jueves, 10 de enero de 2019

“Peculiar Mormyrid”, 8

Sasha Vlad (collage) y Dan Stanciu (título),
Valley or hill, same deal 

Otro nuevo número de Peculiar Mormyrid, que supera con creces la anterior entrega, y que es el último de la periodicidad estacional, ya que a partir de ahora su aparición será anual.
El lema es el principio hermético “As above, so below”, pero la temática principal gira en torno al “sondeo de las profundidades de la tierra” y al clima, al “estado del tiempo”. Ya no recuerdo qué memorialista de André Breton señalaba cómo este solía hablar poco del tiempo climático, como si fuera algo que no mereciera atención. En el polo opuesto están, por decirlo con Bakunin, mis amigos los campesinos: se nos ponía en aquellas ya rancias clases de lingüística estructuralista como ejemplo de lenguaje fático las conversaciones sobre el tiempo, pero lo cierto es que era un punto de vista exclusivamente urbanita, ya que para la gente del campo son todo menos fáticas.
Este número es un filón, sin nada similar en el panorama del surrealismo actual, por lo que parece confirmarse que el surrealismo en estos años, sin perder su dimensión internacionalista, donde está más boyante y vibrante es en algunos puntos de Canadá y de los Estados Unidos.
Una vez más, la publicación es inmediatamente asequible en línea, por lo que me limitaré a una simple descripción con el realce de algunas aportaciones que me han parecido más destacables. La estructura es tripartita, y como siempre hay una sección amplia de imágenes que se añaden a las muchas que ya aparecen en las diferentes comunicaciones. Mal acostumbrados que estamos, echamos en falta alguna contribución cinematográfica.

Imagen de Vittoria Lion

En la primera sección, abren el fuego unas reflexiones de Paul McRandle (con el baudeleriano título “Any where out of the world”), un cómic de Aiden Kvarnström, un poema de Stelli Kerk, la historia de la bruja Yadwida por Casi Cline, una bella página de Penelope Rosemont. Siguen tres imágenes comentadas sobre la histeria, por Vittoria Lion, excelente, y un viaje ferroviario de Jason Abdelhadi, con la serie de asociaciones que producen en él los nombres de las estaciones (pocas cosas, en verdad, pueden disparar mi imaginación como las de los nombres de las estaciones y apeaderos portugueses, y por volver a mis amigos los campesinos, recuerdo sobre la marcha a uno fabuloso, de mentalidad puramente mágica, que iba a Lisboa en un viaje desde el Duero, con un saco de papas para sus hijos, y que mostraba insistentemente su atracción por el nombre de una estación ya cercana a Lisboa, la de Braço de Prata, atracción o fascinación de quien gozaba de una cultura exclusivamente oral). Sigue una encuesta sobre la temática principal, en que participan los surrealistas de Estocolmo (Mattias Forshage, Emma Lundenmark, Niklas Nenzén, Ika Österbland, Kim Fagerstam), y se concluye con una prosa de Nicholas Alexander Hayes y sueños de Peter Dubé y Maria Brothers (el de esta, con la imagen de la caverna, posee notable interés).

Imagen de Maria Brothers

La sección segunda (“en la que estamos atónitos por el ascenso de la gravedad”) comienza con Andrew Mendez y la entrada que le hace Steven Cline a la palabra Tormenta en la Surrpedia, “la enciclopedia surrealista libre”, de la que se esperan muchas más entregas, quizás en la estela de la legendaria Dacosta. Kirsty Woods nos brinda desde Newcastle los resultados de una magnífica investigación poética con ranas y lagartos, mientras que el grupo de Ottawa parte de un fenómeno de azar objetivo con un idolillo comprado a un chatarrero, House of Mysticum urde el juego de la palabra de sustitución. Otras colaboraciones son de Jason Abdelhadi, David Nadeau, Th. D. Typaldos, Craig Wilson, Arthur Spota y Paul Cowdell, cerrándose el capítulo con una “Lectura subjetiva del clima” y una excelente selección de citas sobre la materia.
Dan Stanciu, Inmersión. Sol latente
Los juegos prosiguen en la última parte: por Miriam Atkin y Malka Main, por el grupo de Ottawa en colaboración con Joël Gayraud (“juego de las profundidades”) y por Ody Saban y Thomas Mordant (“juego de la escucha”). El sueño ocupa a Steven Cline, Casi Cline y Megan Leach, y otras colaboraciones misceláneas hay de Paul McRandle, Sebastián Jiménez-Galindo (dos curiosos “acuarios”, para escuchar), LaDonna Smith, Guy Girard y J. Karl Bogartte.
Las imágenes independientes conforman un conjunto impactante. Por alinear nombres que no aparecen en las tres secciones señaladas, las hay de Sheila Nopper, Apio Ludd, Doug Campbell, Steve Morrison, David Coulter, Janice Hathaway, Dan Stanciu, Sasha Vlad, Bruno Jacobs, Johnny Williams, Davey Williams, Maurizio Brancaleoni, Michael Vandelaar, K. Fijalkowski, Jean-Jacques Martinod, Rik Lina, Michael Lundberg, Juan Carlos Otaño (una instantánea de las aventuras subterráneas de Alicia que debería ocupar un lugar en el reciente blog dedicado a esta heroína) y Bill Wolak.
En resumen, un verdadero festín surrealista válido para todos los climas planetarios.

Niklas Nenzén, Regalecus 

p. s. Una pieza teatral de Joël Gayraud, que no llegó a tiempo para este número, ha sido añadida en la página de Peculiar Mormyrid: