domingo, 20 de octubre de 2024

Rimbaud y el surrealismo (años 60)

Entre 1959 y 1964 hace Jiri Kolar sus Poemas del silencio, con figuras de estructuras geométricas a base de letras a máquina. Uno de ellos es Rimbaud:


1962 es un año importante en los anales rimbaldianos del surrealismo. Para empezar tenemos este muy característico collage sobre cartulina de E.L.T. Mesens, titulado Art-Arthur (Rimbaud):


Se publica en Niza un lujoso catálogo  sobre Rimbaud "visto por los pintores contemporáneos", del que ya conocemos la contribución de Valentine Hugo. Dejando de lado las de menor interés para nosotros (Picasso, Braque, Giacometti, Jacques Villon y... Cocteau), he aquí las de Arp, Miró y Max Ernst:




Por desgracia, no conozco reproducción alguna de un collage-pintura que hace este mismo año Conroy Maddox, titulado Rimbaud in Charleville.

Un año antes, o sea en 1961, ha publicado un ex surrealista, Yves Bonnefoy, el brillante y ya clásico estudio Rimbaud par lui-même. El poeta ultraacadémico brindará en 1979 otro libro sobre Rimbaud, pero ya temible, titulado Notre besoin de Rimbaud; hablando mucho de "esperanza" y "lucidez", dice este pájaro que Rimbaud "nos puede ayudar a mejorar y ser más serios", lo que apesta a operación que deja chica a la del Rimbaud católico.

De 1963 es este óleo del surrealista australiano Sidney Nolan, Rimbaud at Harrar:


Pero Nolan y Rimbaud es otro capítulo digno de desarrollo, ya que la presencia inspirativa del poeta en el artista fue permanente, desde los años 30 hasta los 80, dedicándole muchos collages y sorprendentes aerosoles (a las Iluminaciones en concreto). El lector solo tiene que buscar en google "sidney nolan rimbaud" para encontrar numerosas imágenes, entre las que selecciono esta de 1942, dedicada a la iluminación "Royauté":


En 1965, La Brèche publica un ensayo de un profesor, Yves Denis, sobre las iluminaciones  "Après le dèluge" y "H", que, a pesar del interés interpretativo que pueda tener, parece desencajado en esta revista. 

Infinitamente más valiosa, al año siguiente, es esta fabulación de Georges Malkine, quien, en su fantástica serie de mansiones, no olvida la de nuestro poeta:


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Volviendo al capítulo anterior, en 1954 también celebró el centenario de Rimbaud la editorial chilena Dédalo publicando una traducción de El barco ebrio con un prólogo de Braulio Arenas, mucho después incluido en El mundo poético de Braulio Arenas (1985). Añádase que, hacia 1939, tradujo Braulio Arenas Une saison en enfer (como Una estada en el infierno), aunque quedara inédito (se conserva el manuscrito).