domingo, 16 de enero de 2022

Mário Cesariny y el "Movimiento surrealista mundial"

Vuelve a editarse el libro más "internacionalista" de Mário Cesariny, una auténtica bomba que hizo explotar en noviembre de 1977. Yo lo compré en Lisboa dos años después y fue uno de los libros que me han abierto caminos, entre otras cosas porque mi convencimiento era que el surrealismo había desaparecido como "movimiento", tras la muerte de André Breton.

De la existencia un tanto insular del surrealismo portugués, encerrado en los barrotes invisibles del salazarismo, salió Cesariny tras el contacto que estableció con Sergio Lima, otro espíritu abierto al universo, y que pudo relacionarse con los surrealistas en torno a André Breton de una manera que, por diversas circunstancias, no había sido posible un par de décadas antes para el mago de Lisboa.

Una década después, Cesariny hubiera sin duda llevado a cabo una obra mucho más rica. Por ejemplo, al incluir a Agustín Espinosa se limita a antologar capítulos de Lancelot, 28º-7º y Media hora jugando a los dados, porque aún no ha tenido acceso a Crimen, y de Pedro García Cabrera tampoco conoce Dársena con despertadores. Pero en una obra de esta envergadura, carece de todo sentido señalar ninguna deficiencia como significativa.

El prefacio fue para mí verdaderamente un escrito convulsionador, ya que por primera vez encontraba yo perfectamente expresada la comunión Breton-Artaud que había estado en la raíz de mi adscripción al surrealismo, saltando por encima de la pedante maldad telqueliana de aquellos años y hasta de la visión de algunos surrealistas (por ejemplo, años después me sorprendería el desinterés total de Eugenio Granell hacia Artaud). Al hilo de estas palabras recuerdo en Tenerife a Mário Cesariny revolverse como un león cuando cierto poeta insular (y no de los más tontos) se permitió públicamente desvalorizar a Artaud. Esas cosas NO las dejaba pasar Mário Cesariny.

Otro impacto parecido me produjo la importancia que concedía al gran dadaísmo, no limitándolo, como suele hacerse, a mero antecedente o momento pasajero del surrealismo. Luego seguían los "dosieres", por países: España, Inglaterra, Checoeslovaquia, México, Rumanía, Holanda, Brasil, Estados Unidos, etc. Capítulos temáticos: el surrealismo y la pintura, el surrealismo y la libertad, el surrealismo y el corazón salvaje. Un dosier antiestalinista: Aragon, Cuba, la URSS. Un capítulo para el mayo francés y otro para el movimiento Phases de su amigo y aliado Édouard Jaguer ("un gran tipo", me escribió una vez, a raíz de que se aliara momentáneamente con Jean Schuster y José Pierre, para diferenciármelo drásticamente de estos dos).

Otro de los capítulos formidables es el que se le ocurrió titular, en su estilo inimitable, "Estructuralismo, Lingüística, Pseudo-Metagramática y otros actuales ensayos de aplastamiento de la poesía". En plena tiranía de la arrogante pedantería estructuralista, Cesariny elegía un texto demoledor de Roger Galizot y el bello ensayo de Aldo Pellegrini "Se llama poesía a todo lo que cierra la puerta a los imbéciles".

La nueva edición (que, al tratarse para mí de una obra de culto, no puede sustituir al volumen original), muy bien cuidada y con algunas ilustraciones nuevas, se engalana con un excelente preámbulo de Laurens Vancrevel, amigo de Cesariny durante muchos años, y un posfacio de Perfecto E. Cuadrado, admirador y sacrificado devoto del Maestro, con cuya memoria ha seguido conviviendo siempre. 

Esta antología, como por ejemplo la del humor negro de André Breton, no es un simple libro, es un verdadero terremoto del espíritu.

textos de afirmaçao e de combate do movimento surrealista mundial