Donde quiera que esté un surrealista, allí está el surrealismo. Recibimos con mucho agrado la noticia de que Bruno Jacobs se ha trasladado a vivir a la ciudad de Cádiz, cuyos barrios marineros, por su pujanza popular, quizás hayan resistido algo a la depredación y adulteración del capital, especialmente feroz en las tres últimas décadas. Yo recuerdo esa Cádiz (la burguesa y “moderna” ni la pisé), de blancos cegadores y un mar calmo, muy cálidamente, cuando paraba allí el barco de Las Palmas-Barcelona y luego como punto de paso hacia la frontera portuguesa. Cádiz ha sido, además, siempre, una ciudad abierta, de saludables costumbres.
Lo primero que ha hecho Bruno Jacobs es abrir una galería de arte surrealista... en el sentido absoluto de la palabra, ya que se trata de un espacio callejero, con sabor a barrios de las afueras, donde coloca algunas creaciones del surrealismo. Es la Galería 13 (número de un rincón de la calle Barrocal), que sin duda nadie encontrará jamás en las guías artísticas.
Una de las exposiciones ha constado de una sola obra: un dibujo grande de Michael Vandelaar, titulado “Correspondencias naturales” (¡con las ramas secas que se ven detrás!), colocado sobre una verja.
La otra es más amplia: cuatro fotos de espuma marina, por Bill Howe, Tony Convey, Vandelaar y el propio Jacobs. El título de esta exposición, sin duda más interesante que la de Salvador Dalí en el museo monárquico madrileño, lleva por título “La poética de la espuma”, y se apoya en una cita de Kandinsky: “Todo lo que está muerto tiembla. No solo las cosas de la poesía, las estrellas, la luna, madera, las flores, sino incluso un botón de pantalón blanco brillante en un charco en la calle... Todo tiene un alma secreta que se calla más a menudo que habla”.
Estas exposiciones han durado cosa de un mes. En una foto del público, vemos asistiendo a la segunda de ellas a dos obreros que vienen de encalar una casa. Y en verdad: por primera vez en mi vida he deseado exponer algunas de mis fotos portuguesas, que ya quisieron mostrar el Tea y la Fundación Cupertino de Miranda, sin que ello despertara en mí especial interés. ¡La Galería 13 es mi galería!