Pepitas de Calabaza acaba de publicar una antología de
textos de Le Grand Jeu, seleccionada,
traducida y editada por Julio Monteverde. Se trata de una publicación de
referencia, que da al lector hispano una visión amplia y certera de este grupo
tan importante en la propia historia del surrealismo, aunque su breve evolución
se haya situado en zona autónoma.
Un largo estudio, titulado “El Gran Juego: Historia de un
cataclismo”, presenta la materia con inteligencia y conocimiento. Sigue la
selección de textos de cada uno de los cuatro números (1928-1932), para acabar
con unas notas biográficas de los componentes del grupo.
Una revista de estas características no tiene desperdicio.
Es por tanto difícil si no imposible hacer una selección, y así, señalemos en
el primer número que podrían haber ido igualmente el demoledor ataque de René
Daumal a Lévy-Bruhl, la entusiasta declaración de Gilbert-Lecomte a René Guénon
y, de Gilbert-Lecomte también, la magnífica crónica de “Puericultura”. A muchos
sorprenderá también saber que este número incluía la traducción de un pasaje de
La quinta de Palmyra, novela
“portuguesa” de Ramón Gómez de la Serna. Sobre Guénon hay también, en el número
segundo, una crítica, igualmente admirativa, de René Daumal.
Sí están, obviamente, todos los textos claves, como, en el
tercer número, “La horrible revelación la única”, de Gilbert-Lecomte, y, de
Daumal, “Nerval el nictálope” y su noble carta a André Breton.
Hubiera estado bien hacer una descripción de cada número,
con la referencia a las colaboraciones plásticas, que las hubo de Mayo, Dida de
Mayo, Sima, Arthür Harfaux, Maurice Henry, Man Ray y André Masson.
En suma, una publicación valiosa y útil, y que además no se
presenta como historicista, sino como reivindicadora de una actualidad viva, a
diferencia de la apestosa que los llamados medios de comunicación vomitan a
diario.
Dibujo de Maurice Henry, en Le Grand Jeu |
En Pepitas de Calabaza, Monteverde ha editado y traducido La necesidad del ateísmo y otros escritos de
combate, de Percy Shelley, ha traducido En
pos del milenio. Revolucionarios milenaristas y anarquistas místicos de la Edad
Media, de Norman Cohn, y ha hecho el epílogo de El concilio de amor, de Oskar Panizza (en el prólogo el gran texto
de Breton). Lo que revela cuán perfectamente afinada tiene su brújula.