lunes, 27 de febrero de 2012

Jeffrey Karl Bogartte


La primera vez que tuvimos noticia de Jeffrey Karl Bogartte fue a través del imprescindible Les mystères de la chambre noire de Edouard Jaguer. No solo las fotomorfosis eran un capítulo importante de las últimas tendencias automatistas tratadas en el libro, sino que al final de este se incluía un gran texto teórico del artista. Una de las dos ilustraciones llevaba por título “Los invitados a la boda han llegado”, y nos era imposible no pensar en el Enigma del invitado de Emeterio Gutiérrez Albelo:


Componente del grupo de Chicago, Bogartte publicaría en The octopuss-Typewriter otro notable texto: “El arma poética”, que aquí tenemos ilustrado por “La morfología de la histeria” (estábamos en 1978, y al año siguiente no sorprendía encontrar a Bogartte en el catálogo del centenario de la histeria celebrado por Arsenal):


El artista definía las fotomorfosis como “una forma de alquimia, de magia. Y más seguramente, un ejemplo de azar objetivo”, mientras que Jaguer las relacionaba con las autocopias de Théodore Brauner, señalando su aportación capital al dominio de la foto experimental, aunque, como siempre en el surrealismo, al servicio de la poesía.
También escritor, son magníficos sus relatos, tanto como las breves prosas de The wolf house (La Belle Inutile, 2009), de las que hay amplia muestra en Hydrolith, gran publicación del surrealismo internacional aparecida en 2010.
De su actividad actual tenemos aquí dos muestras. La que encabeza esta nota se titula “Perilous” y la que la cierra “Equal”:

Alex Januário


Así era presentado Alex Januário en el catálogo O reverso do olhar, Coimbra, 2008:
“Nació en São Paulo (Brasil, 1977). Fue fundador y miembro dinamizador  del grupo surrealista deCollage (2001-2007). Es poeta, y fue por la poesía de la palabra cómo, por evolución natural, llegó a la poesía de la imagen o collage, afirmándose como collagista. En 2004 organizó con Konrad Zeller la muestra «Convocatoria de los cómplices», exposición que celebró los 80 años del Primer Manifiesto de André Breton. Fue responsable de la primera fase de la revista A via queimante, ligada al extinto grupo. Expuso con el grupo Derrame en 2006 en Santiago de Chile (La voz del animal metafísico) y en la Fundación Eugenio Granell en Santiago de Compostela –“Sonámbula. Inconscientes para una geografía onírica” (2007), organizada por el mejicano Enrique Lechuga. Colaboró por un período relativamente corto con el Grupo Surrealista de São Paulo. En su último viaje a Portugal (diciembre de 2007) realizó una intervención pública en Famalicão, en el garaje de los autobuses, con una exposición de dibujos automáticos después de leer en voz alta el texto La oveja galante de Benjamin Péret. En su brazo izquierdo presenta el tatuaje «Je cherche l’or du temps». Vive en São Paulo”.
Sin duda que Alex Januário busca el oro del tiempo, que es la única manera de honrar la vida en este mundo insano. En la exposición de Coimbra, tres de sus collages, todos de 2008, llevaban los siguientes títulos: “Benjamin Péret preso a lo sublime”, “Mário Cesariny ejerciendo los campos magnéticos a mi paso por Coimbra” y “Mi encuentro con la Torre Saint Jacques”, títulos que lo dicen todo acerca de su ubicación en el corazón mismo del surrealismo. Al año siguiente aparecía su libro de collages Sete anos, siendo de resaltar aquí la plena vitalidad que la práctica poética del collage posee en la presente aventura surrealista –como la ha poseído siempre–, sin merma alguna de poderío e inventiva, sin ninguna decadencia repetitiva, o no hubiera abierto la invención del automatismo un verdadero infinito.
De Alex Januário sospechamos que nunca dejará la cresta de la ola surrealista. Hoy acompañamos esta nota de dos collages suyos.

Monsu Desiderio


Este bello homenaje que el poeta Alejandro Puga le ha hecho a Monsu Desiderio, y que lleva por título “Los vuelos de Desiderio”, nos permite una rápida evocación.
La enigmática figura seiscentista se encontraba sepultada en el olvido hasta que el surrealismo se fijó en él. En L’art magique, esa obra capital realizada por André Breton y Gérard Legrand en 1957, se reproducen tres extraordinarias obras suyas: “Arquitectura imaginaria”, “Los infiernos” y “Ataque a un palacio”, y se dice que, con Gustave Moureau y Giorgio De Chirico, Desiderio es uno de los tres genios que han reencontrado el sentido de la magia en la cultura mediterránea.
Dos años después, André Masson dedicaba un breve texto al “pintor sismógrafo”, “inventor de una ambigüedad delirante”. Masson concluye con la afirmación de que su divisa podría decir: “Sombra en el corazón de una sombra, he aquí el hombre”.
El verdadero sucesor de Desiderio sería Piranesi, también altamente valorado en el surrealismo, y también por su arquitectura visionaria y por su poética de las ruinas.
En el excelente artículo de Jerôme Duwa “Beau comme un vaste champ de ruines”, publicado en el n. XXIX de la revista Mélusine, este ensayista parte del citado “Ataque a un palacio”, modelo de arquitectura visionaria, con esos tan impresionantes como fantasmales edificios de extraña luz propia y estilización ecléctica:


Marcel Brion también se ocupó de Desiderio, pero la obra clave solo aparecería en Milán en 2004: François de Nomé e Didier Barra. L’enigma Monsù Desiderio, libro de 354 páginas de Maria Rosaria Nappi con 254 obras comentadas de esos dos franceses en la Italia de principios del XVII, que ocultaban sus nombres tras el de Monsu Desiderio. Está en italiano, por lo que en lengua francesa hay que acudir a Enigma Monsù Desiderio. Un fantastique au XVII siècle, 2004, o, antes, a Didier Barra et François de Nomé dits Monsu Desiderio, de Félix Sluys, 1961, y  Monsu Desiderio ou le théatre de la fin du monde, de Pierre Seghers, 1981.

Noa Noa n. 9: Philip West


“Lo que ocurre dentro de la pintura carece de sentido, no tiene razón de ser, a menos que influya en lo que ocurre fuera de la pintura. Cuando Breton habla del surrealismo como «la emancipación total del hombre» o «la expresión humana en todas sus formas» debemos entender bien sus calificativos. La expresión de que habla no es la expresión plástica, sino la expresión plástica más la expresión verbal, más la expresión moral, la expresión social, etc., etc. El surrealismo es un tesoro colectivo y a la vez el agente catalizador que nos permite llevar ese tesoro, esa poesía, a la vida cotidiana para transformarla. Sería un error confundir la producción de una pintura o poema onírico con el surrealismo. Lo que produce el pintor es pintura, no surrealismo. Para hablar de este último habría que interrogar sus motivos. El poeta vive en la poesía y no de ella.”
Pertenece esta cita a la entrevista que Juan Calzadilla le hizo a Philip West para el catálogo de una de las cinco exposiciones que este celebró en Venezuela. Allí se relacionó con los supervivientes de El Techo de la Ballena, pero también con los indígenas del Orinoco y del Amazonas, traduciendo algunos de sus mitos y cuentos.
Philip West es uno de los artistas que abrazaron el surrealismo gracias a la labor nunca suficientemente celebrada de John Lyle, quien vino a convertirse en sucesor de Mesens como aglutinador y animador de las fuerzas surrealistas en tierras británicas, y gracias a quien ha habido una continuidad surrealista en aquellas latitudes desde la exposición del 36 hasta hoy mismo, con el vibrante grupo de Leeds. Desde 1983, Philip West se establecería en Zaragoza (no entendiendo yo, por cierto, que la sociedad hispana le haya parecido menos horrenda que la británica). Un espíritu internacionalista como él –presente en muchas de las revistas claves del movimiento– estaba llamado a contactar con el faro del surrealismo en el occidente peninsular, o sea el inamovible Mário Cesariny. Así, es de esperar ver su presencia en la gran exposición del Teatro Ibérico, 1984. En el 92, incluso tenemos unas fotos suyas en el estudio de Cesariny, como esta en que firma en la columna donde es bien visible la rúbrica del feroz rinoceronte Ted Joans:


Philip West desapareció prematuramente, dejando muchos grandes amigos que lo han extrañado muy dolorosamente. Pero cuenta con dos publicaciones espléndidas, que no deben faltar en ninguna biblioteca del verdadero surrealismo. La primera apareció en 1998: Philip West. El legado de un artista y la hizo la Fundación Eugenio Granell, rica en obras suyas, pero que además cuenta con su biblioteca, donada por el artista, que fue amigo del maestro Granell. Este catálogo, muy bien ilustrado, consta de muy buenos textos, en particular de Paul Hammond, Edouard Jaguer, Michael Richardson, Sergio Lima, Michel Remy, Cruzeiro Seixas, Raúl Henao y Conroy Maddox, definiendo Jaguer su pintura como “una corona de luciérnagas sobre un signo de interrogación”.
La otra obra es Philip West. El surrealista encontrado en Zaragoza, año 2000, al alimón publicada por la Diputación de Zaragoza y de nuevo la Fundación Eugenio Granell. Este volumen se abre con otro gran texto de Hammond, más extenso y completo que el anterior, y con entrevistas, declaraciones y ficciones de Philip West (de lamentar la presentación chapucera de la titulada “Siete días”, procedente de la revista de Lyle, TransformaCtion).
La litografía que eligió Cesariny para sus detonantes noanoas es de 1978, pero ya Philip West había titulado seis años antes así el siguiente óleo, que lamento no reproducir sino a blanco y negro:


De esta obra hecha a los 22 años, dice Paul Hammond que “tiene ya el sello de sus obras maduras de finales de los setenta”: “la composición simétrica y frontal, con su cualidad jeroglífica, más sus colores y su dibujo«heráldicos», serían a partir de entonces una constante en la obra de West”. Señalemos que la tesis de final de carrera de Philip West fue sobre El libro de los muertos, y que era un entusiasta de la mitología egipcia (como de la ornitología). Y como curiosidad, contemos que una serie de fotocopias le salieron arrugadas a Cesariny, por lo cual se le ocurrió la cesarinesca idea de hacer una “special issue with wrinkles” de 35 copias (aquí vemos la copia 17, aunque el pie es de la copia normal n. 31). Adviértase también lo de “Zaragoza, England”, dándole al acendrado nacionalismo hispánico un nuevo quebradero de cabeza gibraltareño.
“El surrealismo no es un estilo o una estética pictórica, sino un espíritu de búsqueda de la libertad que rechaza totalmente la concepción renacentista del arte, limitada y mediocre, y que propone devolver al hombre la creatividad libre de los límites impuestos por la razón y el consumo”.

Exposiciones surrealistas

El año 2012 se ha iniciado en fuerza, con dos grandes exposiciones del surrealismo, una en Reading (Pensilvania) y otra en Praga.
Sobre la primera ya remitimos, hace algunas semanas, al enlace http://surrealismin2012.org/surrealists_and_friends.htm. Dedicada a Franklin Rosemont, “Surrealism in 2012: Toward the world of the Fifth Sun” incorpora a más de un centenar de participantes, surrealistas y amigos del surrealismo. Unas pocas obras, suerte de homenajes, son de surrealistas ya desaparecidos: Karol Baron, E. F. Granell, Ted Joans, Mary Low, Conroy Maddox, Djordje Kostic, Marianne Van Hirtum, Schlechter Duvall, Daniel del Valle (¿?), Gerome Kamrowski, Don Lacoss. Como es de esperar, la presencia primordial es estadounidense: Gale Ahrens, Lawrence von Barann, Jen Besemer, Robert Bissett, Amy Boemig, Daniel Boyer, Ronnie Burk, Barry Cohen, Laura Corsiglia, Dennis Cunningham, John Duda, Dick Elliot, Beth Garon, Paul Garon, Robert Green, Brian Rogers, Morris L. Greenia, Penelope Rosemont, Janice Hathaway, Li Hidley, Louise Simons, T. T. Hosey, Corinna Jablonsky, Joseph Jablonsky, Joseph Jablonsky, Kate Khatib, Winston Smith, Patrick Turner, Richard Szczepaniak, Gina Lintherland, Debra Taub, David London, Apio Ludd, M. K. Shibek, David Marcus, Tristan Meinecke, Franklin Miller II, Joel Williams, Mark Westling, Alberto Weller, Anna Novak, Martin Plaut, Irene Plazewska, Nancy Peters, Diane di Prima, Hal Rammel, Kait Rhoads, Re Desarbres, Rikki, Jean Jacques Dauben .
De Suecia tenemos al grupo surrealista de Estocolmo, con John Anderson, Mattias Forshage, C. M. Lundberg y Niklas Nenzén, y a Bruno Jacobs.
De Holanda, a Her de Vries.
De Inglaterra, al grupo Slag, con Paul Cowdell, Merl Fluin, Patrick Hourihan, Josie Malinowski y de nuevo Mattias Forshage, y a Neil Coombs, Wendy Risteska, John Welson y Kathleen Fox.
De Brasil, a Sergio Lima, Alex Januário, Fátima Roque, Maria Marques, Heloisa Pessoa, Leandro Santos y Nilmar Silveira.
Del Canadá, a Gregg Simpson, Jesse Gentes, David Nadeau, Sheila Wopper, Ron Sakolsky, Anais Larve y el grupo de Montreal Les Boules.
De Portugal, al patriarca de la exposición, Cruzeiro Seixas, y a la Cabo Mondego Portuguese Section of Surrealism, con Miguel de Carvalho, Rik Lina, Luiz Morgadinho, João Rasteiro, Seixas Peixoto, Marta Peres y Pedro Prata.
Del grupo Capa, a Jorge Herrera Fuentealba, James Burns, Freddy Flores-Knistoff, Miguel Lohlé y de nuevo Rik Lina.
De Francia, a Michael Löwy, Guy Rousille, Guy Girard, Hervé Girardin, Jean-Claude Charbonel y Mordy Sabbath (Ody Saban + Thomas Mordant).
Del grupo de Praga, a Martin Stejskal, Jan Svankmajer y Katerina Pinosova.
De Australia, a Hilary Booth y Michael Vandelaar.
De los países hispanoamericanos, a Ludwig Zeller, Susana Wald, José Herrera Huerta, Enrique de Santiago, Raúl Henao, Jorge Kleiman, Amirah Gazel, Magdalena Issacson, Francisca Bravo Olguín y Andrés Soto Núñez.
Nombremos por último a Misiano-Genovese, Tatsuo Ikeda, Haifa Zangana, El Janabi y Luis García Abrines, única representación con nombre español, aunque no sabemos si es a título presente o solo de viejo amigo (ya Abrines participó en la exposición del 76).
En cuanto a la exposición de Praga, “Other air”, centrada en las dos últimas décadas del grupo surrealista, basten estas dos fotografías enviadas por nuestro amigo Guy Ducornet, una de la galería en que se celebra y otra con la lista de los participantes, lista que aglutina también a los surrealistas del grupo parisino y a los amigos de Leeds.


lunes, 20 de febrero de 2012

Centenario de Max Walter Svanberg


Hoy, 20 de febrero de 2012, hace 100 años que nació, en Malmoe, Max Walter Svanberg, un artista muy estimado por muchos surrealistas y que fue, pese a algunas reservas suyas, un amigo del surrealismo.
“Toda la pintura de Svanberg glorifica la feminidad universal, sea que imagine un reloj que se metamorfosea en mujer, sea que describa una mujer maravillosa con dos cabezas o tres piernas, una boca en forma de mariposa o de flor, senos parecidos a pájaros, un cuerpo de contornos de paisaje” (Sarane Alexandrian).
En 1953 pintó “La visión y la copa del amor. Homenaje a André Breton”. En 1954, el n. 3 de Médium llevó 22 ilustraciones suyas. Siete años después, le hacen un homenaje colectivo André Breton, Robert Benayoun, Vincent Bounoure, Radovan Ivsic, Gérard Legrand, Jehan Mayoux, Pieyre de Mandiargues, Joyce Mansour, Jean Schuster y Jose Pierre. A Breton debe Svanberg las mejores páginas que se le han dedicado; de Joyce Mansour había ilustrado en 1958 Les gisants satisfaits; Jose Pierre le consagraría en 1975 una extraordinaria, definitiva monografía: Max Walter Svanberg et le règne féminin; Robert Benayoun pondrá una ilustración suya en la cubierta de su precioso libro Érotique du surréalisme (1965), en concreto el collage “Jornada de la constelación de Géminis”:


Entre sus creaciones más sorprendentes se encuentra la serie dedicada a las Iluminaciones de Rimbaud (1958), una de las cúspides de ese rico apartado del arte moderno que es la ilustración de libros poéticos.
Pieyre de Mandiargues no solo le dedicó el largo poema en el citado homenaje del 61, sino un bello texto de 1967, incluido en el Troisième belvédère, al que pertenecen estas palabras con que cerramos esta breve evocación del “maravilloso Max Walter”:
“Difícil, muy difícil, en verdad, es la distinción entre lo que en el arte es maravilloso y lo que no es más que fantástico. Más que argumentar, es preciso recurrir a los ejemplos. Lo que desde mi punto de vista se impone ante todo en la época actual es el hecho de la obra pintada, dibujada, grabada o pegada de Max Walter Svanberg, pues no hay nada en los trabajos de este gran inspirado que no sea puro deslumbramiento para el espectador y que no testimonie un deslumbramiento parecido del creador. Svanberg es un iluminado que nos ilumina (y es con todo derecho que ha escogido los poemas de Rimbaud como tema de sus ilustraciones). Una ilustración es definida de alguna manera porque nada bajo puede entrar en ella sin destruirla. Así, las bizarrerías más extremas puestas en imagen por Max Walter no dejan nunca las más altas y las más nevadas cimas del espíritu”.

“Other air”, Praga


Desde el 10 de febrero, y hasta el 4 de abril, se celebra en la galería del viejo Hôtel de Ville de Praga la exposición titulada “Other air” del grupo surrealista checo. Se trata de dar a conocer una muestra de la rica actividad del grupo desde la exposición de 1989, pero, como es de esperar, ni todo se reduce a la exposición ni falta la colaboración de amigos del grupo, en particular los del grupo parisino, con el que las relaciones han sido siempre especialmente sólidas, desde los años 30 y en especial, de modo ininterrumpido, desde 1969.
En el capítulo cinematográfico, habrá proyecciones en el cine Ponrepo. Y no faltarán algunas experimentaciones, como la de Svankmajer sobre los sedimentos de objetos colocados en el agua de unas termas.
En la imagen de hoy, vemos una instalación del inolvidable Karol Baron: “Enigma Toyen y Styrsky”, de 1995.

Un “Noa Noa” desconocido


El n.8 de los “Noa Noa” no lo distribuyó Cesariny, porque, como explica a lápiz, se perdió la leyenda del mausoleo fotografiado. Ahora yo he colocado la foto al dorso, tal y como se la envié a Cesariny.
Esto fue con una amiga en un cementerio madrileño que ya ni recuerdo. Había otra foto muy superior, en que ella trepa al crucificado, levantando una de sus piernas, para besarlo apasionadamente. En ese lúdico día, me saqué una dentro de una tumba familiar ya abierta, fumando cachimba y con rostro sonriente: claro que se trataba de un homenaje a la célebre foto de Jean Benoît.
Cesariny me escribía hablándome de publicar mis fotos portuguesas en Assírio & Alvim: “Seria muito bom”. Y me explicaba: “El «Jesús mío en vos confío» plus «Surrealismo» no quedó bien en el Noa-Noa que hice con él. Por eso no lo envié ni distribuí. Falta la inscripción, preciosa!, debajo. Por lo que, como ya le diré, va a ilustrar una prosa de porrazo bravo a la colonización y «cristianización» española de México, con una nota al pie diciendo: «Válido, en más ordinario, para la ocupación portuguesa en África, América y Oriente»”.
La foto “Surrealismo” la hice en la Costa Nova do Prado (Aveiro), donde las olas dejaban aisladas sobre la arena bellas formas de espuma. Luego hice otras fotos similares en la playa de Buarcos, pequeña y bonita población pesquera de la costa de Coimbra, jugando con la portada de la edición española de La clé des champs de André Breton, fotos que presento aquí:


Lo más sobresaliente de esta serie es el hecho de anunciar la llegada, 20 años después, a Buarcos, de Rik Lina, una de las figuras claves del surrealismo en los últimos tiempos. Por no decir la constitución –con Lina, Miguel de Carvalho, Seixas Peixoto y João Rasteiro– de la Cabo Mondego Section of Portuguese Surrealism –el Cabo Mondego, extremo de la Serra da Boa Viagem, abrigando el caserío de Buarcos.

Chassé-croisé Dada-Surréaliste 1916-1969


Con motivo de la exposición así titulada, se ha publicado un bello catálogo. La exposición se celebra, del 15 de enero al 1 de julio, en el Espace d’Art Contemporain Fernet Branca de Saint-Louis (Alsacia), y la organizan Georges Sebbag y Auguste Vonville. El catálogo reproduce muchas de las obras de Memorabilia, el extraordinario libro de Sebbag, quien ahora las comenta sucintamente, aportando además útiles fichas de cada artista. Reproducimos la contraportada, que nos da idea perfecta del contenido del catálogo tanto como del objetivo de la exposición: “un collage reuniendo y enlazando 200 cuadros, fotografías y esculturas, concebidos por 100 artistas surrealistas, dadas o emparentados”, resultando de ello“un formidable collage vivo y detonante”.

lunes, 13 de febrero de 2012

“Noa Noa” n. 7: Laurens Vancrevel



No podían faltar, entre las muchas conexiones internacionales de Mário Cesariny, los dos paladines del surrealismo en los Países Bajos, o sea Her de Vries y Laurens Vancrevel, quienes aún hoy se mantienen en la cresta de la ola del movimiento.
El surrealismo portugués, por los condicionamientos sobre todo políticos que sufría, se mantuvo en una experiencia más bien insular hasta que se produjo el contacto con Sergio Lima y la consecuente participación de los portugueses en la XIII Exposición Internacional del Surrealismo, celebrada en 1967 en la ciudad de São Paulo. En la revista correspondiente, o sea el capital n. 1 de A Phala, encontramos textos e ilustraciones de Cesariny, Cruzeiro Seixas, António Maria Lisboa, Antonio José Forte y Mário Henrique Leiria.
En 1971, Mário Cesariny aparece por vez primera en Brumes Blondes, concretamente, con un poema y una pintura (provista de una cita de Rimbaud), en el n. 3 de la II serie. En el n. 5 hay un cadáver exquisito hecho en el avión hacia Amsterdam con Laurens y Frida Vancrevel, en el 6 un poema y en el 7, abriendo la revista, el extenso poema a Breyten Breytenbach, encarcelado por el gobierno racista surafricano; este virulento poema lo firma Cesariny el 11 de noviembre de 1975, para celebrar la caída del régimen colonialista portugués (“diles que hay aquí en Portugal un hombre / que lloró de alegría / la medianoche del 11 de noviembre de 1975 / al ver por fin abatido el Reino Cadavérico de la dictadura portuguesa en África”). Por cierto que la portada de este número es la que publicamos hace siete días, con dibujo de Renzo Margonari.
En 1976, la revista surrealista que animaba John Lyle en Inglaterra, TransformaCtion, comienza a publicar “Góngora por cábala fonética”, lúdica experimentación hecha a partir de un soneto de Góngora. Pero dejemos que nos lo relate el propio Cesariny, en el índice de Primavera autónoma das estradas:
 “1973-1976. Peter Foster Marr inicia, vertiendo para el inglés, sin recurso al diccionario, por el sistema de cábala, o paranoia fonética, el soneto de Góngora. Mário Cesariny, por el sistema que se continuará, pone en portugués el traslado de P. F. Marr. Arnost Budik vierte para checoeslovaco la versión de Mário Cesariny. John Lyle revierte para el inglés la versión de Mário Cesariny. Laurens Vancrevel vierte para neerlandés la traducción de Arnost Budik. José Francisco Aranda pone en español la versión de Laurens Vancrevel. Jean-Clarence Lambert pone en francés la versión de J. F. Aranda, mientras que Pierre Dhainaut vierte, «en estilo antiguo», la versión de Mário Cesariny y Kent Smith retrovierte para el inglés la versión neerlandesa de Laurens Vancrevel”.
Tal vez no sea preciso decir que todas las versiones que logramos entender superan el lamentable soneto de Góngora, sobre “la brevedad engañosa de la vida”, ridículamente tópico y amanerado.
En el mismo año, Mário Cesariny y Laurens Vancrevel dibujan un cadáver exquisito con Ted Joans que se publica en el catálogo de la exposición surrealista internacional de Chicago. No está hecho entonces, ya que abajo lleva la fecha de 13-8-72:


Un año antes, en el n. 5 del Bulletin de Liaison Surréaliste, Laurens Vancrevel había publicado “Quinta mansión”, dedicado a Ted Joans, con referencia final a su rinoceronte y debajo la bestia totémica de Ted Joans dibujada por él mismo, y conteniendo la palabra “Surrealisim”:


1977 es un año clave, ya que Cesariny publica sus Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial, en los que, por supuesto, hay un importante “Dossier Amsterdam”. Este dossier comienza con el manifiesto fundacional de Her de Vries “Estado actual de las cosas” (1959) y sigue con “Condiciones de lucha” (1960) y “El rayo invisible” (1968) de Vancrevel. En este último leemos: “El surrealismo es ante todo un ataque contra los sistemas que obstaculizan la conciencia, como el racionalismo, el utilitarismo, el dogmatismo, fundados todos en ficciones que justifican lo que de hecho es detestable en la vida. Tales sistemas lo sacrifican todo, incluyendo el hombre, a una abstracción, llámese orden pública, mundo libre, bienestar general o bienestar de la humanidad, civilización cristiana o progreso técnico” (y sobre esto último: “el surrealismo niega el mito del desarrollo y del progreso”). Cierra este dossier un texto del propio Vancrevel contra la antología de la poesía surrealista portuguesa realizada por António Tabucchi, tomado del n. 2 de la revista Gradiva (1971). Las ilustraciones son de Rik Lina, Schlechter Duvall, Moesman, Tonny, Van Leusden y Her de Vries, más las portadas del último número de Brumes Blondes y de la traducción neerlandesa de Au château d’Argol de Julien Gracq, con ilustración de Raul Perez (1976). Y además, tenemos esta foto en que aparecen los dos amigos junto a Frida Vancrevel, datada en 1973:


En este año 77, Cesariny hace también la portada del número especial de Brumes Blondes “Coquille blanche”. En 1981, Laurens Vancrevel le dedica un poema, incluido luego en Het onzichtbare leven (La vida invisible), la recopilación de poemas de Vancrevel publicada por Brumes Blondes en 2009 y que recoge sus versos de 1960 a 2008 –y entre ellos, en la página 165, el que tradujo Cesariny para este “Noa Noa”. En 1984, Vancrevel no puede faltar en la gran exposición surrealista del Teatro Ibérico de Lisboa, y lo hace con poemas en su riquísimo catálogo, dedicados a algunos compañeros de ruta: Philip West, Jörg Remé, Rik Lina, Raul Perez y Mário Cesariny, para este el inédito “Remolino” (“bajo un chispear de azulejos /  el sueño escala la ciudad / de piedra de remolino // y soltando todas las anclas / entra en tu paraíso / entre perro infernal y gato celeste”).
Ya en los años 90, este tándem luso-holandés organiza la encuesta sobre André Breton que aparecerá en el n. 6 de la revista surrealista madrileña Salamandra (1993). Y así llegamos a la década pasada, con la III serie de Brumes Blondes, donde hay de Cesariny poemas, collages (uno de frases tomadas de periódicos, muy conocido, y el “Homenaje a Erik Satie”) y este aforismo: “El acto de amor es la escena misma del cadáver exquisito: es también la única escena donde la parte iguala al todo, en un espacio cerrado, hermético y circunscrito”.  Pero estamos ya en 2007, y Cesariny ha muerto el año anterior. También póstuma es la publicación, en el n. 4 de la IV serie (2009), de la aguada de 1982 “Amsterdam”.
Aún en 2011, al publicar Laurens Vancrevel su poema “A wartoe: een gedicht”, dialoga, entre otros, con Mário Cesariny, como se explica en una nota final. Y es que siempre seguimos dialogando con quienes han sido nuestros amigos (o con quienes nos han marcado, aún sin haber coincidido con ellos personalmente). Los otros con quienes dialoga el poeta son Empédocles, Hölderlin (que le inspira el poema, a partir de la famosa cuestión sobre para qué poetas en un tiempo de miseria), Octavio Paz, François Di Dio, André Breton, Paul Celan, Benjamin Péret y Philip Lamantia –sin duda, una bella galaxia,
No puede hablarse del surrealismo neerlandés, en tanto movimiento “de afirmación y de combate”, sin referirnos a la vez a Laurens Vancrevel y a Her de Vries, quienes han mantenido la llama del surrealismo en Holanda durante más de medio siglo y quienes han aglutinado a muchos surrealistas de muchos países diferentes en las numerosas publicaciones y exposiciones de Brumes Blondes. En este breve homenaje, motivado por este “Noa Noa”, no queremos que falte la evocación de Her de Vries, y lo hacemos con esta foto que un amigo de Brumes Blondes nos envió amablemente, para que la publicáramos en esta página:

Dorothea Tanning: “libre como el aire”


Según algunos libros, Dorothea Tanning había nacido en 1912, pero al parecer el dato verdadero es el que aparece en otras notas biográficas: 1910. Es decir que ha muerto a los 101 años, convirtiéndose así en la figura más longeva del planisferio surrealista.
Nacida en una población de Illinois, tras descubrir el surrealismo conoció, en 1942, a Max Ernst, con quien vivió hasta el fallecimiento del artista visionario.
Dos buenas monografías sobre Dorothea Tanning, con muchas ilustraciones, son las de Alain Bosquet (Pauvert, 1966) y Gilles Plazy (Filipacchi, 1976), pero sin duda que falta la obra de conjunto que esta artista se merece. En la de Bosquet, lo más interesante es la “Nota biográfica” que la propia Dorothea se hace, en tercera persona, y al comienzo de la cual nos encontramos con esta conmovedora declaración:
“A los siete años confeccionaba cubos en papel dentro de los cuales, antes de cerrarlos, introducía bolitas del mismo material, cubiertos de mensajes dirigidos a amores secretos. A veces sacudía los cubos, escuchaba el ruido del papel y soñaba con éxtasis en las palabras que contenían. De esta manera, sin saberlo, hizo su entrada en el surrealismo”.
Fue una gran lectora juvenil del verdadero romanticismo: las novelas góticas, las hermanas Bronté, Coleridge, Poe. Uno de sus grandes cuadros se titulará precisamente “A Mrs. Radcliffe called today”, con el título inscrito bajo tres columnas de una construcción gótica. Lo hizo en 1945, poco después de haber conocido a Max Ernst y a la perrita Katchina, que aparecerá en tantos de sus cuadros, como aparece en la foto de arriba. Recordemos que Max y Dorothea fueron grandes coleccionistas de las muñecas katchinas de los indios pueblo, al igual que Jorge Camacho o André Breton. En 1943 ambos habían pasado el verano en Sedona, Arizona, a donde vuelven en 1946, construyéndose una casa. La foto con que encabezamos esta nota es de 1944.


Los cuadros más conocidos de Dorothea son los primeros, con jovencitas perversas en escenas evocadoras de los miedos infantiles. El girasol es uno de sus motivos recurrentes, y aquí lo vemos en esta pintura de 1948. Posteriormente, el color cobra mayor importancia que las historias, hasta, a fines de los años 60, dedicarse a las esculturas de encajes, fieltro, lana, piel y tela, muy curiosas; como afirma John H. Matthews, “estos objetos de formas equívocas hacen tangibles las invenciones de una imaginación que consigue hacernos los honores del mundo de lo escabroso, en el sentido subversivo que reviste este término para André Breton”. También cultivó el collage y el aguafuerte, ilustrando a Crevel, a Luca y a Pieyre de Mandiargues, y también –con esa versatilidad creativa tan habitual en los terrenos del surrealismo– escribió: una autobiografía, novelas, poemas...
Alain Jouffroy la consideró “uno de los más grandes pintores del siglo XX”. Pero nosotros cerramos esta nota de homenaje con un sabroso pasaje del bello artículo que le consagró Pieyre de Mandiargues en su Quatrième belvédère. Tras relatar el descubrimiento exaltante de sus cuadros tan “extraños”, en la exposición internacional surrealista del 47, dice:
“Algunos hombres, entre los que me contaba, soñábamos con que mujeres terribles fueran lanzadas o soltadas en el arte y en la literatura, para turbar un poco el reino del existencialismo, que se tomaba por una escuela de filosofía, y el del patriotismo, que se ofrecía a darle el seno a los poetas con un celo de viejo travesti. Una nueva liberación, en cierta manera, pero que hubiera sido obra de amazonas... y el nombre de Dorothea Tanning se me había quedado en la cabeza como el de una neófita posible para la horda salutífera. Mi sorpresa, en los últimos meses de 1949, fue descubrir que la mujer terrible con quien yo había soñado era en realidad una encantadora muchacha y una pintora cuyo talento estaba en camino de renovarse totalmente”.

Raúl Henao/Rik Lina


Las Éditions Sonámbula, que animan Enrique Lechuga y Fernando Palenzuela, acaban de publicar un bello libro, en que aúnan sus fuerzas dos figuras claves del surrealismo: el colombiano Raúl Henao y el holandés Rik Lina. La combinación de la poesía de aquel y los dibujos de este, tan intensa la una como los otros, arroja chispas capaces de prenderle fuego a lo que sea. La mayoría, si no todos los poemas (26), son conocidos, pero ello no obsta nada a la fuerza de este conjunto de amor negro, en el sentido, por supuesto, alquímico-surrealista. Para más detalles sobre estos Poèmes de l’amour-rose/Poemas de amor-rosa, el lector puede dirigirse a la página de sonámbula: www.sonambula.org.

lunes, 6 de febrero de 2012

Margonari-Sebbag-"L’Impromptu"

Hoy nos ocupamos de un formidable artista surrealista: Renzo Margonari, y de una novedad bibliográfica de primer orden: el anunciado Surrealismo y filosofía, de Georges Sebbag. También reseñamos el n. 4 de L’Impromptu, diminuto boletín que en pocas páginas dice –y sobre todo sugiere– más que muchas gruesas revistas culturales. Por último, damos noticias de una exposición de Rikki Ducornet, un ciclo sobre Stanislas Rodanski y el libro-dvd Les surréalistes et le cinéma. Le désir de cinéma des surréalistes.

La aventura plástica de Renzo Margonari


Si el surrealismo en Italia no abunda en nombres plenamente surrealistas, hay unos cuantos que son de primer rango: Arturo Schwarz, Fabio de Sanctis, Enrico Baj, Sergio Dangelo, Renzo Margonari.
Renzo Margonari nació en Mantua en 1937, de padres anarcosindicalistas. Definiéndose como “surrealista por naturaleza”, referirá cómo aprendió a dibujar antes que leer, y el carácter de trance que el dibujo ha tenido para él.
En un tiempo marcado en Italia por los espacialistas y por el movimiento nuclear, no ajenos al surrealismo, Margonari se adhiere al surrealismo en 1958. Inicia una obra de una gran frescura creativa, que se ha aproximado a veces a la de Magritte, pero de modo a nuestro juicio excesivo, si no erróneo, ya que el arte de Margonari solo se parece a sí mismo, es extremamente original, y ajeno por completo a las fórmulas, a las modas y a las exigencias mercantiles. Un arte, como dice Lucio Pozzi, “acrónico”, y de una gran consistencia, sin momentos de depresión ni de extravío a la deriva. Sus pinturas llevan siempre el sello de la sorpresa y de la revelación que concede la confianza en el automatismo, a veces con una ambigüedad y un humor característicos. El dragón de Margonari, presente en tantos de sus cuadros, sufre bellas metamorfosis, siendo este fenómeno una de las claves de su pintura.
Pero Renzo Margonari ha sido también escultor, grabador, ceramista, cineasta, fotógrafo, ha trabajado las joyas, las piedras, el vidrio, y es un notable crítico de arte, siempre atento a las más valiosas apariciones plásticas. En todo ello se advierte, como dijo Patrick Waldberg de él, “la búsqueda de lo esencial”.
Celebramos a Renzo Margonari no solo por tratarse de un gran artista, sino por haber siempre afirmado su surrealismo, a diferencia de otros que beben en el surrealismo y luego se dedican a señalar su independencia cuando no su repudio. En 2008 se publicó en Mantua un gran catálogo suyo titulado Renzo Margonari. Mezzo secolo di surrealismo, cuyo título lo dice todo. Extraña pues su ausencia en muchos libros del surrealismo, exceptuado el Dictionnaire général du surréalisme et de ses environs, y gracias a Edouard Jaguer, en cuyo movimiento Phases el artista está presente desde 1968.
Renzo Margonari ha homenajeado en sus cuadros a Max Ernst, a Gustav Klimt y a sus compatriotas Alberto Martini y Alberto Savinio. Yo no conocía estos dos últimos homenajes, de 1986 y 1959 respectivamente, ya que hubiera incluido estos datos en las entradas correspondientes de Caleidoscopio surrealista.
Arturo Schwarz, Carlo Micheli, Mirella Bandini, Marialivia Brunelli y Mauro Corradini han dedicado buenas páginas a la pintura de este “argonauta de lo imaginario”, de quien dijo en una ocasión Jose Pierre: “Inclínate sobre los lienzos de Renzo Margonari y sabrás qué te habita y quién eres”.
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Ha habido muy pocos barómetros del surrealismo como la revista holandesa Brumes Blondes dada la presencia en ella de infinidad de surrealistas de todos los países, a lo largo de nada menos que medio siglo. Renzo Margonari realizó la portada del número 7 de la segunda serie, a caballo de 1975 y 1976:


Y aún en la última serie, muy reciente, colabora con textos y dibujos. En el número 5, de 2009, respondía a la encuesta del azar objetivo, y de su respuesta traducimos este párrafo, que hubiera hecho las delicias de Franklin Rosemont:
“Una tarde del año pasado, he recibido una llamada a mi teléfono móvil de una artista italoamericana residente en Nueva York, que iba a publicar una monografía sobre su arte. Me decía si podría autorizar la publicación de un texto que yo había escrito sobre ella una veintena de años antes. Sorprendido, le agradecí su cortesía, pero, como ni mi número de teléfono fijo ni el del móvil figuran en la guía, le pregunté que cómo había encontrado este. «Si le digo la verdad, amigo mío, he comenzado por componer al azar un número cualquiera de Mantua, y le he pedido a la persona desconocida que me diera su número... Y he tenido suerte, pues esa persona me ha dado su número de móvil». Por un feliz azar, ella había compuesto el número de alguien a quien yo había conocido el día anterior, pero con quien nunca me había encontrado antes. Al punto, recordé que esa dama era una pariente cercana de la célebre médium Eusapia Palladino...”
*
Traducimos, por último (del italiano, por lo que espero no haya fallos significativos) estos “Primeros auxilios” de Renzo Margonari, que es como él titula esta “Guía en cinco puntos para (no) leer mis pinturas”. Pero asistamos antes a “La salida del último dragón”, en 2006, como al principio de esta nota nos revelaba “La invención de la noche” (1989):


Perenne nomadismo: la «revolución permanente» invocada por el Surrealismo invita a considerar que la trayectoria expresiva de un artista procede paralelamente a la existencial. Lo que acaba de suceder condiciona diversamente nuestros sentidos, que se adecuan a cada mínimo apremio (nada está previsto). La certeza es ser diferentes a como éramos un momento antes. El riesgo es interpretar de manera errada el nuevo estado que nos aporta el último momento, consolándonos con la convicción de que nada sea más creativo que el error.
Invención (etimológicamente: descubrimiento, constatación): cada obra modifica la realidad, ya que, antes de ser llevada a cabo, no formaba parte de ella. La verdadera «realidad» es entonces modificada por el artista, mientras que lo «real» comúnmente entendido es simplemente una convención conceptual que no nos concierne, perteneciendo al momento ya visto. La obra se hace presente solo en el instante en que resulta percibida y cada vez que ello acontece nuevamente.
Libertad: prioridad absoluta a la absoluta libertad. Es preciso ser libre sobre todo de uno mismo. En pintura lo «verdadero» y lo «fingido» tienen la misma madre, y por tanto pueden convivir en la misma imagen libremente.
Deseo: el deseo es la inteligencia que impulsa al artista a ser diferente de sí mismo convirtiéndose en lo que es, mientras ocurre la pintura, el instante de la sensación, del sonido, del sabor, del sentido inscrito en la palabra, del humor o de su causa, participando con la mente en el propio cuerpo, con cada átomo del propio cuerpo.
Enigma: cada expresión de arte puede ser entendida al contrario de su lógica: sin esta bivalencia no hay arte. Cada obra es una adivinanza sin solución, pero solución de una adivinanza. Esa es la solución”.

Georges Sebbag: "Surrealismo y filosofía"


Georges Sebbag vuelve a ofrecernos una publicación mayor sobre el surrealismo, después de su tetralogía sobre Vaché y Breton (Entre deux jours, 1988-1989), Le point sublime (1997) y Memorabilia. Dada & Surréalisme 1916-1970 (2010). Se trata de un sólido y potente trabajo de casi 700 páginas sobre el surrealismo y la filosofía esencialmente durante la época de entreguerras, con la finura y la agudeza a que Sebbag nos tiene habituados, fijándose en detalles que a cualquier otro se le escapan y planteando infinidad de cuestiones, aparte la central. Se engaña quien espere una obra sesudamente filosófica, ya que, por mucho que las referencias filosóficas del naciente surrealismo nos sean a veces remotas y hasta ininteligibles, Sebbag viaja constantemente a los territorios de la poesía, del arte, del automatismo surrealista, del azar objetivo, de la política... En este sentido, es preciso insistir en que estamos ante una obra de suma importancia sobre el surrealismo, y no solo sobre “el surrealismo y la filosofía”. Y eso se advertirá en la reseña, de carácter más bien descriptiva, que vamos a hacer.
La primera intención de Potence avec paratonerre (o sea, “Horca con pararrayos”, aforismo de Lichtenberg que ilustró Paalen) es demostrar que “el dúo Aragon-Breton y los francotiradores Artaud y Crevel han elaborado un proyecto filosófico a lo largo de los años 20”, pero dicho proyecto es proseguido realmente hasta la desaparición del fundador del surrealismo, en 1966, o sea incluso más allá del citado período de entreguerras.
El trabajo se estructura en tres partes: “Índice de los filósofos”, “Corpus filosófico” y “Conceptos filosóficos”, siempre divididas en pequeños capítulos, lo que impide caer nunca en lo farragoso. El humor y el juego han tenido desde el principio en el surrealismo cartas de nobleza, por lo que no sorprende que el “Índice de los filósofos” comience indagando la valoración que de los pensadores hacen los primeros surrealistas en el juego de la calificación escolar, aparecido en Littérature. Tras tratar “la cuestión del lenguaje” y la de “la preocupación moral”, Sebbag señala como la matriz del programa filosófico emprendido por los surrealistas en 1922 dos obras: Les déracinés de Maurice Barrès y, por descontado, las Poesías de Isidore Ducasse, el “pensador de la afirmación”, sobre quien el libro volverá constantemente, o no hubiera sido el bloque Ducasse/Lautréamont una estrella fija de la aventura surrealista (Sebbag lo dirá sucintamente más adelante: “El poeta Lautréamont y el filósofo Ducasse no son sino uno solo”).
El índice continúa indagando en la constelación de “Erutarettil” (de la que hablábamos hace unos días al reseñar el libro Grandville), en las listas de lo que hay que leer y no hay que leer (entendida por algunos tontos como normativismo dogmático, cuando no es sino un juego de afirmaciones y negaciones electivas, a la luz del surrealismo) y en la encuesta del “Ouvrez-vous?” (de la que también hemos hablado recientemente, a propósito de Carolina de Günderode y de Thomas de Quincey). De las citadas listas se abordan también las enmiendas de 1951 y 1963, las últimas con el ascenso claro de Nietzsche y de Fourier (mucho más relevante para el surrealismo, claro está, que aquel), en estas páginas Sebbag recordando cómo el pensamiento esotérico (y en particular la alquimia) está presente desde los orígenes del surrealismo, algo que muchos habían olvidado, o decidieron con mala fe ignorar, a fines de los años 40. En cuanto al juego del “Ouvrez-vous?”, que estudia de manera fascinante, con observaciones esenciales que no se han hecho antes, Sebbag coincide exactamente con nuestro apunte de hace unas semanas, al señalar la libre expresión de los surrealistas, y es que, en efecto, “la unanimidad está lejos de ser la regla en la asociación collagista surrealista”.
El “corpus filosófico” vuelve a evidenciar el poco aprecio que tenemos del joven Aragon (no digamos del otro), a excepción de algunos momentos virulentos, Aniceto o el panorama, novela y, sobre todo, El campesino de París. Así, en las páginas dedicadas a este “nominalista absoluto”, el interés crece cuando irrumpen esos dos libros. Tras detenerse en la tan interesante como muy poco conocida encuesta sobre 215 nociones (“el programa filosófico surrealista está aquí esbozado”), Sebbag vuelve a aumentar la temperatura al detenerse en André Breton y adelantar páginas posteriores cuando se ocupa del automatismo surrealista, este muy pronto enriquecido, de manera inevitable, por la noción de azar. En terreno más específicamente filosófico, es la vez de estudiar las relaciones del surrealismo con los grupos de las revistas Philosophies (lo que permite una nota sobre la maravillosa Claude Cahun), Clarté y L’Esprit. Aquí amanece la cuestión política, con el acercamiento a un conocido partido totalitario, pero que no supuso para el grupo un enfeudamiento, por mucho que hubiera sido más certero evitar aquel escollo. Ni el sistema comunista ni ningún otro lograron anular al surrealismo, del mismo modo que su “materialismo” no fue dogmático, dejando siempre espacio para otras sensibilidades filosóficas. Volveremos sobre esto.
En la página 289 se reproduce el frontispicio de la Introducción al discurso sobre lo poco de realidad (1927), que considera Sebbag el “texto metafísico más importante de André Breton”, e incluso “su testamento filosófico”. El estudio de este texto es magnífico y muy completo, y de hecho ya Sebbag lo había esbozado en L’imprononçable jour de ma naissance 17ndré 13reton, perteneciente a la citada tetralogía Vaché-Breton.
Hemos entrado ya en una de las cuestiones centrales del libro: la del tiempo y la memoria, sin que al ensayista se le escape la importancia de la teoría “iconoclasta” del tiempo emitida por Robert Desnos en un extraordinario texto aparecido en el número último de Littérature. Pero recordemos el inicio de la Introducción: “«Sin hilo», esa es una expresión demasiado reciente dentro de nuestro vocabulario, una expresión cuya fortuna ha sido demasiado repentina para que no pasase en ella mucho del sueño de nuestra época, para que no me entregase una de las muy pocas determinaciones específicamente nuevas de nuestro espíritu. Leves señales de esta índole me dan a veces la ilusión de intentar la gran aventura, de parecerme en algo a un buscador de oro: busco el oro del tiempo”. Lo que glosa Sebbag así: “Si el nuevo modelo del «sin hilo» tiene por objeto el tiempo, entonces la representación del tiempo cambia. El tiempo cambia de paradigma. El tiempo lineal y monótono de la ciencia clásica, la flecha ascendente de las Luces, el devenir dialéctico y escatológico de Hegel o de Marx, todas esas imágenes lineales de un tiempo cuantificado, continuo u orientado no resisten a la aparición de una antena de gran superficie, para retomar la imagen del «sin hilo» utilizada por Breton. El hilo del tiempo cede el lugar al tiempo sin hilo”.
Pero Sebbag, repito, salpica su pesquisa filosófica de estupendas calas literarias y plásticas. Así, en este punto, se acerca a la pieza teatral de Breton y Aragon El tesoro de los jesuitas (1928), porque se trata de “una pequeña maravilla temporal, una verdadera máquina de montar, desmontar y remontar el tiempo”, lectura esencial de esa deliciosa obra en que intervenía la divina Musidora con su anagrama Mad Souri. Y algunas páginas después, al centrarse en la metafísica, entra en acción Giorgio de Chirico, quien obliga a hablar de Nietzsche, en este punto enlazando nuestro ensayista con el artículo que sobre la mole antolleniana publicó en 2000 en L’Architecture d’aujourd’hui. El estudio de L’esprit contre la raison (1929) de René Crevel cierra esta segunda parte.
La tercera parte de Horca con pararrayos, dedicada a los “Conceptos surrealistas”, se abre con la cuestión de la revolución, y en particular de la “revolución integral” de Antonin Artaud, cuya grandeza de miras, y sin quitarle un ápice a la revolución surrealista (que siguió defendiendo), no puede ser cuestionada, pareciéndonos por completo certeras las razones de su rechazo de la “revolución” en el sentido partidario comunista.
[A título personal, diré que yo, bretoniano absoluto, en esta encrucijada Breton-Artaud, he dirigido siempre mis simpatías hacia el segundo. Para Artaud, el marxismo, “optimismo de abdicación”, no pasaba de ser “el último fruto podrido de la civilización occidental”. Actualmente, hay surrealistas que continúan considerando el marxismo como una herramienta útil y hasta necesaria para la crítica del mundo, cuando seguir insistiendo en el marxismo no es, a mi juicio, sino una rémora más a toda verdadera liberación social. En un texto de 1990, incluido en el volumen de Svankmajer que recientemente reseñamos, el cineasta checo, tras señalar, en cuanto a la vigencia de Marx, elementos críticos que no son en absoluto exclusivos suyos, opinaba que no pretendía librarlo “de su responsabilidad por la sangrienta interpretación leninista-estalinista de sus nobles ideas”, pero nosotros le daríamos a leer a Svankmajer el siguiente párrafo: “Detesto el comunismo porque es la negación de la libertad y porque no concibo a la humanidad sin libertad. No soy comunista, porque el comunismo concentra todo en el Estado, cuya abolición yo propugno, así como el cese de toda autoridad, incluida la suya, pues esclaviza, persigue y corrompe a los individuos con el pretexto de moralizarlos y civilizarlos. Deseo que la sociedad y la propiedad, colectiva o social, estén organizadas desde abajo hacia arriba por medio de la libre asociación y no desde arriba hacia abajo por medio de la autoridad, sea de la clase que sea”. ¿Fecha? 1868, o sea pero que bastante antes de la tal “interpretación” de tan “nobles ideas” –y autor, Bakunin.]
Escribe Sebbag: “El concepto de «idealismo integral» reivindicado por Artaud no es ajeno al «primitivismo integral» y al modelo interior, dos nociones a las cuales Breton ha recurrido al comienzo de Le surréalisme et la peinture para aprehender la obra de arte”. Y una vez más hemos de recordar las páginas en que Mário Cesariny hace la conjunción de estos dos poetas y pensadores que tanto amaba, al comienzo de sus Textos de afirmação e de combate do movimento surrealista mundial.
Tras seguirle Sebbag la pista a los extraordinarios textos mejicanos de Artaud, se ocupa de Charles Fourier, este sí que una referencia prácticamente unánime del surrealismo desde 1945 hasta hoy mismo (por cierto que André Thirion, en Le grand ordinaire, anuncia el redescubrimiento que por esa fecha hará Breton de Fourier.) Unos pocos años antes, Breton hubiera incluido a Fourier en el Juego de Marsella, pero a Sebbag, que nos da unas lúcidas notas sobre este juego, no se le escapa señalar cómo, en el terreno de la revolución, Sade y Pancho Villa han suplantado a Robespierre y a Marx.
La cuestión política continúa en unas magníficas páginas sobre la guerra de España. No estaría mal releer La revolución traicionada de Miguel Amorós a la vez que se sigue la trayectoria peretiana en ese país: entusiasmo en los inicios de agosto del 36, desencanto ya un mes después –estancamiento de la efímera revolución–, denuncia de las siniestras acciones de los estalinistas a fines de octubre, incorporación a una milicia anarquista en marzo del 37, retorno a París a fines de abril... Sebbag intenta comprender el posterior repliegue de Péret y de Breton en el trotskismo, tal vez por haber considerado en exceso el clan trotskista como “el campo de los condenados y de los perseguidos”, cuando en ellos “vibraba desde hacía tanto tiempo la fibra anarquista”.
Dejando el laberinto político, sigue un gran capítulo, adaptación del ensayo de Sebbag contenido en SurrealismoSiglo21: “El tiempo futurista, dada y surrealista”. Aquí Sebbag le tuerce el cuello a varias ideas falsas sobre el dadaísmo. Entramos en la parte más polémica del libro, leyendo poco después: “No seguiremos la vulgata según la cual vanguardia y modernidad son lo mismo y para la cual el expresionismo, el cubismo, el futurismo, el dadaísmo, el surrealismo, el neoplasticismo, el constructivismo, en fin todos los ismos, ocupan el mismo saco de las vanguardias históricas. Nosotros adelantaremos, por nuestra parte, que los futuristas italianos y rusos son absolutamente modernos y de vanguardia, que los dadas, exceptuados quizás los de Berlín, no son ni modernos ni de vanguardia, y que los surrealistas, en fin, participan de la modernidad sin constituir por ello una vanguardia”. Los surrealistas son “modernos abonados al tiempo sin hilo”: “Los surrealistas, asociados al azar y al automatismo, no se limitan al futuro inmediato, se abonan al tiempo sin hilo que les da indiferentemente acceso al futuro como al pasado, al pasado como al presente. Un tiempo sin hilo que no contiene ni una historia total ni un caos de informaciones, sino acontecimientos sobresalientes o duraciones chispeantes que los surrealistas, conducidos por el deseo e instruidos por el azar, podrían un día u otro detectar o encontrar”. Si más adelante Sebbag afirmará que “el automatismo y el collagismo son los dos principales resortes del pensamiento surrealista”, ahora describe al propio surrealismo como un “collagismo” (“una asociación collagista en busca de duraciones automáticas al capricho del tiempo sin hilo”), lo que le hace volver a la famosa carta-collage de Vaché a Breton y buscar ejemplos de collagismo formal de finalidad colectiva en las revistas y exposiciones surrealistas. Estamos en la parte más densa y apasionante del libro, cuando Sebbag explora los “collages temporales” y diferentes casos de azar objetivo en Breton, comenzando por el primero, que originó el breve texto fundacional “El espíritu nuevo” (1922). Sebbag enumera los principales rasgos del tiempo sin hilo surrealista, entre los que destacaré el noveno: “Para los surrealistas, Lautréamont, Heráclito o Sade no son precursores, sino casi-contemporáneos a quienes se apresurarían a abrirles si esos nobles visitantes vinieran a tocar a su puerta”. También tocan ahora a la puerta Duchamp y Cravan, cuyas intervenciones sobre el tiempo no pueden olvidarse.
Muy polémicas son las puntualizaciones que Sebbag hace al hegelianismo bretoniano. Si ya había dejado claro que Breton, en el Segundo manifiesto, se adhería al materialismo histórico sin cambiar el surrealismo por el marxismo, ahora rechaza que Hegel sea el filósofo de referencia en dicho manifiesto. Y es que “la resolución surrealista de las antinomias no es hegeliana, sino ducassiana”. Sebbag habla de “ilusión retrospectiva” a propósito de la declaración hegeliana de las entrevistas radiofónicas del 52, en que se han apoyado los defensores de su hegelianismo, situándola, tras elaborar una cronología que va de 1929 a 1952, en el contexto del affaire Carrouges. Y sus argumentos nos resultan plenamente convincentes. También rebate, y aquí irrefutablemente, el hegelianismo que Marguerite Bonnet y Étienne-Alain Hubert advirtieron en La inmaculada concepción, “obra que es una combinación de las Poesías de Ducasse y de Los campos magnéticos, y que no inaugura en absoluto una antropología o una poética de tipo hegeliano”. André Breton, por último, arguye Sebbag, no cita nunca la Estética de Hegel en los numerosos textos que componen Le surréalisme et la peinture y que van de 1925 a 1965, abundando en cambio las referencias a otros pensadores.
La parte final se consagra al azar. Breton le confiesa a Nelly Kaplan en 1957: “Mi único rasgo de genio es el azar objetivo”. Para Georges Sebbag, “el humor y el azar son automatismos de alta precisión”, sobre lo que no cabe duda. El humor surrealista es el mismo exactamente de la horca con pararrayos de Lichtenberg, ilustrada por Paalen y que Sebbag ve como la bandera del humor negro. Con esa imagen iniciamos y concluimos esta reseña de un libro que ha conseguido ser un verdadero trueno en la mejor bibliografía del surrealismo.

Ilustración: “La conquista del filósofo”, de Giorgio de Chirico, 1914.

Número 4 de "L'Impromptu"


“Boletín profano y confidencial del umbo”, L’impromptu nos pone al día, en una veintena de páginas, de muchas pequeñas publicaciones de las que, de otro modo, no tendríamos noticia. Ello va, además, acompañado de ilustraciones de su alma mater (Jean-Pierre Paraggio), Richard Greaves (la foto de una casa de madera alucinante, de puerta angosta y ventanas torcidas y con multitud de cachivaches en la pared), Philippe Lemaire (un collage titulado “Estos lugares nos llaman”, donde el reflejo en el agua de un paisaje de árboles lacustres nos brinda la sorpresa de unos edificios misteriosos), Marcel Miracle (una página de su “Pequeño manual de mineralogía profético”, donde relata una aventura suya en el Sáhara y al que pertenece la ilustración que abre esta nota) y Jiri Kolar (un collage con imágenes medievales o renacentistas en las alas de tres mariposas). El collage de Jiri Kolar anuncia la aparición del libro La liberté est un collage, homenaje de un centenar de páginas a este gran artista checo, con 64 reproducciones a todo color de 64 collagistas.
Aparte la de este libro, resaltemos la noticia de un largo poema de Alain Joubert dedicado a Pierre Peuchmaurd (Parce que c’était lui, La Morale Merveilleuse); más textos de Joubert en las revistas Pièces à conviction y La Quinzaine Littéraire; Les nouveaux jeux de la poupée de Joyce Mansour en las Éditions des Deux Corps; números de las revistas L’Oeuf Savage, L’Art du Jazz, Le Pique-Feu y Empreintes.
Completan el breve pero rico boletín un poema de Jean-François Rousseau, unas declaraciones de Odysseas Elytis sobre el lenguaje y sobre la poesía (“He aquí por qué yo escribo. Porque la poesía comienza allí donde la muerte no tiene la última palabra”), siete ráfagas de temática zoológica de Olivier Hervy (“Le rêveur efficace”) y una bibliografía de Jean-Yves Bériou.
Por desgracia, muchos de los cuadernos de la Collection de l’Umbo llevan entre paréntesis un fatídico “agotado”. Son en total 41, desde 1996. Los próximos serán Le poirier de Laurent Albarracin y Je t’emmènerai en enfance de Roberto San Geroteo. Para recuperar parte del tiempo perdido, es preciso dirigirse a Jean-Pierre Paraggio (jeanpierreparaggio@yahoo.fr).

Breves

En abril se abre en Lyon una exposición dedicada a Stanislas Rodanski, con un coloquio en que estarán presentes (entre otros) Dominique Rabourdin, Jean-Dominique Rey y François-René Simon, proyección de películas y dos publicaciones: Stanislas Rodanski. Éclats d’une vie, de Bernard Cadoux, con inéditos y el dvd Horizon perdu del propio Cadoux, y Substance 13, importante inédito de Rodanski.
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El 11 de febrero, en la Casa Diana de San Miguel de Allende (Chile) se abre la exposición “Dos surrealistas”. Son ellas Rikki Ducornet y Maike Kreichgauer.
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Se cumple el 20 de este mes el centenario de uno de los grandes artistas del surrealismo: Max Walter Svanberg.
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A mitad de febrero aparece en Choses Vues (contact@choses-vues.com) el primer título de una colección dedicada a las relaciones del surrealismo y el cine: Les surréalistes et le cinéma. Le désir de cinéma des surréalistes. El libro contiene 96 páginas, con numerosos documentos inéditos sobre las películas presentadas en el dvd, en especial la mítica L’invention du monde de Péret-Zimbacca-Bédouin, y sobre algunos proyectos de películas surrealistas del período 1950-1970 (La Rue Plage de Gilles Ehrmann –parcialmente rodada y luego desaparecida–, Montages-collages de Georges Goldfayn y Jindrich Heisler (comentarios de Péret y Duprey) –iniciada y perdida–, Ferdydurke de Georges Sebbag –parcialmente rodada y accidentalmente destruida).
Selecciona los textos (de Breton, Péret, Benayoun, Joubert, Simon, Goldfayn) Michel Zimbacca. El dvd es una versión de L’invention du monde, al que anulará en virtud de traer subtítulos (en inglés) y de añadir otro corto de Zimbacca (Square du Temple, 1947, 10 minutos) y una breve “evocación” (8 minutos) de la gran exposición “L’Écart Absolu”, según un guion de Jorge Camacho y Michel Zimbacca.
NOTA: Por lo que sé este libro con disco no llegaría a publicarse.
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La próxima semana evocaremos a Dorothea Tanning, desaparecida a los 101 años, y comentaremos el nuevo poemario de Raúl Henao, ilustrado por Rik Lima, Poemas de amor-rosa.