sábado, 23 de noviembre de 2024

Los mundos desconocidos de Konrad Klapheck

El espíritu de la revuelta, 1964

Con más de un año de retraso, y a través del último boletín de Infosurr, me entero de la desaparición de Konrad Klapheck, uno de los más inventivos artistas del surrealismo desde los años 60. Y un tipo fabuloso. 

A modo de sencillo homenaje, reproduzco la entrada de Caleidoscopio surrealista y presento un pdf que consta de los siguientes elementos, casi todos referidos en la entrada:

1. Ensayo de Breton que cierra Le surréalisme et la peinture.

2. Los dos artículos que le dedica en L'Abécédaire José Pierre.

3. De La Brèche, números 3, 6 y 7, el ensayo de Édouard Jaguer, dos ilustraciones y la respuesta a la encuesta sobre las representaciones eróticas.

4. Artículo de François-René Simon en el número 6 de Le Cerceau (1997-1998).

5. La caja de Her de Vries.

6. Una dedicatoria a Elisa Breton.

pdf KK

Konrad Klapheck (1935). No iba a conformarse el joven y rebelde Konrad Klapheck con la dominante abstracción gestual, por lo cual optó por hacer, en 1955, “el cuadro más rigurosamente opuesto al tachismo”: su primera máquina de escribir, como provocación a la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf. “Pero la máquina se vengó de mi farsa exhibicionista. Sin que yo lo deseara, se convirtió en un monstruo insólito, extraño y familiar al mismo tiempo, un retrato poco halagador de mi propia persona. Yo había hecho un descubrimiento: con ayuda de la máquina, podía extraer de mí mundos desconocidos. La máquina me obligaba a confesar mis deseos más ocultos”. Klapheck realiza retratos analógicos de teléfonos, máquinas de coser, motos, grifos, duchas, timbres, máscaras de gas, etc., yendo más allá de su función utilitaria y no sin humor: “Mi trayectoria tiene siempre algo de anárquico, de cómico. Mi tendencia es decir la verdad en forma de broma. El humor es algo importante. Mis títulos están a menudo tan desprovistos de seriedad que algunos se irritan. Sin embargo, la seriedad está contenida en el contenido del cuadro. Los títulos se dan el aire de no ser serios, pero, en mi pintura, yo soy siempre de una seriedad absoluta. Yo quiero ser comprendido, pero a través de ese elemento cómico; tal es mi estilo. Es también mi estilo de vida”. En 1956, Klapheck se establece en París, donde su amigo Christian d’Orgeix le descubre las obras de Raymond Roussel y Marcel Duchamp, tan próximos a sus voluptuosas máquinas celibatarias, y donde será asiduo de las tertulias en À la Promenade de Vénus, participando tanto en las actividades del grupo surrealista como en las del movimiento Phases. En 1957 publicó una serie de dibujos inspirados en Max Ernst. En 1960, José Pierre escribe “Konrad Klapheck o los objetos acusadores”, fino texto incluido luego en L’abécédaire (al igual que “El sello de la interioridad”, del 68). En 1962, dos ilustraciones (Matriarcado y La familia numerosa) acompañan en el n. 3 de La Brèche un gran ensayo sobre su “carnaval mecánico”, firmado por Édouard Jaguer (“Plan y desmontaje del ordenador Klapheck o las miradas de Argus”), mientras que en el n. 6 son reproducidas La Surfemme y La Sexbombe y en el 7 responde así a la encuesta sobre las representaciones eróticas: “Me es difícil expresarme sobre mis representaciones eróticas escribiendo, porque son mis cuadros los que contienen todo lo que yo podría decir sobre el amor. En mí, pintura y amor se encuentran en intercambio permanente. Si miro a mi mujer, pienso en las curvas sensuales de las máquinas de coser que deseo dibujar y mis cuadros acabados me dan revelaciones sobre el amor. Dos tendencias caracterizan mi vida íntima así como mis actividades pictóricas, la limitación de mí mismo y la busca de la perfección. En pintura, me limito al tema de la máquina, en el amor no hay más que una sola mujer para mí, soy monógamo. El cambio ha de ser encontrado en la metamorfosis y el disfraz de un solo objeto amado. Mi mujer, la única que amo, debe ser virgen y seductora, dominadora o esclava, debe representar a todas las mujeres, así como la máquina de coser debe representar a la mujer en el papel de novia, madre o viuda. Por la repetición y por la renuncia al cambio es como me parece posible la busca de la perfección, que es mi mayor debilidad y amenaza el acto de amor con la sistematización y la mecanización. Pintor de máquinas, yo mismo me he convertido en una máquina. La gota de aceite que esta máquina necesita se llama inspiración. ¿Quién sino el amor sería más apto para facilitarla?”. En 1963, un texto de Robert Benayoun acompaña el catálogo de su exposición en la milanesa galería Schwarz, y en 1965 André Breton escribe un texto sobre él que pondrá el broche a Le surréalisme et la peinture. En el mismo año, el último número de La Brèche incluye una reproducción de su pintura El espíritu de la revuelta.

En 1997 introduce la figura humana, con desnudos femeninos en interiores, inspirados en viejas fotos eróticas. Estas obras aparecen incorporadas a la excelente monografía publicada por los museos de Estrasburgo en 2005, con motivo de una exposición organizada por Emmanuel Guigon y que incluye muy finos textos de este y de Gérard Durozoi, así como un apasionante conjunto de escritos del artista, compuesto de una serie de notas para el catálogo de la galería Schwarz en 1968: “Los descendientes” (publicado en Phases, n. 8, 1963), “La máquina y yo” (1965), “Mis objetos” (1974), “Sobre mis dibujos” (1983), “Por qué pinto” (1985), “La supermadre” (1992) y la respuesta a la citada encuesta. Precisamente Arturo Schwarz le dedicó una importante monografía en 2002. En 1999, Her de Vries hizo la caja Petit monument pour Konrad K., cuya foto puede verse en Regardez attentivement, su segunda publicación de cajas y otros objetos (2013).

"El azar es el maestro de la inspiración".

Libertad, amor, 1964