleau. Profundizando en su sentido cósmico, Lepetit nombra a Josef Sima, Víctor Hugo, John Constable y el arte extremo-oriental.

Sigue una entrevista de Yoan Armand Gil a Bernard Roger, que conoció bien a Alleau y nos ofrece un testimonio de lujo. Las principales cuestiones que se desgranan son la entrada de Roger en el surrealismo, su encuentro con Alleau, las figuras de Canseliet, Baskine y Hunwald, el Círculo Hermes, las tan influyentes conferencias de Alleau, la Bibliotheca Hermetica y por fin la propia pintura de su amigo. Aquí surgen otros nombres en que las acuarelas hacen pensar, como Turner, Moreau y Redon, pero yo extraño a lo largo del libro el de Strindberg, por sus óleos de paisajes y marinas.

David Nadeau, otro autor decisivo en los estudios sobre surrealismo y hermetismo aparecidos en el último par de décadas, se centra específicamente en el surrealismo de Alleau, cuyo compromiso con el surrealismo fue "profundo y duradero", en particular por lo que se refiere a la busca de lo maravilloso (no habría que dejar aparte el perfil de nobleza que lo caracterizaba), y señala como su principal aportación teórica al surrealismo el concepto de imaginal, la noción de un espacio-tiempo imaginal. Nadeau caracteriza sus paisajes de manera muy bella al final de su ensayo.

Más específico, pero bienvenido, es el trabajo siguiente, de Pierre Mollier, sobre heráldica y surrealismo, con los ejemplos de Marcel Jean, Jorge Camacho y Alleu en tándem con Philippe Audoin. De Camacho es su Heráldica alquímica nueva, aparecida en 1978, con prefacio de Canseliet, en Le Soleil Noir. De Marcel Jean, su heráldica en el almanaque surrealista del medio siglo, a la que he recurrido varias veces a lo largo de mis trabajos en este espacio sobre Apollinaire, Sade, Rimbaud, Kafka, Duchamp y otros; al disponer ahora de las versiones coloreadas, he procedido hace unos días a actualizar sus blasones, pero para una más cómoda visión, he aquí la página definitiva, en Rêveur definitif:


El último artículo es de Jean Viride, sobre Alleau y otro pintor hermetista, totalmente desconocido para mí, Louis Cattiaux, ambos "fieles a la vocación unitiva e iluminadora del arte medieval, tanto como a la videncia rimbaldiana".

Pero eso no es todo, ya que al final hay una serie de reflexiones y notas del amigo Alleau sobre el paisaje y la acuarela. Se desprende sin duda mucho de su afirmación siguiente: "Lo que me seduce en el paisaje es que ningún género de escritura o de pintura se presta menos al antropocentrismo y al narcisismo". Y tras hacer una disquisición sobre la semejanza del pintor y el alquimista, aún nos regala una embestida impagable a Picasso visto como una carpa monstruosa y a la pintura que idolatra lo perecible, por utilizar sus palabras. Un bello cuadro práctico de los colores, dos poemas y su respuesta a la exposición sobre arte y alquimia que hizo Arturo Schwarz en Venecia (cuyo catálogo me fue tan útil para el Caleidoscopio surrealista) redondean este volumen que apareció en 2023, escapándoseme entonces, cuando se trataba de una de las grandes publicaciones de ese año.