domingo, 19 de junio de 2022

"Documents": Lotar, EGA, Chicago

En una visita que hacen Eli Lotar y André Masson a los mataderos de París, el fotógrafo húngaro saca unas fotos que impresionan a Bataille y lo llevan a escribir uno de los magistrales ensayos de Documents (número 6, 1930), ensayo por supuesto que enfocado por Georges Sebbag en su reciente estudio sobre la revista. Masson, tan interesado por el tema de los sacrificios como Bataille, incluso hace pinturas sobre los mataderos en 1928 y 1930 (El descuartizador y Matadero). Bataille señala el carácter casi apestado de los mataderos, situados lejos de la ciudad y afirma que las víctimas de esa especie de cuarentena no son tanto los carniceros o los animales como las personas incapaces de soportar su propia fealdad, una "fealdad que  responde a una necesidad enfermiza de propiedad, de pequeñez biliosa y de aburrimiento". Su texto no puede, a su juicio, igualar la fuerza de las fotos porque estas nos confrontan a la fuerza con la realidad concreta de estos lugares cuya visión resulta insoportable.

Eli Lotar había ya colaborado en las ilustraciones de El amor loco de Breton, y luego sería operador fotográfico de Luis Buñuel, amén de Jean Renoir, de Marc Allégret y de Jacques Prévert. Pero veamos este inesperado pasaje del capítulo LXXXV de la Automoribundia de Ramón Gómez de la Serna, el mayor escritor español del siglo XX, cuando ya se encuentra asentado en Buenos Aires, allá por 1950:

"Un fotógrafo que viene de remotas tierras y que por casualidad ha sido elegido para hacerme unas fotos, mira complacido los muros de mi casa y de pronto como enajenado exclama: Esa foto la he hecho yo. ¿Cuál? pregunto para saber si es un fotógrafo bastante singular, y así he tenido el honor de ver en mi casa al autor de una de las más emocionantes y sencillas fotografías que ha publicado la más escogida revista minoritaria de París, unas pezuñas de ternera puestas como botas de caña clara a la puerta de un cuarto de hotel junto a la tapia de un matadero un abattoir francés".

Nada más llamativo que esta calificación que da Ramón a Documents y el hecho de que la recuerde tan bien tanto tiempo después. También muestra lo atento que estaba a todo lo que de más audaz iba ocurriendo en la Europa de los años 20 y 30, hasta que dejara el matadero español en 1936.

p.s. Plinio el Viejo cuenta que en Roma bebían la sangre de los gladiadores moribundos, y a fines del siglo XIX el médico recetaba a los anémicos beberse un vaso de sangre en los mataderos.

André Masson, Matadero, 1930

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En el número 4 de Documents (septiembre de 1929), el "Diccionario" de Bataille dedica una entrada al vocablo "Ojo". Georges Sebbag tampoco deja escapar su importancia, tratándose de un motivo bien estudiado en áreas surrealistas por los "casos" Apollinaire / Chirico y Brauner / Domínguez, por no hablar de la secuencia incial de Un perro andaluz o de la Historia del ojo del propio Bataille.

En abril de 1933, Emeterio Gutiérrez Albelo publica en el número 14 de Gaceta de Arte uno de los poemas que luego formarán parte de la sección "El rincón de las figuras" de Romanticismo y cuenta nueva, una de las obras claves del surrealismo en España, que tuvo portada de Óscar Domínguez. La imagen inicial es bastante probable que se haya inspirado en esta foto que ilustra el artículo lexicográfico de Bataille, lo que mostraría también como la revista llegaba a donde tenía que llegar (y no se olvide que López Torres, otro de los componentes de la "facción surrealista de Canarias", regentaba una pequeña librería en el centro de la capital tinerfeña).

 


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Georges Bataille se burla en el número 4 de Documents de las viejas fotografías de familia de la generación de sus padres. El texto es admirable y Georges Sebbag relaciona la página con otras similares de Variétés y con el interés más general de Bataille por los "vanidosos fantasmas". 

Más cercanos a nosotros (a los "monstruos de hoy", por usar la expresión de Dino Risi cuando los retrató con toda su sordidez en 1963), veamos a estos gilipollas norteamericanos que podrían ser también europeos, australianos o canadienses, ahora objeto de la burla de los surrealistas de Chicago. Mi respuesta a qué veo aquí equivocado hubiera sido: "Todo", y aunque no sean familia de sangre sí lo son en estupidez. La encuesta se publicó en el número 4 de Arsenal (1998) y la acompaño de la traducción que el grupo surrealista de Madrid hizo para la antología del grupo chicagoense (¿Qué hay de nuevo, viejo?):