Esta es una bonita publicación de
Les Hauts-Fonds, recogiendo dos libros de poemas de Jean-Paul Martino
(1935-1996), sobre quien hablamos hace muy poco. Tanto Osmonde como Objets
de la nuit fueron publicados en Montreal, el primero en 1957 y el segundo
dos años después. El prólogo de Osmonde es del maestro de Martino,
Claude Gauvreau, nombre determinante en el surrealismo canadiense, y el
frontispicio lo hizo Léon Bellefleur. Las ilustraciones de este volumen de
ahora son de Jean-Pierre Paraggio, lo que le da un realce especial.
Posteriormente, Jean-Paul Martino
expuso sus obras pictóricas, descubrió el arte de los haida, nootka y kwakiutl,
se inició a la cultura china, estuvo en el Katmandú, publicó Surrealous
bajo el seudónimo de John of McWaters, hizo un viaje de tres años de Tierra
Nueva a los países escandinavos acabando en Turquía, cambió su nombre por el de
Paul J. Martin y luego Yuan Woo y publicó como Yuan Otter Olmek Caravansary
y Elutriation. Es sin duda alguna un individualista genial, que urge
descubrir, o redescubrir. Si Osmonde y Objets de la nuit son sus
únicos poemarios en francés, los tres títulos que acabamos de citar son en
inglés y anuncian su reedición en las Ediciones Sonámbula.
Muy interesante es el postfacio
de Richard Walter, quien ubica muy bien al poeta en el Canadá de la época: “De
la «gran negrura» a la «revolución tranquila»: el paisaje de Martino”. La “gran
negrura” era el Canadá de los años 40 a 50, una sociedad ultrarretrógrada en la
que surgieron valientemente los automatistas y los discípulos de Alfred Pellan,
entre los cuales se contaron Mimi Parent y Jean Benoît. Richard Walter muestra
el carácter explosivo de Refus global, publicado por Borduas en 1948, un
documento excepcional: “entre todos los manifiestos de vanguardia del siglo XX,
uno de los más concisos y de los más directos”, que no dejó de influir, y
mucho, en la liquidación de la “gran negrura”.
Richard Walter concluye afirmando
que Martino tiene en común con Gauvreau “la revuelta y la intransigencia, una
vida de pobreza y de errancia”, o, más bien, “una vida de militancia poética
perpetua”. Uno de los poemas de Osmonde está consagrado a Antonin
Artaud, y André-G. Bourassa, en su estudio clásico Surréalisme et littérature
québécoise, no duda en calificar Osmonde como “poesía de la demencia
en la estela del surrealismo de Artaud”. La lectura de estos poemas es un
verdadero hallazgo de la aventura lírica, y merece ser recomendada sin reserva
alguna.
“Je suis un vase d’arain rempli
de chansons folles”.