En 1940, el primer número de Prospettive, que dirigía Curzio Malaparte, incluye un artículo sobre Kafka y el surrealismo, por Berto Vani.
1945. Le Ciel Bleu destaca una nota de Kafka en la portada de su número 7, traducida por Lecomte:
Al año siguiente corresponde la famosa cuestión de los estalinistas "¿Es preciso quemar a Kafka?" Ya lo habían hecho los nazis con sus libros y sus tres hermanas, pero como diría Bataille se trataba de una idea "lógica en el ánimo de los comunistas". Dos décadas después sería Jean Schuster (creo) quien diría: "Por cada ejemplar de Kafka quemado, habría que fusilar a diez jemeres rojos". En un gran artículo publicado en el primer número de su revista Las Moradas, Emilio Westphalen comentará aquella siniestra encuesta del semanario Action en torno a la literatura "negra" o "pesimista".
Más agradable es leer este artículo de Jean Ferry en la maravillosa Enciclopedia Dacosta, insultando a todos los estudiosos de Kafka:
Al año siguiente aparecía una publicación fundamental del surrealismo: el Almanach surréaliste du démi-siècle, considerando inequívocamente a Kafka como uno de los "maestros" de la época. Escribe Michel Carrouges, quien cuatro años después publicaría Les machines célibataires, en que el enfoque duchampiano se apoya en Kafka tanto como en Lautréamont, Jarry o Roussel:
Mucho menos conocido es este Homenaje a Kafka de Carlos Eurico da Costa y Alfredo Margarido, precisamente de 1954:
Cerramos la década con este retrato de Kafka por Robert Benayoun, una de sus "imagomorfosis" realizadas con un espejito de bolsillo, entre las trece reunidas en el primer número de Le Surréalisme, même, 1956: