Valerosa, indomable, extralúcida, Annie Le Brun deja algunos de los más memorables libros ensayísticos de los últimos 60 años: Lâchez tout; Les châteaux de la subversion; Soudain un bloc d'abîme, Sade; Qui vive. Considérations actuelles sur l'inactualité du surréalisme; Vingt mille lieus sous les mots, Raymond Roussel; Du trop de réalité; Si rien avait une forme, ce serait cela; y Ce qui n'a pas de price, a los que hay que sumar las recopilaciones À distance, De l'inanité de la littérature, De l'éperdu, Autrement et d'ailleurs y Un espace inobjectif, saturadas de artículos e intervenciones extraordinarias, y sus soberbias monografías sobre Toyen, Jean Benoït y Radovan Ivsic.
Al igual que Sergio Lima, con quien coincidió en París a fines de los años 60, Annie Le Brun mantuvo su vigor intelectual hasta el final. Ambos son recordados en la página de Infosurr, por el grupo Decollage (sergio lima) y François-René Simon (annie le brun).
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A modo de homenaje, me he puesto a releer su primer libro poético dado a la luz, en las Éditions Surréalistes, y lo he escaneado para quienes siguen este blog y no lo tienen: una absoluta maravilla, que se ha convertido en pieza de bibliófilos, y que conserva toda su frescura y muestra toda su capacidad de desafío.