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Édouard Jaguer, Arrachement, 1983 |
La lista onomástica es impresionante, y esta es la serie de nombres clave por lo que respecta al surrealismo, dada la cantidad de cartas de que se compone: Baj (105, aunque la mayoría de Baj), Mário Cesariny (104), Cruzeiro Seixas, Sergio Dangelo, Öyvind Fahlström, Gironella, Karl Otto Götz (104), Ladislav Guderna, Ilmar Laaban, Sergio Lima (72), John Lyle (fundamentales para la historia de TransformAction), Conroy Maddox, Renzo Margonari, Ladislav Novak (¡171!), Carl Fredrik Reuterswärd, Tony Pusey, Franklin Rosemont (108), Arthur Schwarz (100), John Lloyd West (con un dosier de sus aerografías) y Philip West. Si algunos corresponsales de Jaguer escriben a mano y tienen letra conflictiva, todas las suyas están a máquina y nos revelan, por si aún hiciera falta, toda su grandeza de espíritu y toda su categoría intelectual.
Pero hay mucho más que, a pesar de la brevedad del trato, ofrece interés, sobre todo por la envergadura de los correspondientes. Así, el breve intercambio con Eileen Agar, motivado por la solicitud de fotos para Les mystères de la chambre noire; las cartas con Cirlot, en las que el poeta de Barcelona muestra lo que lo distancia del surrealismo, respondiéndole Jaguer con sólidos argumentos acerca de la cuestión religiosa; las de Raoul Haussman, burlándose en una de ellas de la moda estructuralista; tres de Ghérasim Luca; dos, de ardua lectura, de Clovis Trouille; y cuatro con Aldo Pellegrini, una de ellas capital, ya que trata de su antología de la poesía surrealista francesa, que llevó a buen puerto con la colaboración suya y de Breton.