Un pequeño homenaje a Mário
Cesariny es este número monográfico de la revista tinerfeña La Página.
Inicialmente la idea era incluir la correspondencia de Cesariny con Sergio
Lima, pero, al estar las muchísimas cartas solo en versión original, y haber
dificultades en organizarlas a tiempo, se acabó desistiendo de la idea. El
director y editor de La Página es un trabajador a destajo, por lo que, además,
ni yo tuve acceso a una lectura final que hubiera alterado algunas cosas, como
por ejemplo la no anotación de algunos errores en las cartas de Granell a
Cesariny (Vancravel por Vancrevel en dos ocasiones, Arpad Mezei convertido en
checo) y una referencia en mi comentario de los “Noa-noas” a un cadáver
exquisito de Cesariny, Vancrevel y Ted Joans, que donde aparecerá es en El
oro del tiempo, próxima publicación de La Página recopilatoria de los
textos de “Surrealismo internacional”.
El número se abre con la
adaptación de mi nota sobre Cesariny, y también aquí hubiera incluido unas
adiciones, en particular sobre los trabajos rimbaldianos –muy importantes– de
Cesariny y sobre la edición de 2007 de Titânia. História hermética em três
religiões e um só Deus verdadeiro –libro escrito en 1953, Cesariny lo editó
en 1977, pero solo lo dio por concluido en 1993; la edición de 2007 lleva cinco
preciosos dibujos de Cruzeiro Seixas, pero, como no hay nada que no tenga un
sino, sin los pies correspondientes.
En una nota así (o sea, perteneciente
a un volumen celebratorio), tampoco hubiera dado cabida a mi enojo porque
Cesariny, al final de su vida, hubiera aceptado recibir en su casa a algo tan asqueroso
como un presidente de la república, o sea alguien que forma parte de lo más
bajo de la escala humana. Espero que, al llevar acompañamiento mediático, a
este triste y nocivo Jorge Sampaio (hombre de leyes) no se le haya ocurrido
proferir un discurso, pues los que daba eran famosos por poner a dormir a la
audiencia en cuestión de escasos minutos. ¿Cómo podemos imaginar al indomable
Cesariny en el momento en que recibe de aquellas manos la Gran Cruz (¡!) de la
Orden de la Libertad? No sé si es lo mismo, pero he leído que también lo hicieron, como luego a Cruzeiro Seixas, Caballero de la Orden de Santiago de la Espada, orden que en sus buenos viejos tiempos fue la principal orden militar de la caballería cristiana.
En 1966 decía Cesariny en Madrid,
públicamente: “La libertad no es una cosa que se da o se recibe, como un regalo
de navidad. La libertad es algo que se le arranca a quien, hombre, cosa o idea,
trae el uniforme del verdugo. No existe hombre libre sino en la conquista de la
libertad”. Con estas palabras hubiera cerrado yo mi nota sobre Cesariny, porque
ese era el verdadero Cesariny, y no el que aquella noche se disfrazó para
recibir a uno de los verdugos del Portugal saqueado y arrasado por el montaje
democrático y por el macroproyecto de la Europa del capital.
El gran difusor de la obra de
Cesariny, o sea Perfecto E. Cuadrado, avanza con un bonito ensayo sobre los
“silencios, diálogos y monodiálogos” del surrealismo en España y Portugal.
Nadie como él puede abordar esta cuestión, que se detiene en la presencia
hispánica en los pintores surrealistas lusitanos, en concreto Cândido Costa
Pinto, Marcelino Vespeira, António Dacosta, Fernando José Francisco y, por fin,
Mário Cesariny, en quien rastrea la huella hispánica a lo largo de su
producción poética; la lectura “siempre sagaz y siempre iluminadora” de la obra
de autores hispánicos (Jorge Camacho, Octavio Paz, Luis Buñuel); el “Dossier
España” de los capitales Textos de afirmação e de combate do movimento
surrealista mundial, las frecuentes visitas del poeta a España y su amistad
en particular con José Francisco Aranda, con Enrique Carlón y con el grupo
surrealista Salamandra; y, por último, la difusión de su obra en España, donde
el propio Perfecto E. Cuadrado se ha ocupado de él amplia y frecuentemente (Ortofenia
y otros poemas, 1989; antología y encuesta sobre él en el n. 6-7 de Espacio/Espaço
escrito; Un país de bondad y de bruma, 1998; De profundis amamus,
2001; y “Navío de espejos” en el número 43 de La Página también dedicado a
Cesariny, 2001).
Un apartado especial se dedica a
la relación muy amistosa entre Cesariny y Eugenio Granell, dos colosos del
surrealismo en la Península Ibérica que desde principio de los años 70
mantuvieron un fructífero y apasionante diálogo. En las cartas de Granell, hay
referencias al encarcelamiento de Breyten Breytenbach (y por cierto que Granell
fue el primero que me habló de él) y a las lecturas que Granell hace de algunos
libros de Cesariny, en concreto Nobilissima vissão, Burlescas,
téoricas e sentimentais y los Textos de afirmação e de combate. Este
último, “estupendo cofre de sorprendentes tesoros”, es visto como un libro
“hecho a cañonazos de pura libertad”, pero Granell le hace una reserva: la
inclusión de “ciertos nombres de quienes tal vez estén manchados por sus
veleidades político-religiosas y por su voluntaria profesión de enterradores
del surrealismo”, en la primera categoría encajando, creo, Aragon y Sadoul (¿y
Arrabal?) y en la segunda sin duda Jose Pierre y Jean Schuster.
Lo que sigue en este número lo
tiene en esta página el lector: mi trabajo sobre los “Noa noa” de Cesariny, que
aparecen muy bien reproducidos. Repasando las cartas que tengo de Cesariny,
encontré un par de datos al respecto. En una del 2 de agosto de 1988, me
comenta que, por diversos motivos editoriales, se ha abandonado el proyecto del
n. 2 de A Phala, al alimón con Sergio Lima (con quien Cesariny me había
puesto en contacto un año antes). En Portugal, el nombre “A Phala” había sido
“usurpado” por la editorial Assírio & Alvim para un boletín de actualidad
cultural, y por ello Cesariny piensa ahora en reconducir la revista con otro
título, que no es otro que... ¡Noa-Noa! También me cuenta que no le
gusta lo de “Revista do Movimento Surrealista”, porque “quien cree que lo es,
cree que lo es, y quien cree que no, ¡muchas felicidades!” El título sería un
“homenaje en serio y de verdad al primero (que se sepa) en marcharse huyendo de
este continente, el ilustre Gauguin”. A los pocos meses, Cesariny avanzaría con
las hojas que llevan el título destinado a la revista.
En la carta en que Cesariny me
enviaba el Noa noa de los surrealistas argentinos contra la pareja
Schuster-Pierre, me dice, en su estilo inimitable: “Los señores Jose Pierre y
Jean Schuster son, a lo largo de muchos años ya, gente de pasado poético
surrealista ninguno. Historialistas. Como tal, han decidido firmar el
descenso a la tierra de mutis (el fin del Surrealismo como tal) en el año
tal-tal (1969, creo). Crearon hasta una asociación para probarlo, escribirlo y
confirmarlo. A eso están dedicados sin encanto y con alguna grosería. Le mando
el manifiesto que, con motivo de una Semana Surrealista en S. Paulo, Brasil,
algunos surrealistas argentinos firmaron y leyeron contra esos dos. En cuanto a
Édouard Jaguer, que yo estimo y admiro, se ha puesto en contra de la
publicación, portuguesa o francesa o china, del texto de los supracitados
argentinos. El porqué no me lo concibo. ¿Será porque, como me escribe Petr
Kral, los surrealistas parisinos se han transformado todos en unos «tíos
viejos» (él dice: tías)? De todos modos, Jaguer es un tío grande, de una
estatura que ninguno de los otros dos tiene. ¿Los necesitará para pequeños líos?”
En otra carta, pero ya de 1993,
me encuentro este mini Noa noa, motivado por su cólera al ver el sello bretoniano
de los correos franceses (¿y qué decir del de Malraux, en que se valieron de
una foto suya... quitándole el cigarro de la boca?). Al dorso pone: “M. C. 30
exemplares”.
Para la historia de los pequeños
misterios del surrealismo, retengo un detalle de esa carta. Cesariny me envía
el documento “1499-1992”, contra la celebración del “descubrimiento” de
América, que fue firmado por varios grupos surrealistas y que yo traduje en
Canarias. Y me cuenta cómo, del epígrafe del texto original, ha desaparecido,
en todas las versiones (inglesa, francesa y española) del Bulletin
International du Surréalisme en que fue publicado, este inciso de Breton:
“en tanto que no se sepa hacer nada sin poner para ello cara de saberlo todo,
con la Biblia por un lado y Lenin por el otro”. Palabras que Cesariny considera
“magníficas” y que alguien ha cortado “sabe el diablo surrealista por qué”.
Cierra este número de La Página una “brevísima antología” de poemas
hecha por Perfecto E. Cuadrado, y que precede una lista de sus obras y de las
principales traducciones que han tenido. Antología en efecto muy breve, pero
que contiene algunos de los poemas híticos de este poeta (y artista)
extraordinario, como “You are welcome to Elsinore”, “A Antonin Artaud” y “El
navío de espejos”.