En la Folha
de S. Paulo, 1 de marzo de 2015, aparece “Apito vesperal”, una de
las seis “baladas totémicas” que componen la gesta marina de Zuca Sardan Milord
e Medusa, de inminente aparición como e-book editado por la e-galaxia.
Confío viajar
algún día en la Nau Porqueta, ya que nunca se me verá en esos espantosos
cruceros que surcan los desgraciados mares y lanzan esos ejércitos de zombis a
los más desprevenidos rincones de este insalvable planeta. Y a la vez pregunto:
¿qué hoja de col, a nivel mundial, puede presumir del lujo de una página como
este “Apito vesperal”?
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Javier Gálvez
reúne en Médanos, nueva exquisita edición de Ardemar, tres poemas ya
aparecidos independientemente y cuya unidad refleja el epígrafe de Paul Celan:
“Partidario del absolutismo erótico...”
Con las
variantes habituales de un poeta obsesivo, esos poemas son El camino de lo
confesable (2008), Trece puentes (2014) y Amour fou écart absolu (2014).
“Hay que
atravesar trece puentes / los trece puentes del amor / El puente del amor / y
su penumbra relampagueante / El puente del amor / y su boca postiza, aleluya, /
bajo el zafio aletear de mariposa / El puente del amor / y su recurrente
simbolismo / El puente del amor / y su ruina malintencionada / El puente del
amor / y su carga de puertas batientes / El puente del amor que discurre feliz
sobre los raíles de la culpa / El puente del amor / y su consistencia de yeso
agujereado / El puente del amor /y su pequeña gesticulación / de patetismo
rencoroso / El puente del amor / que nada puede contra los bostezos del
conformismo / El puente del amor / como una urticaria jorobada / El puente del
amor / como una palabra llena de otras palabras / y de pezuñas / El puente del
amor / donde me unto de mermelada las fracturas del deseo / y todos estos pasos
dados / para llegar al final de ese puente / el puente / del amor / siempre
insuficiente”.
Javier Gálvez, Praga, diciembre de 1998 |
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De “magnífica”
nos califican la exposición de Patrick Hourihan “El misterioso Mr. K y
compañía”, sobre todo por lo que respecta a las cajas presentadas, aunque para
mí bastaría con sus poderosos dibujos y pinturas automáticos.
Patrick Hourihan, El sonámbulo |
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De
Claude-Lucien Cauët, componente del grupo surrealista de París, se publicó hace
poco tiempo Éclats d’âme. Géographie poétique. Cauët es autor de muchos
escritos curiosos y trastornadores, reunidos en varias publicaciones: Événements,
Nomades, Anecdotes, Rencontre, Essai d’autocosmologie,
Le passager incertain, En cours...
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Nuevo número
de Phosphor, la revista del grupo
surrealista de Leeds:
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Nos escribe Renzo
Margonari unas palabras que para áreas hispánicas no son menos válidas: “Los
editores italianos tienen una característica perversa: cuando hacen algo sobre
el surrealismo recurren siempre a autores que no saben nada acerca del
surrealismo, o que hasta se oponen a él”. Tras la impostura de un reciente
catálogo sobre Max Ernst, en que se lo alejaba del surrealismo, en Giunti,
Florencia, un tal Giuliano Serafini perpetra en el suplemento de febrero de Artedossier
una breve historia del surrealismo plagada de dislates, en muchos casos
copiados de aquí y allá. Renzo Margonari apela a los soberbios trabajos de
Arturo Schwarz, pero también a obras valiosas como Breton e il surrealismo,
de Ivos Margoni (1976), y La vertigine del moderno, Percorsi surrealista,
de Mirella Bandini (1986), que al menos deberían servir para no largar tantas
burradas.
Renzo Margonari, Dragón verdaderamente intrigado por la primavera, 2002 |
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