Los surrealistas en Tenerife es un trabajo impecable de Pilar Carreño
Corbella, investigadora conocida por sus publicaciones, siempre serias, sobre
la vanguardia canaria. A lo largo de cerca de 300 páginas, maravillosamente
ilustradas, se evoca la visita que hicieron Breton, Péret y Jacqueline en mayo
de 1935 a Canarias, celebrándose así, de la mejor manera, los 80 años del
evento.
El meollo del trabajo está en la tentativa de
reconstrucción de la exposición en sí, que tuvo lugar en el Ateneo de la
capital, a la sazón dirigido por Agustín Espinosa, quien había regresado a su
isla tras sus años tan fructíferos en Gran Canaria. En la reconstrucción,
sorprende el elevado número de obras de las que se ha perdido el rastro, ya que
algunas son de artistas de la envergadura de un Max Ernst, un Tanguy, un
Styrsky. Varias de esas obras supongo que se colgaron con títulos diferentes a
aquellos por los que habrán acabado de ser conocidos, o pertenecían a series,
como señala Pilar Carreño al referir sus detectivescas pesquisas. Un
desplegable reconstruye en tres dimensiones el salón principal, pero aquí solo
me es posible reproducir una de sus vistas:
La primera parte trata de “La excursión a Tenerife”, y la
segunda reúne exhaustivamente, por primera vez, todos los escritos y
documentos. El texto de Pilar Carreño es muy fino, y se agradece esté exento de
los tópicos y falacias académicos y periodísticos sobre el surrealismo y sobre
Breton en particular.
Con un verdadero lujo editorial, y encuadernado en capa
dura, estamos ante un libro de referencia, y de interés ineludible, en un plano
internacional, para todo aquel que se interese por la historia del surrealismo.