Después de que Sergio Lima y Miguel de Carvalho estuvieran en mi casa, cuando su reciente visita a Tenerife, se me ocurrió que podía haberles mostrado este singular objeto para que desvariaran algo con su significado y su función.
Lo mejor es que pocas personas en el mundo, exceptuado como mucho medio centenar de ellas en Canarias, podrían descifrar para qué servía (ya no sirve) este objeto con catorce oquedades y que, para colmo de misterio, suena al agitarlo, como si tuviera alguna piedrita dentro, en reminiscencia de la cajita que se ponía al oído el gordo coreano de Belle de jour. O sea, que la respuesta "exacta" a la adivinanza "¿Para qué sirve?" es tan sorprendente como las que nos podamos imaginar. Dentro de unos días, aquí la daré.