miércoles, 8 de octubre de 2014

Un poema “ateosófico”

En 1948, los surrealistas tuvieron la iniciativa de publicar un manifiesto que refrendaba su “aversión irreductible hacia todo ser arrodillado”: À la niche les glapisseurs de dieu! El surrealista egipcio Ramses Younane declinó firmar porque la crítica de la religión, segun él, ya la había hecho de modo definitivo Benjamin Péret y no valía la pena insistir en lo mismo. En 2006, Guy Ducornet no solo decide tomar la iniciativa de que el documento sea refrendado de nuevo por los surrealistas, sino que publica un volumen capital: Surréalisme & athéisme, ilustrado en la portada por una caja del también “irreductible” Jean Benoît.
¿Y Ramses Younane? Figura excepcional, y autor de un puñado de textos incendiarios, luego se alejó del surrealismo para consagrarse a su obra plástica, pero esto no tiene importancia, sino el hecho de no haberse dado cuenta de algo muy elemental, y es, que si todo ha sido dicho, casi nadie parece haberse enterado, por lo cual repeticiones como esta de À la niche les glapisseurs de dieu! no solo son bienvenidas sino necesarias.
Las cartas enviadas por Ducornet tuvieron una respuesta negativa especialmente interesante: la de Roger Renaud, que veía la necesidad de denunciar otros integrismos no menos feroces que el religioso, “étnicos, políticos, intelectuales e incluso económicos (la ideología liberal y la dictadura sin freno de la economía de mercado pudiendo ser culturalmente comprendidas y descritas como un integrismo)”, y que pueden ponerse en relación “con todas las desculturizaciones, todos los etnocidios de que el mundo contemporáneo es pródigo, privando a los hombres de universos que les sean propios, obligándolos a buscar una identidad y un sentido de vivir en los enrolamientos, las sumisiones, las adhesiones, las conformidades, las exclusiones y los odios”. Por otra parte, Renaud rechaza toda idea, incluida la del “ateísmo”, de la que se pretenda hacer una ley, porque “quienes se invisten y se piensan como los mensajeros de esa verdad que se quiere hacer ley, son sus militantes, sus anunciadores, sus difusores, sus defensores, esperando mañana, cuando sea establecida, ser sus exegetas, sus guardianes, o sea sus carceleros y sus inquisidores”. ¿A cuántas “revoluciones” me quiere recordar esto?
Sobre lo primero, es conocida esta divertida boutade de Luis Buñuel: “Mi odio a la ciencia y mi horror a la tecnología tal vez me lleven a esa absurda creencia en Dios. El creer en Dios es absurdo, pero todavía odio más la técnica y la ciencia” (y si lo primero a mí nunca me podrá ocurrir, lo segundo, por ejemplo, lo comparto). La siguiente reserva de Roger Renaud le pareció a Guy Ducornet –y concuerdo con él– “demasiado alarmista”, en absoluto viéndose él como un “mensajero de la verdad”, por lo cual seguía reconociendo la pertinencia de revalidar en el nuevo siglo À la niche les glapisseurs de dieu!
Surréalisme & athéisme se abría con una cita de Guy Girard, tomada de L’ombre et la demande. Projections surréalistes: “Soy ateo. Es una certeza poética. Considero que la idea de divinidad es sin duda la más criminal que el espíritu humano haya podido formular contra su propia libertad y admiro el ateísmo filosófico de Sade o de Bakunin. Pero es sin embargo gracias a mi imaginación como tuve la intuición, antes de toda convicción racional, de la inexistencia de dios o de cualquier cosa parecida a ese gran objeto exterior en celebración del cual muchas civilizaciones han erigido espantajos de miseria mental”.
Guy Girard, y este es el motivo de esta nota, acaba de sacar otra de sus pequeñas publicaciones en Saint-Ouen, y de nuevo con un frontispicio de Pierre-André Sauvageot, que vemos aquí: Athée. Département de la Mayenne, 507 habitants. Poème athéosophique. El origen del poema parece estar en el encuentro callejero, en un pueblo de La Mayenne, con un ensotanado “cuervo” (yo hasta dudaría, por respeto a estos bichos, llamarlos así), al comprobar una vez más que la idea divina sigue campando por sus respetos.
El largo poema Athée va dirigido a Guy Ducornet, lo que es sin duda tan acertado como conveniente.


He aquí las citas sobre “dios” que se incluyen en mi libro Cabina de barlovento (este libro de citas, ilocalizable ya, lo colocaré próximamente, y muy ampliado, en “Surrealismo internacional” como pdf):
“Dios es un cerdo”. André Breton
“Dios no ha curado nunca sino a los enfermos”. Francis Picabia
“Si Dios existiera, habría que suprimirlo”. Bakunin
“–¡Cuántos insultos para un Dios que no existe! –No te equivoques. Van dirigidos a los que nos lo imponen como si existiera”. Marcel Havrenne
“Los tarahumaras no creen en Dios y la palabra «Dios» no existe en su lengua”. Antonin Artaud
“La existencia de Dios no le compete sino a él”. Louis Scutenaire
“Dios no está a la altura. Ni siquiera aparece en el Listín Telefónico”. Tristan Tzara
“Dios, en tanto no haya sido expulsado como una bestia asquerosa del Universo, no cesará de hacer desesperar de todo”. René Crevel