Este es el faro del Cabo Mondego,
en la punta de la Serra da Boa Viagem, donde se encuentra instalada –o debería
encontrarse– la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism, que desde 2008
se dedica a la defensa e ilustración del surrealismo, particularmente en su
dimensión colectiva. Integrada originalmente por Rik Lina, Seixas Peixoto,
Miguel de Carvalho y João Rasteiro, desde 2010 participan en sus actividades de
pinturas colectivas Pedro Prata, Luiz Morgadinho, Maria Celeste Tavares y Marta
Perez, pero una de sus características es la apertura internacionalista,
acogiendo a los surrealistas que pasan por tierras portuguesas –habitualmente
para contactar con la Sección– y “teniendo como base de trabajo el automatismo,
el azar, los juegos, los objetos encontrados, etc., en plena libertad, es
decir, sin técnicas, sin reglas, sin limitaciones ni imposiciones de ninguna
especie”. Así lo expresa la nota de contraportada de una nueva publicación,
titulada Os homens são máquinas de fazer maçãs, en que intervienen, junto a los nombres citados, Gregg
Simpson, David Coulter, Jan Giliam y Kate Kourkoff. Esta que vemos aquí es una
colaboración de Rik Lina, Maria Celeste Tavares, Seixas Peixoto, Pedro Prata,
Luiz Morgadinho y Miguel de Carvalho, en acrílico, collage, fragmentos de
madera y tinta china sobre cartel impreso:
En las quince imágenes
reproducidas, hay dos, muy rítmicas, por Seixas Peixoto y Miguel de Carvalho,
que evocan los collages dadaístas. Hechas en tinta china, grafito, papel
vegetal y hojas impresas sobre cartón, tienen un “aire de familia” que hace
desear una muestra más amplia. He aquí una de ellas:
A la vez aparece una edición
artesanal, en cartón y con solo 55 ejemplares, titulada Let’s dance, como
homenaje al paso de Allan Graubard por Coimbra en junio del año pasado, con
textos de Carlos Veríssimo, Caroline McGee, João Rasteiro, manuel a. domingos,
Maria Sousa y Sandra Cruz e imágenes de David Coulter, Miguel de Carvalho, Rik
Lina, Seixas Peixoto y Pedro Prata. La abre, pegada al dorso de la portada, una
de las impresionantes lianas de Rik Lina, que se despliega como un acordeón.
Siguen, grapadas, las imágenes (dibujos, collages, pinturas), una por cada
página y todas mereciendo ser aquí reproducidas –iba a contentarme con una de
las dos de Seixas Peixoto, evocadora de sus oros sobre azul, aunque ya
distanciándose más de su savia popular original, pero las dificultades de
manipulación me lo impidieron.
Los poemas, también desplegables,
y en páginas de diferentes colores, están pegados al final. Una tarjeta
independiente de Debour sur l’Oeuf, con la información de que puede serse
surrealista tan solo en caso de no ser “cura, general, bestia, dux o
honoris-dux” (actualización de un viejo
“papillon” de los Centres d’Action Surréaliste de La Main à Plume), podría también haber formado parte de este conjunto:
A la vez se ha publicado, en
portugués y español, el poemario de João Rasteiro Pequeña retrospectiva de
la puesta en escena, “poemas en punto de hueso”, que van de 2001 a 2013. Y,
de Miguel de Carvalho, en Debout sur l’Oeuf, Do vento coagulado no pano,
poema que me toca demasiado como para no dedicarle atención especial otro día:
en efecto, Miguel de Carvalho ha escuchado, como yo, la música inefable de los
molinos de viento portugueses, única en el mundo y hoy conocida de casi nadie,
y eso desencadena en mí sensaciones aún más estremecidas que el cegador recuerdo
de las salinas de Rio Maior.